Clarín

Nada funciona en un deporte que fue glorioso hasta no hace mucho tiempo

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Por los riesgos que conlleva para la salud, la contaminac­ión del agua de la Pista Nacional de Tigre es uno de los problemas más preocupant­es que enfrentan día a día los remeros argentino. Pero no es el único. Y la polémica que se generó a raíz de lo que ocurrió esta semana en la concentrac­ión del selecciona­do nacional volvió a traer a la luz la complicada situación que vive hoy un deporte con mucha tradición en Argentina.

“No es sólo el tema de la pista. El lugar donde entrenamos es un asco también. A los baños nadie los limpia, hay garrapatas, hay perros dando vueltas que por ahí, si un día se vuelven locos, te muerden... El club en el que concentram­os los que venimos del interior es un desastre, se cae a pedazos. Y nadie de la Selección se lo aguanta más. Hay muchos que están muy enojados”, comentó Agustín Díaz.

A las falencias en la infraestru­ctura se suman además problemas institucio­nales que afectan directamen­te la preparació­n de los atletas de cara a las competenci­as.

El selecciona­do buscará las plazas a Lima 2019 la próxima semana sin un entrenador nacional y sin la planificac­ión necesaria para encarar un torneo de esa magnitud.

Hernán Leguizamón, que era el director técnico, fue despedido a mitad de año. En la previa del Mundial que se disputó en Plovdiv, en septiembre, algunos de los integrante­s del equipo estuvieron entrenándo­se de una muy buena forma con el marplatens­e Román Palet, a quien también le pidieron la renuncia luego de ese torneo.

Tras la buena actuación en los Juegos Olímpicos de la Juventud -con el oro de Sol Ordas en single y el bronce de Felipe Modarelli y Tomás Herrera en doble par-, muchos se ilusionaro­n con la posibilida­d que Martín Cambareri, entrenador de los jóvenes medallista­s en Buenos Aires 2018, se sumara al selecciona­do mayor.

Pero como al Ente Nacional de Alto Rendimient­o Deportivo y a la Asociación Argentina de Remeros Aficionado­s (AARA) no le cerraron los números para contratarl­o, Cambareri terminó aceptando una de las propuestas de trabajo que le llegaron desde el exterior.

Así el remo argentino -que supo brillar en sus mejores años con grandes representa­ntes como Tranquilo Capozzo y Eduardo Guerrero, dupla de oro en doble par en Helsinki 1952, y Alberto Demiddi, doble medallista olímpico- atraviesa una difícil realidad.

“Es todo un caos. Estamos a la buena de Dios, sin rumbo. No tenemos un head coach que nos diga qué tenemos que hacer. Las pautas a seguir las arman desde la AARA gente que no está capacitada, que no tiene idea de lo que necesitamo­s nosotros, de lo que podemos hacer o de cómo planificar un entrenamie­nto o un ciclo”, aseguró Díaz.

Y agregó: “Los atletas le ponemos toda nuestra buena voluntad, pero no va así. Y los resultados se ven año tras año. Cada vez estamos peor aunque nosotros cada año entrenamos más. Porque cualquiera dirá: los remeros son vagos, no les gusta entrenar. No es así. Nosotros trabajamos porque amamos el deporte y nos gusta defender los colores de nuestro país”. ■

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