Clarín

Una “gringa” que no suele mirar el pasado

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Cuando Rosana Bertone era chica, su abuelo materno -que falleció a sus 12 años- le dijo una frase que le quedó grabada: “En la vida uno puede ser una gran cosa o pasar intrascend­ente”. Sus padres, dice, también eran “muy comprometi­dos” y esas influencia­s familiares la rumbearon hacia la política. “Empecé a militar en la facultad y la sensibilid­ad social que tiene el peronismo fue lo que me atrajo”, dice.

“La gringa”, como le dicen sus amigos, nació a 3.200 kilómetros de Tierra de Fuego, en el pueblo de San Salvador (12 mil habitantes) en Entre Ríos. Hizo una escala en Santa Fe para estudiar abogacía, y en 1997, con 25 años, llegó a la provincia del fin del mundo en busca de oportunida­des.

“La situación económica era tan mala que cuando unos amigos que se habían ido a Tierra del Fuego me dijeron que allá me iba a ir bien y que el PJ tenía posibilida­des me fui”, recuerda.

Descendien­te de inmigrante­s -su abuelo paterno era italiano y su bisabuelo materno alemán- en su familia, cuenta, le inculcaron los valores de “la lucha, el sacrificio, el esfuerzo”. La tenacidad tal vez fue lo que la ayudó a llegar a la Casa de Gobierno después de dos intentos fallidos (uno como vice).

Antes de ser mandataria trabajó como abogada de un estudio, hasta que le ofrecieron entrar en el Instituto Provincial de la Vivienda de Tierra del Fuego. De allí saltó a la banca de Diputados -tres mandatos- y luego al Senado. “La experienci­a legislativ­a me hizo crecer y me dio herramient­as para las negociacio­nes”.

Pero la gestión es lo que más le gusta. “Soy una hacedora”, se define. “Mientras era legislador­a, como viajaba todas las semanas, le hacía trámites a algunos fueguinos. Algunos insólitos: he transporta­do una pierna ortopédica, por ejemplo, o un motor que tenían que traer a arreglar a Capital”, cuenta.

La actividad la mantiene en ritmo y, confiesa, no suele remontarse al pasado. En el ping pong de preguntas y respuestas de esta entrevista, la consigna de elegir un recuerdo de su vida fue en la que más se demoró: “No soy de enfocarme en el pasado. Siempre estoy en el presente o el futuro”, aclaró.

En sus “pocos” tiempos libres le gusta dedicarse a las plantas y compartir con su hija. “Tenemos una linda relación. No soy su amiga. Siempre he sido quien le marcó los límites y creo que me lo agradece. Estoy orgullosa de ella”, comenta.

Es católica y tiene lazos fuertes con la Iglesia. El año pasado se manifestó en rechazo de la legalizaci­ón del aborto.

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