Clarín

El pedido de la Corte, el enojo sindical de Macri y un Papa que mira a China

Alerta. El Gobierno, ansioso por el fallo del Máximo Tribunal sobre las jubilacion­es en juicio.

- Ignacio Zuleta

La Corte pedirá al Congreso otra reforma previsiona­l

La Suprema Corte de Justicia le pedirá/ordenará al Congreso que defina un nuevo índice de actualizac­ión de las jubilacion­es en juicios retroactiv­os que permita superar el debate entre el cálculo que sostiene el tribunal desde 2009 –el ISBIC (Índice de Salarios Básicos de la Industria y la Construcci­ón), y el que quiere imponer el Gobierno en juicios de jubilados que están en el programa de la Reparación Histórica, el RIPTE (índice de la Remuneraci­ón Imponible Promedio de los Trabajador­es Estables). La diferencia se discute en un expediente cuya sentencia se conocerá el 18 de diciembre, pero que tiene final cantado con una mayoría cómoda.

La Corte va a rechazar la aplicación del RIPTE (fórmula que defiende el Gobierno como más saludable para la Tesorería) y sostendrá al otro cálculo, para mantener la jurisprude­ncia de la última década. Un segundo punto de la sentencia contendrá el reclamo al Congreso de que resuelva la diferencia con los argumentos políticos que sostiene el Gobierno: el RIPTE asegura la sustentabi­lidad de sistema, el ISBIC lo destruye. Como es un argumento político, los supremos creen que es algo que debe resolver la política. De otra manera, será poner a la Justicia en función de gobernar. A los jueces les halagaría, pero queda mal –¿a quién no le gusta gobernar, si además tiene una lapicera y una tarima por sobre los demás–.

La orden de la Corte se convierte así en un atajo para que la política le ponga cuerpo a un reclamo de todos los sectores, sin diferencia­s de banderías –como se decía cuando éramos chicos–. Todos los partidos y los expertos, neoliberal­es y populistas, para usar brocha gorda, coinciden en que la sostenibil­idad del sistema previsiona­l está amenazada porque paga más de lo que recauda. Las diferencia­s aparecen cuando se levantan apuestas sobre cuándo estallará el sistema –fecha que se va alargando, como el fin del petróleo o el de los diarios en papel, o cuando se ensayan soluciones–.

Es lo que desvela al FMI, más que la venida de inversione­s

Ahora la Corte presionará por un nuevo cálculo, que es una manera de discutir una reforma previsiona­l que el Gobierno ha intentado imponer sin suerte, pero que está reclamada por: 1) La ley de Reparación Histórica. 2) El acuerdo con el FMI. Los delegados del organismo se entrevista­ron en las últimas semanas con punteros de la oposición, y lo primero que les preguntaro­n fue ¿y la reforma previsiona­l para cuándo? No les pudieron sacar nada. En la reunión con Sergio Massa y Diego Bossio, dos baqueanos del cosmos previsiona­l, los enviados del Fondo mostraron más preocupaci­ón sobre esto que sobre los controles a los capitales especulati­vos. Dejaron la idea de que le van a pedir al Gobierno que defina algo en este punto, porque tienen anotado que debe estar ya funcionand­o la comisión que creó el Congreso, que tiene que dar su informe final el año que viene.

Es el Consejo de Sustentabi­lidad Previsiona­l, creado en la ley de Reparación Histórica. Lo puso en marcha Jorge Triaca, que deja la oficina de Trabajo el próximo lunes, y la controla hoy un Basavilbas­o-boy (Gonzalo Estivariz). La integra Santiago de Estrada, que dejó la Secretaría de Culto antes de que el Senado tratase la ley de despenaliz­ación del aborto y después de una charla a solas con el papa Francisco en el Vaticano. Acuden a su experienci­a como administra­dor de pensiones durante años. Ese Consejo, con el cambio de Gabinete, pasa de Trabajo a Desarrollo Social con todo el paquete del Anses.

Una cosa es presidir la Corte, otra dominar los fallos

La Corte está bajo presión del Gobierno, que avanzó con un decreto que le quiso dar más entidad a la posición del Anses en la aplicación del RIPTE. Hubo emisarios al Cuarto Piso –sede del tribunal– que encendiero­n luces amarillas si les votaban en contra porque escalarían los pagos y dejarían seco al Anses. Los recibieron con tono apacible como diciéndole­s “esto ya lo conocemos, lo hacía antes Cavallo, que decía que todo iba a estallar, pero nunca estallaba”. ¿Saben por qué? Porque el Anses paga sólo 30 mil juicios al año, y cuando paga, les mete un bono a los viejitos. Con eso regula su propia crisis. Otra cosa sería que nos digan que van a pagar todos los juicios.

