Macri y Nicky Caputo: de la influencia a la crítica silenciosa
Encuentro. El Presidente y su “amigo del alma” se volvieron a ver en una fiesta en Pilar y pasarán las vacaciones juntos. Pero mantienen diferencias por la gestión.
Mauricio Macri y Nicolás Caputo volvieron a encontrarse. El Presidente y “su hermano del alma” coincidieron el sábado 17 de noviembre en Pilar, durante la fiesta de inauguración de Haras El Dok. El video del Jefe de Estado bailando la música de Tini Stoessel horas después de haber anunciado el decreto de tres días duelo por el hallazgo del submarino ARASan Juan, no tardó en viralizarse.
Macri y Caputo cruzaron pocas palabras ese día. El Presidente compartió la mesa principal con su esposa Juliana Awada y otros amigos, entre ellos, el anfitrión de la velada: Diego Lerner, CEO de Disney en la región y dueño del emprendimiento hípico. En la misma mesa se sentaron el actor Martín Seefeld -compañero de paddle del mandatario- Adrián Suar, y Mariana Fabbiani y su esposo, el productor Mariano Chihade.
Ningún análisis profundo y político entre el mandatario y el flamante cónsul honorario de Singapur podía darse delante de 450 personas. Sin embargo, el hombre que pagó el rescate del secuestro de Macri y que lo ayudó a forjar su plataforma entre 2002 y 2016 ya no habla tan seguido de política con el Presidente. Su reaparición fugaz en la Casa Rosada -en mayo pasado al calor de la corrida cambiaria- fue apenas una ilusión. Caputo visitó a su amigo en su peor momento, pero no recuperó la influencia que algunos quisieron ver. “Fue muy importante en agosto y septiembre, cuando todo estaba peor. Después se corrió otra vez. Lo hizo para ayudar a su amigo”, explica uno de sus interlocutores en el PRO.
El principal impedimento es la agenda de ambos. Las actividades oficiales consumen el tiempo libre del mandatario. Los emprendimientos inmobiliarios en Miami, el del empresario. Mucho más fácil le resulta encontrarse con el asesor presidencial -y ex Newman- José Torello. Tienen casa en el mismo country.
Caputo, que este año se desprendió de su porcentaje del holding familiar, mantiene diálogo fluido con varios referentes del oficialismo. Curiosamente, a pesar de la cantidad de empresarios que regaron los cuadros intermedios del PRO, casi todos los vínculos personales de Caputo en el macrismo son del ala política.
El vicejefe porteño Diego Santilli y el ministro de Seguridad bonaerense Cristian Ritondo son sus amigos y asisten a sus cumpleaños. El ministro del Interior Rogelio Frigerio también cosechó una relación que va más allá de lo profesional. Con Horacio Rodríguez Larreta y con Emilio Monzó existe un vínculo que cruza el afecto y la política, aunque prefieren definirlo como “empatía”. Edgardo Cenzón, recaudador en la campaña de 2015 y otro de los macristas que frecuenta, ya se alejó del espacio.
Política y relaciones es precisamente lo que -cuentan quienes lo frecuentan- Caputo le reclamaría a su amigo. “No se hizo íntimo de ningún gobernador, no unió a los argentinos. En 20 años tampoco se hizo ningún amigo de la política”, señala. La sintonía que Macri mantiene con el gobernador Juan Schiaretti se resquebrajó en los últimos días, luego de que el cordobés colaborara con el resto del PJ para sacarle una plaza del Con- sejo de la Magistratura a Cambiemos.
Los amigos de Caputo en el PRO señalan que el empresario fue -además de Awada- uno de los responsables de “humanizar” al mandatario. “Mauricio puede ser seco, Nicky es todo lo contrario. La relación entre ambos es inquebrantable”, afirman.
Las críticas del constructor trascienden el armado político. Las tasas, la inflación, el nivel de endeudamiento, la volatilidad del dólar lo preocupan. Sin embargo, sus interlocutores afirman que no le tiene ningún temor a los fantasmas de un default. “Es un empresario y como todo aquél que tiene pagar sueldos e impuestos, tiene una opinión negativa de la situación”, justifica un amigo de la política.
Caputo confiaba en que hubiese más rotación en el Gabinete. Tuvo que ver con la salida de Juan José Aranguren de Energía, pero más aún en la designación de Javier Iguacel. Más equilibrado que Monzó, a quien siempre apoyó, fue partidario de sumar peronistas y extrapartidarios, como solía hacer el PRO en sus inicios. Caputo perdió gravitación en la cúpula del poder casi al mismo tiempo que Monzó, una casualidad. Todos le valoran su visión estratégica y su aporte en 2015 para que Gabriela Michetti fuera la compañera de fórmula de Macri en detrimento del deseo de Marcos Peña.
Ahora no estaría tan convencido de que la vice continúe en su cargo. “Nunca nadie se preguntó qué quieren de un vice”, le escucharon decir. El caso opuesto es el de Santilli, en cuya postulación también estuvo implicado el empresario. Hoy la sociedad entre Larreta y el ex senador por la Ciudad tiene más volumen político que cualquier otra del PRO.
Integrante esporádico pero decisivo de la mesa chica, ¿se fue o lo fueron? “En realidad, la participación de Nicky en política es como la que tiene en sus empresas, necesita sentirse libre”, lo definen. Caputo prefiere ser socio minoritario en todas las firmas donde participa y que sus acciones coticen en bolsa, para poder vender rápido, si así lo desea.
Alguno de sus amigos no duda al calcular cuál fue el mayor aporte de Caputo. “Muchos no lo aceptan, pero Nicky fue quien acercó a (Jaime) Durán Barba”, afirman. Cuentan que lo detectó en un encuentro de politólogos en un hotel de Retiro, en 2004. Paradójicamente Peña es quien mejor interpreta al consultor ecuatoriano.
Alejados por obligación, pero nunca distanciados, Macri y su hermano del alma volverán a compartir vacaciones y las fiestas en el country Cumalén, de Villa La Angostura. En La Patagonia sobrará tiempo para acercarse y volver a hablar de política, antes de encarar la carrera por la reelección. A pesar de las críticas, hoy Caputo cree que habrá Cambiemos hasta 2023. ■