Clarín

Un oasis porteño, con sirenas y charangos

- Judith Savloff jsavloff@clarin.com

El verde contrasta con la piedra esculpida. Hay rosas, salpicadas como gotas de colores. Y silencio. Con eso sobra para tentarse con visitar el jardín principal de la Casa Museo de Ricardo Rojas (1926). Un páramo en el corazón de la Ciudad, a metros del trajín de Recoleta.

Pero el lugar ofrece más que eso. Es uno de los pocos caserones de estilo neocolonia­l en Capital. Los otros son el Museo de Arte Espa- ñol Enrique Larreta (1916), en Belgrano; el Palacio Noel (1922), sede del Museo Fernández Blanco, en Retiro, y la Casa de Rogelio Yrurtia (1922), también en Belgrano.

Tiene, claro, otros imanes. Sirenas que tocan charangos. Sí, talladas sobre el imponente frontispic­io del patio, que replica al del Convento de los Dominicos edificado en el siglo XVII en Arequipa, Perú, sirenas tocan charangos. Y quizá ésa sea una de las mejores imágenes para resumir la idea sobre la que se construyó este lugar: “La reinvenció­n de la tradición nacional como una fusión de elementos indígenas e hispánicos”, según explica la investigad­ora Aman- da Salvioni en De lo inmaterial literario al monumento arquitectó­nico: la Casa-Museo de Rojas. Es que ésos eran para Rojas (1882-1957), investigad­or, escritor prolífico, ex rector de la UBA, los legados a los que había que valorar frente a las otras influencia­s que recibía Buenos Aires, por esos años, los ‘20, cuando era una metrópolis flamante. Así lo escribió en Eurindia (1924, término que inventó al unir “Europa” e “Indias”). Y le pidió al arquitecto Ángel Guido, autor del Monumento a la Bandera de Rosario (1957), que lo plasmara. Por eso, para muchos, ésta es una casa-manifiesto. Doctrina hecha vivienda.

La fuente evoca ecos de la influencia musul- mana en el sur de España medieval. Los capitales, herencia griega. Las columnas, decoradas con rostros del inca y maíz, indígena. Y los ángeles, católica. Hay otros símbolos. El frente de la edificació­n remite a la Casa de Tucumán. Rojas nació en esa provincia y contó que de chico jugaba en el fondo, descuidado.

Pero, más allá de todo eso, más allá incluso de las sirenas con charangos, esas increíbles imágenes paganas acriollada­s, el patio central de esta casona se propone como un rinconcito céntrico donde el canto de los pájaros le puede ganar a los bocinazos.

Más info y horarios, en la web del Museo. ■

 ?? FOTOS: JORGE SÁNCHEZ ?? Patio central. El frontispic­io está inspirado en el del Convento de los Dominicos de Arequipa, Perú, siglo XVII. Y decorado por un mix de motivos incaicos -rostros indígenas, vegetación profusa- y católicos. La fuente trae ecos de la influencia árabe en el sur de la España medieval. Y las arcadas, de claustros de iglesias de esa época. Es Monumento Histórico Nacional y está en Charcas 2837.
FOTOS: JORGE SÁNCHEZ Patio central. El frontispic­io está inspirado en el del Convento de los Dominicos de Arequipa, Perú, siglo XVII. Y decorado por un mix de motivos incaicos -rostros indígenas, vegetación profusa- y católicos. La fuente trae ecos de la influencia árabe en el sur de la España medieval. Y las arcadas, de claustros de iglesias de esa época. Es Monumento Histórico Nacional y está en Charcas 2837.
 ??  ?? Jardín de Invierno. Encanta con la decoración que proponen las rejas y los vidrios de los ventanales. Además de éste y el del patio principal, hay otro jardín con naranjos en la casona.
Jardín de Invierno. Encanta con la decoración que proponen las rejas y los vidrios de los ventanales. Además de éste y el del patio principal, hay otro jardín con naranjos en la casona.
 ??  ?? Imaginació­n y poder. Aquí, las sirenas, figuras paganas, con instrument­os musicales andinos y una estética que trae ecos de la exuberanci­a barroca y la simpleza y contundenc­ia inca.
Imaginació­n y poder. Aquí, las sirenas, figuras paganas, con instrument­os musicales andinos y una estética que trae ecos de la exuberanci­a barroca y la simpleza y contundenc­ia inca.
 ??  ?? Fuente. Muestra la herencia musulmana en España. El rumor del agua y sus ondas deben ayudar a concentras­e y a orar. Su forma se repite, “dibujada”, en las rejas que la rodean.
Fuente. Muestra la herencia musulmana en España. El rumor del agua y sus ondas deben ayudar a concentras­e y a orar. Su forma se repite, “dibujada”, en las rejas que la rodean.

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