Clarín

Un chico de 14 años miraba un partido de fútbol, quedó en medio de una pelea narco y lo balearon

Estaba en una canchita de su barrio donde jugaba su hermano cuando recibió un tiro. Cayó muerto allí.

- Mauro Aguilar maguilar@clarin.com

Pablo Silva tenía 14 años recién cumplidos. Su pasión era el fútbol. Jugaba en Juan XIII, un conocido club de barrio de Rosario. Fanático de Newell's, el miércoles por la noche decidió ir a ver cómo uno de sus tres hermanos se lucía en un picadito en una canchita del barrio Itatí. Una bala le perforó la espalda y lo mató.

Los vecinos denuncian que una disputa entre narcos, de la que el chico era totalmente ajeno, se cobró otra vida adolescent­e. La Justicia investi- ga el caso, pero no ofreció por el momento hipótesis sobre lo sucedido. Tampoco hay datos que contradiga­n la versión narco.

“Según dicen, pasaron por ahí y efectuaron disparos. Y él la ligó. Le tiraron por la espalda sin mediar palabra”, narró conmovido su padre, Antonio Silva, coordinado­r de la Divisiones Inferiores del club Juan XIII donde jugaba Pablo.

Justamente, el miércoles trágico el chico le había pedido a su papá que lo levantara a las 15.30 para ir a entrenarse. El calor era agobiante y, finalmente, decidió quedarse.

Pero por la noche se fue a a la canchita del barrio para ver a su hermano jugar un picadito. Un amigo llegó a la casa de los Silva después de las 21 y le avisó a Antonio que le habían dis- parado a Pablo.

“Sólo Dios sabe por qué estoy pasando por este momento. Es muy difícil. No se puede. Le echan la culpa a la Policía, pero ellos hacen lo que pueden. Los sueltan, siguen. Siempre son los mismos”, se lamentó Antonio en diálogo con Telefé Rosario.

El chico terminaba las clases en la Escuela República Árabe Unida justo este viernes. Orgulloso, concluía el año sin llevarse materias, todo un desafío superado. Lo esperaban una vacaciones tranquilas, el fútbol y andar en bicicleta. Pero una bala dejó truncó esos planes.

La bala fatal le dañó la arteria aorta y se alojó en una vértebra. Los médicos del Hospital de Emergencia Clemente Alvarez le advirtiero­n a la familia del chico que sería operado, pe- ro que era muy difícil que lo resistiera. Finalmente, murió un par de horas más tarde.

Pablo es recordado en el barrio como un chico sano, querido. Sus padres decidieron donar los órganos.

Por el momento no hay detenidos por el ataque. Los vecinos del barrio Itatí insisten en que el chico quedó en medio de una disputa entre narcos. Que en los alrededore­s de la canchita es habitual que vendan drogas y que los denominado­s “soldaditos” se enfrentan siempre.

Antonio, lleno de dolor, prefiere ser prudente. Explica que vive a algunas cuadras de esa cancha y que no conoce lo que pasa en ese lugar. Por el momento, no habló con el fiscal. Prefirió no despegarse de su hijo y de su familia. ■

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J.J.GARCÍA Dolor imposible. Antonio Silva, papá del adolescent­e asesinado, muestra fotos de su hijo jugando.

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