Clarín

Londres acepta la demanda de Madrid y se resuelve el escollo de Gibraltar

España amenazó con bloquear el pacto blando del Brexit si no lograba garantías sobre el futuro del peñón

- BRUSELAS. ESPECIAL PARA CLARÍN Idafe Martín elmundo@clarin.com

España resistió y el Reino Unido tuvo que ceder en un asunto sensible como Gibraltar para evitar tener que salir de la Unión Europea sin acuerdos. Los movimiento­s diplomátic­os se sucedieron en los últimos días para intentar salvar el acuerdo del Brexit y la cumbre de este domingo que debe darle el visto bueno.

Madrid bloqueó ese camino hasta la tarde del sábado porque considerab­a que el texto violaba las directrice­s que dieron los gobiernos del bloque al negociador europeo Michel Barnier en el asunto de Gibraltar, la minúscula colonia británica enclavada al sur de España.

El gobierno español había amenazado con boicotear la cumbre y vetar el acuerdo. El viernes, desde Cuba, el presidente español Pedro Sánchez había dicho: “las garantías no son suficiente­s, por tanto, España mantie- ne el veto del acuerdo del Brexit”. España podía haber vetado el acuerdo porque en la cumbre de este domingo lo que aprueban los líderes son unas conclusion­es políticas que adoptan esos acuerdos y que necesitan “consenso”, es decir, unanimidad. Sin el visto bueno español se caía todo el entramado.

Bruselas se movilizó y tras varios intentos fallidos encontró la fórmula que hizo ceder a Londres para que España levantara el veto. El embajador británico ante la UE envió al secretario general del Consejo Europeo una carta con un documento legal por el que su gobierno reconoce que el acuerdo que se aprueba este domin- go no prejuzga que en el futuro se apliquen los acuerdos euro-británicos al territorio de Gibraltar. En la práctica significa que Londres acepta lo que pedía España: que cualquier futuro acuerdo sólo sea de aplicación en Gibraltar (una colonia británica enclavada en la punta sur de España) tras el visto bueno de Madrid.

Para dar peso legal vinculante a ese documento británico, en las conclusion­es de la cumbre de este domingo aparecerá el siguiente párrafo: “Después de que el Reino Unido abandone la Unión, Gibraltar no será incluido en el marco territoria­l de los acuerdos que se concluyan entre la UE y el Reino Unido. Esto no prejuzga la po- sibilidad de tener acuerdos separados entre la UE y el Reino Unido con respecto a Gibraltar. Sin perjuicio de las competenci­as de la UE y respetando plenamente la integridad territoria­l de sus Estados miembros… esos acuerdos separados requerirán el acuerdo previo del Reino de España”. Esa última frase hacía que Sánchez se saliera con la suya.

Tras el intercambi­o de documentos, Sánchez dio su visto bueno: “la Unión Europea y el Reino Unido han aceptado las exigencias planteadas por España. En consecuenc­ia, España levanta el veto”. La amenaza iba en serio. Fuentes de la diplomacia española repetían en la mañana del sábado que si no se encontraba una fórmula jurídicame­nte vinculante para poner por escrito sus exigencias este domingo ni habría cumbre ni habría acuerdo.

Madrid llevaba días repitiendo que el acuerdo, tal y como estaba, violaba las indicacion­es que los 27 gobiernos de la UE (sin el británico) dieron al negociador europeo Michel Barnier.

El 29 de abril de 2017 los 27 dieron sus indicacion­es a Barnier. En el artículo 24 de aquel documento se decía: “una vez que el Reino Unido haya abandonado la Unión, ningún acuerdo entre la UE y el Reino Unido podrá aplicarse al territorio de Gibraltar sin acuerdo entre el Reino de España y el Reino Unido”. Ese artículo aparece de otra forma en el acuerdo actual, posiblemen­te para ayudar a la primera ministra británica Theresa May.

El texto del acuerdo asegura además que la UE y el Reino Unido negociarán “respetando plenamente los respectivo­s órdenes jurídicos”. Madrid entendía que eso permitía a Londres incluir a Gibraltar en futuros acuerdos, violando así las directrice­s de 2017 que daban poder de veto a España, por lo que exigía la aclaración jurídicame­nte vinculante que consiguió este sábado.

El diferendo por Gibraltar casi hace descarrila­r una cumbre que la diplomacia europea ve como una ocasión triste, como la firma de unos papeles de divorcio. El presidente del Consejo Europeo Donald Tusk dijo ayer que “nadie tendrá motivos para estar contento en un día como este”. ■

 ?? REUTERS ?? Negociador­es. Theresa May con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker horas atrás, antes del acuerdo con España.
REUTERS Negociador­es. Theresa May con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker horas atrás, antes del acuerdo con España.

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