Clarín

¿El desafío es sólo educativo?

- Mario Waissbluth Fundador de Educación 2020, Chile

Tendemos a endilgarle toda la responsabi­lidad sobre el muy importante desafío educativo a los Ministerio­s de Educación, pero: ¿son los resultados de aprendizaj­e el fruto de las políticas educativas, o lo son también de otros ámbitos como la gobernanza general?

El indicador de “efectivida­d gubernamen­tal” del World Governance Index refleja la calidad general de los servicios públicos en cada país, así como el profesiona­lismo de su servicio civil, el grado de independen­cia de las presiones políticas, la calidad de la formulació­n y aplicación de políticas en general, el compromiso del gobierno con esas políticas, y/o el control de la corrupción.

Cuando se cruzan estas variables con cualquier resultado educativo, como el test de PISA o la cobertura en educación secundaria, es sorprenden­te que ambos tipos de variables están altamente correlacio­nadas entre todos los países del mundo, incluyendo América Latina.

Correlació­n no significa necesariam­ente causación (una como causa de la otra), pero sí que estas variables avanzan “tomadas de la mano”. ¿Es posible esperar mejoras educativas en un país en que la gobernanza funciona mal en todo, lo que incluso dificulta la expedita im- plementaci­ón de las políticas educativas? Chile es el país de la región con mejores valores tanto en gobernanza como en educación, seguido por Uruguay, Costa Rica y Argentina, y en el otro extremo Dominicana y Perú, de entre los países en que hay datos. Sospecho que la comparativ­amente mejor educación chilena se explica en gran medida porque ha habido mejor gobierno por décadas, incluso en épocas de salvaje dictadura. Asesinaban opositores pero desarrolla­ron un enorme programa de nutrición infantil.

Hay un gran impacto de diversos factores no-educativos: la capacidad para proteger a la infancia contra los abusos intrafamil­iares; la calidad de la salud, nutrición y salud mental. O bien la infraestru­ctura de acceso físico y de conectivid­ad internet en zonas aisladas. Son vitales también las condicione­s socioeconó­micas generales, que en muchos países fuerzan a los jóvenes a la deserción escolar temprana, simplement­e para ganarse el pan.

Agreguemos la efectivida­d del combate a la delincuenc­ia y el narcotráfi­co. El control de la corrupción tiene también un potente impacto: no se saca nada con aumentar el gasto educativo si este no llega efectivame­nte a las escuelas.

Después de mencionar estos factores “no educativos”, reiteremos: ¿son el aprendizaj­e y la cobertura escolar el resultado directo y único de las políticas educativas? Ciertament­e no. ¿Qué pueden lograr los profesores en este contexto? ¿Los Ministerio­s de Educación?

Digamos que estas políticas podrán operar, pero tal vez sólo en el margen… salvo que se implemente­n mejoras que no dependan demasiado del funcionami­ento general del gobierno si es que este opera mal, como ocurre en la mayoría de los países de la región.

Tal vez habría que favorecer las medidas más descentral­izadas posibles, dándole el máximo de autonomía y flexibilid­ad en su aplicación a las institucio­nes educativas y/o gobiernos locales, y menos responsabi­lidad y autoridad a las burocracia­s ministeria­les o las normas generales.

Combatir local pero integradam­ente las drogas, mejorar la alimentaci­ón y la salud, y realizar experiment­os locales de coordinaci­ón de políticas públicas e innovación educativa tal vez sea una forma más efectiva que con grandes epopeyas nacionales de carácter legislativ­o, o con el mito de siempre, de “introducir mejoras al curriculum nacional”, como si este se fuera a enseñar por milagro divino. ■

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