El Gobierno reajusta con este tipo de casos varios frentes. Uno de ellos es la propia Corte, en donde cree que el éxito de haber puesto de presidente a Carlos Rosenkrant­z le puede asegurar que habrá mayoría para fallos de su interés. Una ilusión. Se desencanta­n en el Gobierno cuando ven que el fallo en favor de La Pampa salió en el peor momento, y con una señal peligrosís­ima para sus intereses: Ricardo Lorenzetti apareció votando junto a Horacio Rosatti, que hasta ese momento eran el agua y el aceite y habían quedado heridos por la salida del primero de la presidenci­a de la Corte, que decidió el voto del segundo. “Macri lo hizo”, bromean en el Cuarto Piso, que no es lugar para bromas.

Pichetto suma los gremios de la energía a los alternativ­os

El asunto previsiona­l mueve también el fren- te sindical, como se vio el martes en el almuerzo más discreto de la agenda política de la semana. Ocurrió en la sede del sindicato SUPE –petroleros privados– que controla el legendario Antonio Cassia, uno de los “Cocos” más mentados de la colectivid­ad gremial. Juntó a los caciques de todos los gremios de la energía –o sea de los que aportan plata–, entre quienes estaban Oscar Mangone (Gas), Sergio Sasia (Ferroviari­os), Guillermo Moser (Luz y Fuerza), José Luis Lingeri (Aguas), para escucharlo­s a Miguel Pichetto y a Juan Manzur. Faltó Guillermo Pereyra, distraído por las internas del MPN, su partido, en Neuquén. Antes habían estado con Massa, Juan Urtubey y Sergio Uñac, en busca de algún palo donde rascarse. Lingeri venía ese día del local de Luis Barrionuev­o, adonde un selecciona­do de los Gordos se había sorprendid­o con la presencia de Roberto Lavagna.

Del encuentro salió la decisión de esa liga de energético­s de apoyar al “Alternativ­a Argentina”. Le dieron a Pichetto un proyecto de ley para declarar a Vaca Muerta como política de Estado, que contenga todos los protocolos de acuerdo ya acordados, a los que ha llegado el Gobierno con los sindicatos. Esos protocolos son el modelo que el Gobierno quiere trasladar a otras actividade­s porque flexibiliz­a cláusulas rígidas y caras que arruinan los buenos negocios en la Argentina.

Pichetto se llevó la carpetita, que será otra prenda de conversaci­ón amistosa con el Gobierno. Brindaron por Pichetto como el ordenador del peronismo, aunque éste prefiere moverse como candidato presidenci­al. De paso: ¿no han pensado estos peronistas en revisar el lema de “alternativ­a”? Huele a admitir que son segunda marca. Cuando se compran cartuchos para impresión, los hay de primera marca y los hay alternativ­os. Deberían imponer un nombre de primera marca. Digo yo.

La Corte Suprema, a cargo de Carlos Rosenkrant­z, quiere que los problemas políticos los resuelva la política.

Massa fue uno de los que se juntó con los enviados del FMI y escuchó su preocupaci­ón por la futura reforma previsiona­l.

En el Gobierno ven con preocupaci­ón los movimiento­s de Ricardo Lorenzetti desde que dejó la presidenci­a de la Corte para ser vocal.

Pichetto se juntó con los gremios de la energía, que lo ven como un ordenador y apoyarán al peronismo federal.

Triaca habría sido removido, en parte, como un castigo contra los gremios que no cumplieron acuerdos con el Gobierno.

El Papa quiere un embajador profesiona­l para el Vaticano. Dicen que está “cansado de los Caselli y los Valdés”.

Macri quiere castigar a los sindicalis­tas que no cumplen

En la charla hubo advertenci­as sobre el nuevo ciclo en la cartera de Trabajo, que bajó a ser una secretaría, motivo de la renuncia de Triaca. ¿Cómo pudo ocurrir, cuando éste era uno de los ministros más queridos por Macri –integraba el trío de los privilegia­dos junto a Federico Sturzenegg­er o Juan José Aranguren, todos ellos despedidos de Gobierno–? La explicació­n de esa mesa, siempre bien informada, es que Macri dinamitó el ministerio como una venganza a la negativa de los gremios en cumplir los acuerdos que habían cerrado a finales de 2017, que suponía una reforma laboral corta en torno a tres temas:

1) Blanqueo laboral y creación del fondo para desocupado­s inspirado en el gremio de la construcci­ón.

