Una iglesia con 16 millones de fieles y casi 190 años de historia
Para los mormones, el cristianismo se desvirtuó a partir de la muerte de los doce apóstoles y por eso Dios a través de un ángel le encargó a Joseph Smith (1805-1844) en Estados Unidos restaurarlo sobre la base de unos escritos labrados en oro que Jesús les habría entregado a antepasados in- dígenas en América. Con esas enseñanzas, Smith –considerado por sus seguidores un profeta- escribió el Libro del Mormón y fundó en 1830 la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Si bien la Iglesia tuvo una cierta expansión inicial, la sospecha entre los norteamericanos de que quería instaurar una teocracia y el hecho de que practicaba la poligamia –que luego prohibió- le acarreó a Smith muchos problemas. Tras los intentos de cerrar un periódico que lo había criticado duramente fue encarcelado y murió en prisión a manos de una turba.
En 1847 la iglesia logró establecer su sede en Salt Lake City, capital del estado de Utah, comparable con lo que es Roma para los católicos. Hoy cuenta con más de 16 millones de fieles, en su mayoría en EE.UU. y Canadá, varios grandes templos y centenares de capillas. Su actual presidente, Nelson Russell, un destacado cardiólogo de 94 años, compañero de estudios de René Favaloro, dice que cuando nació en 1924 no contaban con ningún seguidor en América Latina y que, en la actualidad, rondan los cuatro millones.
En la Argentina declaran tener 452 mil miembros distribuidos en 600 capillas, además del emblemático templo central, con las torres puntiagudas, que se ve desde Autopista Riccheri rumbo al aeropuerto de Ezeiza, al que, debido a sus normas, solo pueden entrar sus fieles.
Uno de los proyectos más singulares de los mormones es en el diseño del árbol genealógico de la humanidad. Para ello recurren a partidas de nacimientos y de bautismos, entre otras fuentes, y ya pudieron acopiar 6.000 millones de nombres que son microfilmados y guardados en una bóveda a 200 metros de profundidad en su sede de Utah, que resiste ataques nucleares. ■