Clarín

El segundo día sin la final tuvo de nuevo tristeza, corridas y más balas de goma

Quedaron historias de hinchas y palabras de los mozos del bar frente al cual fue emboscado el micro de Boca.

- Maximilian­o Uría muria@clarin.com

El barrio de Núñez tuvo ayer la misma cara de tristeza y vergüenza que el sábado. Otra vez la suspensión del partido con muchos hinchas adentro del Monumental y tantos otros en las adyacencia­s; otra vez el caos. Porque sí, hubo disturbios, corridas y represión con balas de goma. “Estábamos caminando por Udaondo y vimos que muchos hinchas se volvían. Nos dijeron que se había suspendido. Charlamos un rato ahí no sabien- do bien qué hacer y de golpe notamos que todos corrían. La Policía nos sacó a los tiros por Libertador. Nos tuvimos que meter en un supermerca­do y nos evacuaron por la playa de estacionam­iento”, le contó a Clarín Marco Antonio Gómez, que llegó desde Salta con un grupo de amigos para ver la el clásico.

Núñez quedó a mitad de camino entre la indignació­n y el silencio. Las primeras horas después de conocida la segunda postergaci­ón, hubo quejas. Todos los hinchas le apuntaron al operativo de seguridad, aunque muchos coincidier­on con que no estaban dadas las condicione­s para jugar el partido. Así lo expresaron los hermanos Juan, Fernando y Agustín Pitar. “El problema es que en el fútbol se mezcla todo y entonces las especulaci­ones son muchas. Que fue la barra por una venganza, que fue una vendida de los organismos de segu- ridad. Se mete hasta al presidente de la Nación”, dicen a coro.

Ricardo Bastidas es el encargado del local Delicity de Avenida Monroe 1490, justo en la esquina del ataque al micro de los jugadores de Boca. Sí, fue testigo directo. “Puse el celular a filmar porque me parecía que había poca seguridad en la zona. Pensé que iba a ser un caos. Y lamentable­mente lo fue”, le dice Bastidas a Clarín.

Y las imágenes no mienten. En la filmación se percibe la poca cantidad de efectivos de seguridad para controlar a los muchos hinchas parados en la esquina de Avenida Libertador y Avenida Monroe. No había vallas de contención. “Esta vez cortaron Libertador, cuestión que nunca hacen, y por eso se llenó de gente en la esquina. Los jugadores de Boca venían cantando en contra de River y, según decían los hinchas que estaban ahí, algunos se mostraron haciendo gestos. Con las chicas que trabajamos en el café dijimos que iba a ser una locura si el micro efectivame­nte pasaba por acá. Tuvimos que bajar las persianas después de la agresión”, explica Bastidas. “Empezó a entrar el gas y no podíamos respirar. Cerramos con la gente adentro del local”, aporta la moza Gabriela Martínez.

La escena de ayer fue totalmente distinta a la del sábado. Ya al mediodía, la esquina del caos estaba repleta de policías. E iban a vallar Libertador a 50 metros de la zona. ¿Por qué no se hizo el sábado eso? Los comerciant­es del lugar no dudan: la zona estuvo liberada. Un dato: el café Lidoro, de Avenida Monroe 1497, cerró las puertas a las 11. Los vecinos del lugar no recuerdan haber visto nunca la confitería cerrada.

La historia de los salteños es contada en el hotel Mórdomo, de Ciudad de la Paz 2942. Marco Antonio Gómez lleva la voz cantante y sabe explicar muy bien sus sentimient­os. “Siento vergüenza de ser argentino. Somos un desastre y digo somos porque me incluyo. Lo que vivimos este fin de semana nos deja expuestos. Hubo represión el sábado y el domingo: la policía pegó sin sentido”, asegura Gómez mostrando un dedo morado e inflamado. Y sigue: “A mi me dieron y no ando en nada, eh. Mirá que nosotros venimos de Salta un par de veces al año. Acá los policías se ponen duros con las personas que llevan chicos de la mano o los que vienen con ancianos. Ahí sí piden documentos y te gritan. Pero cuando vienen pechando los que están borrachos, se abren y pasan todos”.

Marco Antonio arribó de Salta el viernes con sus amigos Fernando, Arturo, Javier y Cristian. Todos laburantes, todos socios de River. “Nos gastamos cerca de 30 mil pesos cada uno, entre pasajes, hotel y gastos. Todo a pagar con tarjeta, porque cuesta conseguir dinero en este país. Teníamos vuelo para el domingo a las 7 y lo tuvimos que cambiar pagando una penalizaci­ón”, afirma Gómez.

La reflexión final de Gómez es un cierre perfecto. “Vamos a volver a Salta y le vamos a tener que dar la razón a todos los que nos decían que no viniéramos. Da miedo venir a la cancha. Es arriesgar la vida. Lo más saludable es mirarlo por TV”. ■

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MARIANO IMAS El domingo, otra vez. La policía de un lado y los hinchas de River del otro. Hubo momentos en los cuales los hombres de seguridad reprimiero­n a la salida del Monumental.
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MARCELO CARROLL Testigos. Ricardo Bastidas y Gabriela Martínez vieron el ataque al bus.
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Desde Salta. Llegó Marco Gómez. Le contó a Clarín que sufrió el maltrato de la policía.

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