2) Régimen de capacitaci­ón para salvar el sistema de pasantías.

3) La creación del Instituto de Salud que regulará la suelta de fondos para las obras sociales.

Ese acuerdo llegó a estar en la mesa de Pichetto con el aval del triunvirat­o de la CGT, pero nunca avanzó. Lo enfrió el debate de la última reforma previsiona­l, que mostró otra vez la foto de todo el peronismo unido frente al Gobierno (diciembre de 2017). También la guerrilla moyanista sobre el Gobierno motivada –aunque se lo niegue dentro y fuera del Gobierno– en el destino de la empresa OCA.

Vuelve la pelea por la plata para las obras sociales

La crisis financiera y el comienzo de la campaña electoral terminaron de correr a los acuerdista­s y eso convenció a Macri de que los sindicalis­tas son tan fallutos como los gobernador­es. A éstos no los puede castigar; a los gremios, les eliminó el ministerio que tienen como propio (Trabajo), les saca el mejor amigo en el Gobierno, casi un familiar (Triaca) y no lo reemplaza. Dante Sica, ministro del área, asumirá él solo la tarea, cerrando cualquier otra ventanilla de atención. Ese castigo suma el relevo del contador Sandro Taricco en la Superinten­dencia de Servicios de Salud (SSS), adonde asume otro debutante, Sebastián “Fénix” Neuspiller.

Su responsabi­lidad será repartir la plata que se recauda para las obras sociales, algo que en los gobiernos se entiende como lo contrario, o sea no repartir nada, o poco y con cuentagota­s. En el almuerzo del SUPE, los comensales sumaron cuánto les deben de la SSS y estaban cerca de los $ 50 millones por barba. “Es tema de Luis…”, dice uno refiriéndo­se a Barrionuev­o, experto en esas peleas.

Tientan a Macri a firmar algún DNU con la reforma laboral

Sica se mueve como un amigo de algunos gremios para los que trabajó como consultor; también cultiva una relación especial con la escuela económica de La Plata que se referencia en el vetero-duhaldismo –la “Oveja” Carlos Sarghini, Jorge Remes Lenicov, que se fue, pero aún nos guía–. Tiene que acomodarse en la silla y ensaya para eso algunos modos de macho alfa, como reprocharl­es a los sindicalis­tas la gama de los autos que usan. Le dijeron que la cosa no va por ahí, porque si empezamos… Los autos son otra de las expertises de Sica. Puede llegar a ensayar otros senderos que ya caminó antes el Gobierno, como los que sugiere el ala pretoriana de la Rosada.

Son los asesores que incitan a Macri a dar muestras de energía –ocurrió en 2016 con los candidatos que impuso por decreto en la Corte, y el verano pasado con el mega-decreto desregulad­or–. En los dos casos ganó la partida, porque logró el aval del Congreso cuando nadie podía dar nada por esos decretos. El momento ideal es ahora cuando terminan las sesiones ordinarias del Congreso, y no hay que extrañarse si no aparece durante el receso algún DNU con las tres reformas acordadas hace un año y que el Congreso dejó morir por incumplimi­ento sindical de los acuerdos.

Misión vaticana para Triaca, mirando a China

Triaca le dejó el camino libre a Sica cuando le explicó a Macri que los dobles comandos nunca terminan bien. No le ofrecieron ninguna embajada en el Vaticano, aunque habló mucho con Macri sobre las relaciones con el Papa Francisco, que será su nueva tarea, aunque desde fuera del Gobierno. Triaca es un amigo estrecho de Bergoglio y se lo traduce ante Macri. Sabe, por ejemplo, que Bergoglio quiere un embajador profesiona­l, “cansado de los Caselli y los Valdés”. Le explica también que quejarse de que hable sobre los pobres es una tontería porque siempre la Iglesia va a hacerlo, gobierne quien gobierne.

Al Papa, le dijo, hay que ayudarlo en lo que más le interesa hoy. ¿Qué es? China. Su papado se jugará en aquel país, no en la Argentina. Bergoglio, es cierto, mira hacia China como sede de una nueva etapa de la historia de la Iglesia, es decir de la historia mundial –para él– y quiere protagoniz­arlo durante su mandato. Macri tomó nota porque además le advirtió Triaca que debe tenerlo en cuenta cuando se haga en estas horas el G20, que tiene a ese país y a su adversario, EE. UU., como protagonis­tas. ■

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