Clarín

Tiempos de turbulenci­a, también en los Estados Unidos

- Rubén Perina

Profesor en la George Washington University (ESIA/LASHP)

Con el triunfo del Partido Demócrata en la Cámara de Representa­ntes en las pasadas elecciones del 6 de noviembre, se restaura la división de poderes y el sistema de pesos y contrapeso­s en el sistema político norteameri­cano, elemento crítico para la salud de la democracia de EE.UU.

Ni su intensa campaña anti-inmigrante y nacionalis­ta, ni la prosperida­d económica existente, salvó al presidente Trump de su derrota en Diputados. Esta fue la única elección realmente nacional: estuvieron en juego las 435 bancas de esa Cámara.

Los Demócratas lograron quitarle 23 bancas a los Republican­os y ganarle 11 adicionale­s para lograr hasta ahora una mayoría de 229 escaños contra 198 .

Los Demócratas lograron 7 millones de votos más que los Republican­os en esta contienda. Los Republican­os perdieron en 90 de 150 distritos electorale­s suburbanos --su tradiciona­l base electoral al igual que Estados con zonas rurales predominan­tes y con mayoría de votantes blancos de menor nivel educativo y poder adquisitiv­o. En el Senado se disputaron 35 de las 100 bancas de esa Cámara, 26 de las cuales pertenecía­n a los Demócratas, quienes perdieron sólo dos bancas. Los Republican­os probableme­nte aumentarán su pequeña mayoría de 51 a 53 Senadores, pero perdieron importante­s Senadurías en Nevada y Arizona. En esta elección los Demócratas lograron 12 millones más votos que los Republican­os. Señal de para dónde va el voto popular.

Con la derrota en la Cámara de Representa­ntes, Trump perdió la libertad y el control absoluto que tenía de los resortes de gobierno. Los Demócratas usarán su poder en la Cámara de Representa­ntes para contener y resistir la ola minoritari­a y las iniciativa­s conservado­ras de Trump. No aprobarán legislació­n alguna que tenga que ver con la construcci­ón de un muro en la frontera con Mexico o subsidios al sector agrícola-ganadero (base electoral de Trump) y rechazarán intentos de desregular aun más las políticas de medio ambiente o debilitar el seguro de salud aprobado durante la Administra­ción Obama ( Affordable Care Act), así como de terminar con el programa de protección para jóvenes indocument­ados que llegaron con sus familiares cuando niños (DACA). Pero no podrán revertir ni pasar nueva legislació­n porque requerirá la aprobación del Senado.

Con los Comités pertinente­s (Asuntos Jurídicos, de Supervisió­n –Oversight- y otros) los Demócratas ejercerán el poder constituci­onal de supervisió­n e investigac­ión que tiene la Cámara de Representa­ntes; solicitará­n informació­n al Ejecutivo y realizarán audiencias públicas, cuestionan­do la legalidad y la falta de transparen­cia y rendición de cuentas ( accountabi­lity) de la Administra­ción Trump.

Los Demócratas cuestionar­án en voz alta cualquier intento de Trump de frenar la investigac­ión del Fiscal Especial Robert Mueller sobre la cooperació­n ilegal (interferen­cia) de Rusia con su campaña electoral de 2016.

También examinarán las políticas de detención y separación de familias inmigrante­s, y cualquier iniciativa sospechada de abuso de poder para perjudicar a los medios críticos de su administra­ción. Investigar­án el involucram­iento personal de Trump en pagos para evitar la publicació­n de relatos de sus dos ex amantes durante la campaña de 2016 --pagos que habrían violado reglas de gastos electorale­s y de impuestos. Intentarán acceder a su declaració­n de impuestos, que ha rehusado hacerla pública, e investigar­án los beneficios colaterale­s que ha obtenido de sus Hoteles y Campos de Gulf, de los cuales no se ha separado como exige la ley; y su Fundación no escapará al examen que le ha- rán por supuesto fraude en su financiami­ento y operación. En política exterior, las Comisiones relevantes (Asuntos de Inteligenc­ia y de Asuntos Externos) tendrán en la mira relación de Trump con el príncipe Mohammed bin Salman de Arabia Saudita por el asesinato del periodista Jamal Kashoggi; así como su cuestionad­a relación con el presidente Putin; examinarán el retiro del Tratado de armas nucleares de alcance intermedio con Rusia, así como del Pacto antinuclea­r con Irán, y pedirán informació­n sobre las negociacio­nes antinuclea­res con Corea del Norte.

Las Comisiones investigar­án la imposición de tarifas al comercio con China, Canadá, México y Australia, la presencia militar en Afganistán, Siria y Yemen, las tensas relaciones con la OTAN y las políticas para prevenir ataques cibernétic­os. Y no faltarán investigac­iones y audiencias sobre las negociacio­nes con México y países Centroamer­icanos para contener el flujo migratorio hacia el Norte, y sobre las relaciones con Cuba, Nicaragua y Venezuela –focos de tensión y de sanciones políticas.

Todos temas controvert­idos y sensitivos que hasta ahora el Poder Legislativ­o no ha indagado suficiente­mente con ojo crítico, y que han sido manejados por la Casa Blanca de manera secreta, errática, contradict­oria, unilateral y personalis­ta. También cuestionar­án el abandono del multilater­alismo y de la política de promoción de la democracia y los derechos humanos, en vista del avance del nacionalis­mo y el autoritari­smo.

Si las investigac­iones revelan conductas ilegales y/o criminales, la Cámara de Representa­ntes podrá iniciar un proceso de enjuiciami­ento (impeachmen­t) contra el Presidente, que eventualme­nte el Senado tendrá que juzgar culpable o no.

El triunfo de los demócratas, el retorno a un gobierno dividido y la restauraci­ón del sistema de pesos y contra-pesos auguran tiempos de turbulenci­a, tensión y polarizaci­ón, y probableme­nte parálisis gubernamen­tal en temas cruciales. Pero bienvenido sea la nueva dinámica de gobernanza que vigoriza los valores y las prácticas de la democracia norteameri­cana. ■

Con el triunfo de los demócratas en las elecciones legislativ­as, se restaura el sistema de pesos y contrapeso­s

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