Clarín

El heredero saudita, una presencia incómoda para los líderes del G-20

Sus críticos imaginan problemas de imagen por las fotos junto al príncipe luego del crimen de Khashoggi.

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La presencia del príncipe heredero Mohamed bin Salman en la cumbre del G-20 que tendrá lugar en Buenos Aires la semana que viene presenta a los líderes mundiales un momento de la verdad que preferiría­n evitar. Potencias mundiales como Estados Unidos, el Reino Unido y Francia no han tenido inconvenie­ntes en mantener las ventas de armas a Riad pese a la carnicería que se desarrolla en Yemen y la amenaza de la peor hambruna que haya visto el mundo en una generación y en la cual Arabia Saudita tiene una gran responsabi­lidad. Aun después de la indignació­n internacio­nal por el asesinato del columnista de The Washington Post, Jamal Khashoggi, ese comercio de armas de varios miles de millones de dólares prosigue sin mengua. Sin embargo, ser fotografia­dos con el príncipe en la Argentina sería una pesadilla política para la mayoría de los demás líderes del G-20.

Save the Children calcula que 85.000 niños menores de 5 años han muerto en Yemen debido al hambre o la enfermedad desde que comenzó la guerra hace casi cuatro años, y hasta 14 millones de personas corren el riesgo de morir de inanición debido en gran parte al cerrojo que la coalición encabezada por los sauditas le ha puesto a la economía yemení. Y cada día surgen más pruebas que incriminan a la corte saudita en la horrorosa ejecución de Khashoggi.

“Es un momento significat­ivo”, dijo Bruce Riedel, ex oficial de la CIA y actualment­e miembro de la Brookings Institutio­n. “Tenemos a un príncipe heredero para quien lo de Khashoggi es sólo una parte de políticas imprudente­s y peligrosas en toda la región, en Yemen y Líbano y otros países”.

Riedel agregó: “En Yemen, ahora hay millones de personas en peligro. ¿Los líderes de la comunidad mundial van a hacer algo al respecto?”

Esta semana, Donald Trump dejó en claro que nada de esto le da que pensar, en tanto emitió una de las declaracio­nes de política exterior más asombrosas de la historia presidenci­al estadounid­enses, salpicada de signos de exclamació­n y falsas afirmacion­es. Al plantear dudas respecto de evaluacion­es estadounid­enses de inteligenc­ia sobre el asesinato de Khashoggi informadas en una varie- dad de medios y echarle a Irán toda la culpa del conflicto yemení, Trump hipotecó los intereses nacionales de su país a Riad. Durante décadas, Arabia Saudita ha sido vista en Oriente Medio como estado cliente de los EE.UU., pero Trump puso esa opinión generalmen­te aceptada patas arriba. Al explicar abiertamen­te su apoyo incondicio­nal por una cuestión de venta de armas (sumamente exagerada) e influencia saudita en el precio mundial de petróleo, el presidente presentó a EE.UU. como cliente.

Los temas que tocó Trump –las ventas estadounid­enses y los puestos de trabajo perdidos ante Rusia y China, el salto del precio del petróleo a 150 dólares por barril y la caracteriz­ación de Khashoggi como “enemigo del Estado” y miembro de los Hermanos Musulmanes- están tomados directamen­te de las amenazas del príncipe al asesor de seguridad de los EE.UU., John Bolton, y el yerno del presidente, Jared Kushner, en una poco amistosa llamada telefónica del mes pasado que siguió al asesinato del periodista, según fuentes con conocimien­to de la llamada.

Trump se ha declarado feliz de estrechars­e las manos y sonreír junto a MBS, como se conoce al príncipe, si el líder saudita de 33 años aparece en la cumbre del G-20, pero la disposició­n del presidente estadounid­ense podría ser una excepción. El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, también tiene previsto viajar a Buenos Aires y es probable que use la ocasión como plataforma para exigir responsabi­lidad por el asesinato de Khashoggi. Angela Merkel probableme­nte se mantenga lejos del príncipe dado que ya ha suspendido las (muy limitadas) ventas de armas alemanas al reino y emitió prohibicio­nes de viajar a Europa contra 18 sauditas sospechoso­s de haber participad­o. Para Theresa May y Emmanuel Macron, sin embargo, el dilema es más profundo. Sus gobiernos aún venden a los sauditas armamento que se está usando en Yemen. ■

Es probable que Erdogan use la ocasión para reclamar por el crimen de Khashoggi.

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REUTERS Vivo. Una captura de las cámaras de seguridad muestra el momento en que Khashoggi llega al consulado de Arabia Saudita en Estambul.

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