Clarín

Los “relatos salvajes” de los hermanos Coen

Ya está disponible, tras pasar por el Festival de Venecia, esta película en episodios de los directores de “Sin lugar para los débiles”. Son seis historias con el Lejano Oeste de trasfondo, con James Franco, Liam Neeson y Tom Waits, entre otros.

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

La balada de Buster Scruggs

Western/comedia/drama. EE.UU., 2018. 133’, SAM 16. De: Ethan y Joel Coen. Disponible en: Netflix.

Iba a ser una miniserie para televisión, y terminó siendo un filme que se subió a la plataforma de Netflix. La balada de Buster Scruggs es otra joyita de los hermanos Coen, y su debut en el universo del streaming tras pasar por la competenci­a del Festival de Venecia.

Es un western, más que un homenaje al género. Los rasgos que imperan en buena parte de la filmografí­a de los directores de Fargo y Sin lugar para los débiles (¿no era, acaso, una suerte de western contemporá­neo?) flamean aquí y allá en cada uno de los seis relatos salvajes que cuenta La balada de Buster Scruggs.

Cínicos cuando no irreverent­es, los Coen sienten simpatía por el género. Temple de acero, la remake del filme de Henry Hathaway, con John Wayne, fue una muestra. Ahora, arremeten con seis historias breves, seis relatos salvajes con el Lejano Oeste pero no de fondo. De frente y de perfil.

Los realizador­es de Simplement­e sangre le hincan los dientes al saloon, a lo polvorient­o, a los indios, a los rifles Winchester que hay que recargar. Lo único que faltarían son las bolas de pasto seco trasladánd­ose de un lado a otro de la pantalla.

La balada... es así una suerte de antología, brillante, con humor en el primer episodio y varias muecas agrias en la mayoría de los casos. Son como viñetas narradas con sentimient­o, lo que no es lo mismo que sentimenta­lismo, pero en las que la violencia y la muerte acechan a cada instante.

Con los Coen aprendimos que la violencia puede ser espantosa, pero también bellamente fotografia­da.

El episodio que abre y que da título al filme es un pistolero legendario. Vestido de blanco, con sombrero alado, cabalga sobre su corcel y toca la guitarra. No adelantemo­s más del personaje con el que Tim Blake Nelson vuelve a trabajar con los hermanos Coen, tras ¿ Dónde estás, hermano?

El segundo es protagoniz­ado por James Franco, sentenciad­o a la hor- ca y con momentos realmente hilarantes. Lo sigue un fenómeno casi de circo, un hombre sin piernas ni brazos, que recita ante eventuales espectador­es de pueblos, viajando en carreta, acompañado por el personaje que interpreta Liam Neeson.

El cuarto, uno de los más líricos, tiene a un viejo buscador de pepitas de oro (Tom Waits), en plena naturaleza; el quinto -y, tal vez, el mejor, el más logrado- tiene a Zoe Kazan, nieta de Elia, como una joven en plena travesía entre carromatos, con destino desconcert­ante e inesperado; el sexto y último remite a La diligencia, de John Ford, con cinco viajeros a bordo y una extensa charla.

La gravedad de los relatos se va tornando más oscura, luego de arrancar con un decidido tono de comedia. Aunque los personajes sean, casi siempre, perdedores, y crean que pueden afrontar vicisitude­s y salir airosos, sabemos lo que los Coen suelen depararles.

El destino es uno, y es ciertament­e difícil escaparse de él.

La balada de Buster Scruggs es un western a la vieja usanza, de la vieja escuela, en tanto y en cuanto los apuntes satíricos son una marca registrada de los directores. No es que se estén burlando de él. Vean, sino, cómo recortan en cada uno de los seis episodios a sus personajes sobre esos gigantesco­s paisajes abiertos. ■

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Buster Scruggs. Tim Blake Nelson, protagonis­ta del primer episodio, el que da título a la película de los Coen, producida y difundida por Netflix.

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