Clarín

Viajes a Dubai y negocios exitosos: la increíble vida de prófugo de un violador serial

Walter Brauton (47), condenado a 35 años de cárcel por 9 abusos, se ocultaba detrás de una identidad falsa en Bolivia. Escapó del país en 2013 y cayó esta semana.

- Mariano Gaik Aldrovandi mgaik@clarin.com

Costó detenerlo y más aún recapturar­lo. En los cinco años que el violador serial Alberto Walter Brauton Steimbach (47) estuvo prófugo, logró iniciar una nueva vida con otro nombre, reinsertar­se en el sistema financiero y hasta irse de vacaciones a Dubai. Todo fue posible gracias a un plan que incluyó la compra de la identidad de una persona fallecida en Bolivia. Así pudo ocultar su aterrador prontuario, con una condena a 35 años de prisión por 7 violacione­s y 9 raptos.

El de Brauton es un caso con varios pasajes tan increíbles como tristes para sus víctimas. Casado y padre de dos hijos, el contador público causó terror en 2005 cuando en un lapso de al menos tres meses abusó de 9 mujeres en la zona oeste del Conurbano. Las atacaba en el camino que hacía desde su casa, en Marcos Paz, hacia su trabajo en una concesiona­ria de autos en Tortuguita­s. Cayó por primera vez cuando una de las víctimas que logró zafar de la violación, anotó la patente del auto y lo denunció.

Con las pistas reunidas por el fiscal Claudio Oviedo, el Tribunal Oral N° 2 de Morón condenó a Brauton a 40 años de prisión. A los pocos meses, la Cámara de Apelacione­s le redujo la condena a 35 años. Pero el vio- lador serial iría por más.

Apenas llevaba cuatro años de condenado cuando el juez Humberto González le dio salidas mensuales de 6 horas para ir a visitar a su mamá.

El 17 de agosto de 2013, Brauton fue a lo de su madre con un guardiacár­cel que él especialme­nte había pedido. En la casa estaba también Graciela Rita Prono (52), la amante de Brauton. Se conocían desde mucho tiempo antes, cuando él vivía en un edificio que ella administra­ba. El plan ya estaba en marcha. Durante la reunión hubo mates, empanadas y hasta festejaron el cumpleaños del penitencia­rio, que de pronto se desvaneció. Le habían dado un somnífero.

En ese momento, Brauton le dijo a su madre que iba con Prono al supermerca­do. Algo que se había vuelto habitual en las visitas. Pero en realidad la pareja subió a un auto que los esperaba y nunca más se los vio.

Para cuando se pudo saber que el prófugo y su amante habían ido a Aeroparque era tarde. Ahora, con Brauton detenido, se supo que la pareja tomó un avión a Salta. Lo hicieron con documentos de otras personas: él con el del esposo de su amante y ella con el de una amiga. Desde el norte cruzaron a Bolivia, por un paso ilegal. Tenían con qué financiar la costosa vida de prófugos: la mujer había vendido un departamen­to por 80 mil dólares antes del escape y Brauton echó mano a sus ahorros.

Con toda la plata que llevaron y algunos contactos, compraron identidade­s falsas. A él le tocó la de Roberto Aguirre De la Quintana, un joven que había fallecido a los 20 años y que hoy tendría 51. A ella la de Cipriana Choque Ance, una mujer que había muerto años atrás. No les costó nada abrir cuentas bancarias, sacar tarjetas de crédito y poner su propio negocio: una casa de comidas. Hábiles para los números, a la pareja le fue tan bien que con el tiempo abrieron otras dos sucursales. Una de ellas era un pub. De vacaciones, fueron a Perú, a Brasil y hasta a Dubai. Llevaban una vida de película.

Como sabían que las líneas de ellos mismos y sus conocidos podían estar intervenid­as, los prófugos abrieron una cuenta de Facebook para comunicars­e con su familia, sin hablar ni mensajears­e con nadie. ¿Cómo? Compartier­on la contraseña con su círculo íntimo y hacían publicacio­nes que sólo podía ver esa cuenta. Cuando el fiscal Oviedo descubrió la existencia de ese perfil, pidió saber la ubicación de la IP desde donde se conectaban. Las pericias señalaron que había ingresos a la cuenta desde Sucre y Potosí, en Bolivia. Ese fue el primer avance concreto en la investigac­ión.

Pasaron dos años y cuando parecía que nada más se iba a saber, un teléfono de un amigo de Prono que estaba intervenid­o se activó después de varios meses sin movimiento­s. Curiosamen­te fue para triangular un llamado entre la mujer y uno de sus tres hijos. Y los datos empezaron a venir solos: a la pareja le estaba yendo bien con los negocios, vivían en una casa muy cómoda y lo mejor: dentro de poco la mujer iba a venir a visitar a su familia.

El 20 de agosto de 2015, Graciela Prono fue detenida en Liniers cuando bajaba de un micro provenient­e de Bolivia. Esa fue la primera vez que los investigad­ores escucharon hablar sobre Cipriana Choque Ance. Pero dar con Walter Brauton y su nueva identidad iba a demandar más tiempo.

La clave apareció en una mochila que la pareja perdió en Aeroparque el día de la fuga. La encontró la Policía de Seguridad Aeroportua­ria (PSA) en enero de este año en un depósito de objetos extraviado­s. Adentro había pelucas, bigotes postizos, ropa y una agenda con anotacione­s y contactos en Perú y Bolivia.

Las pistas condujeron a la posible nueva identidad y el nombre de uno de los negocios de Brauton. Cuando ya estaba casi confirmado que Aguirre De la Quintana era Brauton, el prófugo publicó la venta de una heladera y otros muebles en su Facebook. Creen que planeaba cerrar los locales y escapar. El fiscal Oviedo pidió a Interpol argentina que lo fueran a buscar. Los agentes planearon una emboscada en la que junto a policías de Potosí, se hicieron pasar por compradore­s interesado­s en la heladera. Esta vez, el que cayó en el engaño fue Brauton, que el viernes llegó a Buenos Aires y se negó a declarar. ■

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El final. Gendarmes custodian a Walter Brauton en Salta, desde donde ayer lo subieron a un avión que aterrizó a la tarde en Ezeiza.

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