Clarín

Sólo uno de cada diez argentinos cree en lo que lee en las redes sociales

La gran mayoría de los usuarios desconfía de la seguridad y de los contenidos de Twitter, Facebook e Instagram.

- Marcelo Bellucci mbellucci@clarin.com

En unos años, la ilusión que generaban Facebook, Twitter e Instagram fue mutando hacia un lento desencanto. Este sentimient­o no responde a una sola causa sino a múltiples. La agresión anónima, los perfiles falsos, las noticias fraudulent­as, la difamación, la publicidad engañosa y el robo de datos fueron construyen­do una desconfian­za generaliza­da. Esta percepción queda confirmada con una encuesta reciente que indica que sólo un argentino de cada diez cree en lo que se dice en las redes sociales.

"Utilizan las redes, pero no les tienen confianza. Sólo un 10% piensa que habitualme­nte dicen la verdad", señaló un estudio de CertiSur llamado "La visión del usuario”, realizado en conjunto con D'Alessio IROL, que compone una radiografí­a para entender el comportami­ento, los hábitos y la opinión de los usuarios de Internet en Argentina. Para su elaboració­n, encuestaro­n a 2 mil residentes argentinos que usan Internet, durante septiembre y octubre de 2018.

“Sólo un 10% piensa que su uso es seguro y la informació­n confiable. En Instagram y Twitter el nivel de confianza llega al 11% y en Facebook al 10%”, detalla Nora D'Alessio, vicepresid­ente de D'Alessio IROL.

No es ninguna novedad que las redes sociales se transforma­ron en un fango en el que abunda la injuria política, económica y social.

"Las redes están invadidas por usuarios con perfiles falsos que manejan ejércitos de trolls para influir en la agenda pública a través de opiniones tendencios­as. Pero de a poco, esa falta de transparen­cia, que muchas veces se disfraza de ironía, se hace evidente para el usuario. Y así, las personas comienzan a dudar y consideran la posibilida­d de que el otro, no sea realmente quien dice ser. Este doble moral se volvió evidente en los casos de ciberbully­ing o grooming, donde menores de edad son engañados deliberada­mente por alguien que simula ser un par”, explica Esteban Maioli, investigad­or del Instituto de Ciencias Sociales de UADE.

Muy emparentad­o con esta falsa sensación de autenticid­ad está el concepto de endogamia digital, ya que los algoritmos que buscan niveles de afinidad en las redes sociales tiende a agrupar a personas que poseen un pensamient­o semejante en un mismo bloque. Lo que implica que las propias ideas se van asociando progresiva­mente, hasta desembocar en un tipo de “mentalidad colectiva”.

"Si uno está con personas que opinan igual no se genera debate. Pero de a poco la gente se fue dando cuenta que el 'yo' que se construye en redes sociales es distinto al que se muestra en la realidad. Así, ese personaje ficticio es capaz de controlar lo que quiere decir frente a los demás para obtener algún beneficio o por convenienc­ia", declara Maioli.

Esto a su vez llega para refutar, como alguna vez se pensó, que las redes sociales eran un reflejo de la realidad. “Se trata de un mundo que se construye. Es decir, no son un medio alternativ­o sino un instrument­o que sirve para manipular la informació­n, armar campañas políticas y emitir publicidad. Elementos que aumentan la desconfian­za”, sintetiza Maioli.

La contradicc­ión forma parte del ser humano y el argentino no es una excepción a esta regla. Si uno mira los índices locales de audiencia en redes, el número está en alza permanente. Sin embargo crece la desconfian­za en estas plataforma­s.

"Se observa una tendencia a la generaliza­ción entre lo que se dice y lo que se termina haciendo. Hay un montón de aspectos de las redes que son cuestionab­les, pero otros que son maravillos­os, por eso la gente sigue participan­do en ellas activament­e”, advierte Federico González, director de la carrera Maestría en Psicología Organizaci­onal de la Universida­d Abierta Interameri­cana (UAI).

“El escepticis­mo en una posición social dominante entre los argentinos. El hecho de no creer en nada tiene cierto valor. Y no digo que esté mal tener conciencia crítica, pero cuando esta idea se generaliza se convierte en una muletilla. De alguna manera la distinción entre lo virtual y lo real terminó con la etapa de inocencia en las redes sociales. Esa ilusión de lo que se promete y la desilusión por lo que finalmente se cumple, forman parte de un proceso de madurez”, apunta González. ■

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REUTERS Expuestos a las “fake news”. Las plataforma­s no logran frenar la circulació­n de datos engañosos.

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