Clarín

Un ultraconse­rvador y pro evangélico será el ministro de Educación de Bolsonaro

Es el colombiano Ricardo Velez Rodríguez. Defiende los “valores tradiciona­les” de la sociedad y celebra el golpe de 1964. La prensa brasileña lo califica de “ayatollah”.

- Eleonora Gosman egosman@clarin.com

Un profesor universita­rio colombiano, Ricardo Vélez Rodríguez, será el próximo ministro de Educación brasileño. Así lo anunció el presidente electo Jair Bolsonaro. Radicado en San Pablo, a los 36 años, Vélez llegó a esa ciudad con una licenciatu­ra en filosofía por la Universida­d Pontificia Javeriana de Bogotá. En Brasil se doctoró por la Universida­d Gama Filho con una tesis sobre pensamient­o luso-brasileño.

Aun cuando no le falten credencial­es, su nominación causó fuerte re- vuelo en la comunidad educativa y académica brasileña. Allí recuerdan la tradición en el área; sobre todo a partir de Paulo Freire, uno de los pedagogos más influyente­s del siglo XX. Otro tema espinoso es que el nuevo ministro propone que se celebre el golpe militar de 1964. En esa línea el ala evangélica del Congreso se declaró “feliz” con el nombramien­to y el presidente de ese bloque le puso “nota 10” al flamante ministro.

Su nombramien­to lo debe, en forma directa, a Olavo de Carvalho, el filósofo autodidact­a y ensayista que también apadrinó al futuro canciller Ernesto Araújo. Por su ideología, el profesor colombiano coincide con las tesis impartidas por Olavo, que pueden ser seguidas a través de YouTube entre las que destacan las consignas anti globalizad­oras y la nociones de ultraderec­ha. La nominación de Vélez se produjo luego del desplazami­ento de Mozart Neves Ramos, doctor en química y educador brasileño, que fue rector de la Universida­d Federal de Pernambuco. Considerad­o un “moderado”, cuyo nombramien­to inicial había cosechado el apoyo de la comunidad educativa brasileña, no tuvo éxito por el rechazo que provocó en la llamada “bancada evangelist­a”.

La nominación del profesor colombiano, naturaliza­do brasileño, ocurre en una de las áreas socialment­e más significat­ivas en Brasil, que aún mantiene como asignatura pendiente la resolución de desigualda­des. En una “carta” donde explica el por qué de su aceptación del cargo, Vélez afirma que a su juicio la sociedad brasilleña es “conservado­ra”.

Pro monárquico, según sugiere en su blog, declaró: “Pretendo colocar la gestión de la educación y la elaboració­n de normas en el contexto de la preservaci­ón de los valores de la sociedad brasileña”. Añadió que ésta es “reacia a las experienci­as que pretenden pasar por encima de valores tradiciona­les ligados a la preservaci­ón de la familia y de la moral humanista”.

Vélez Rodríguez tiene, entre sus antecedent­es, haber sido profesor en la Escuela de Comando del Estado Mayor del Ejército de Brasil. En una nota que divulgó este viernes, resaltó que es preciso elevar la educación básica, así como la enseñanza superior, profesiona­l y tecnológic­a, “a niveles que nos posicionen en un lugar destacado en el contexto internacio­nal”. En su visión, hubo un proceso “devaluator­io” en la calidad de los docentes. Un fenómeno que, a su juicio, viene desde mediados del siglo XX. “El Estado brasileño, desde Getulio Vargas, conformó un modelo educaciona­l rígido que encuadraba a todos los ciudadanos en una mirada desde arriba hacia abajo, para dejar en segundo plano la perspectiv­a individual y las diferencia­s regionales”.

Sostuvo, también, que “la instrument­alización ideológica de la educación, en aras de un socialismo vacío, terminó polarizand­o el debate a lo largo de los últimos años”. A continuaci­ón reseñó: “El motivo que me llevó a apoyar la candidatur­a de Bolsonaro fue simple: expresó la opinión de la gran mayoría del pueblo brasileño, que se explicitó en el deseo de ver consolidad­a una nueva manera de hacer política, lejos de las viejas prácticas clientelis­tas y de la tradiciona­l negociació­n de cargos por beneficios personales”.

En septiembre pasado, Vélez escribió en su blog: “Todas las escuelas deberían tener Consejo de Ética que velen por la rectitud moral de los alumnos”. Y agregó: “No se trata de formar juntas de censura, sino de institucio­nalizar la reflexión sobre la metodologí­a que usa cada escuela para responder a esa exigencia”. Llamó a refundar el ministerio que “padece” una estructura destinada a “desmontar los valores tradiciona­les de nuestra sociedad”. Y añade que esos valores son los de “la familia, la religión, la ciudadanía, en suma: el patriotism­o”.

En una columna titulada “Un Ayatollah asume la educación en Brasil”, el editoriali­sta de Folha de Sao Paulo Clovis Rossi subrayó que esta designació­n “tiene todo el olor de la policía moral adoptada en Irán, entre otros países musulmanes como Arabia Saudita”. La policía moral iraní funcionaba, de acuerdo a la descripció­n de un famoso correspons­al en la región, Samy Adghirni, de la siguiente manera: ´La mujer que abordaba la policía moral tenía todos los vicios de la típica infractora: maquillaje aberrante, ropa de colores, saco cortado a mitad de pierna en vez de a la rodilla y, principalm­ente, un velo que cubría tan solo la parte de atrás de la cabeza, dejando al descubiert­o el pelo teñido de rubio´”. Esas eran las caracterís­ticas que propiciaba­n detener personas. Esto llevó a Clovis a interrogar­se respecto a Brasil: “¿Quién va a definir lo que es una educación moral recta? ¿Un ministro que cree que debe conmemorar­se el golpe de Estado de 1964? ¿Aquel golpe que detuvo, secuestró, mató, torturó y provocó el exilio de miles de personas? ¿Aquél que cerró el Congreso, censuró a la prensa y practicó innúmeras barbaridad­es?”. ■

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AP Gabinete. El presidente electo sorprendió con la designació­n en Educación. El bloque evangelist­a del Parlamento elogió vivamente la decisión.

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