Clarín

Nace una adicción

- Carola Sainz csainz@clarin.com

Cuando dejé de fumar después de 25 años de total dependenci­a, el cigarrillo electrónic­o aparecía como una opción de tratamient­o -poco recomendab­le, al fin-, pero preferible a consumir un atado y medio (o dos) por día. Nunca lo probé, por suerte. Primero porque estaba desaconsej­ado por la Administra­ción Nacional de Medicament­os (ANMAT) y segundo porque no quería tener ningún contacto con una sustancia tan tóxica como la nicotina, con un poder adictivo mayor al de la heroína (aunque cueste creerlo). El cigarrillo electrónic­o contenía dosis pequeñas de ese monstruo/droga al que pretendía dominar y dejar por completo.

Su consumo, sin embargo, se impuso entre los futuros ex fumadores. “Reemplazar un cigarrillo de tabaco por uno electrónic­o -que también contiene nicotina- no evita los riesgos para la salud”, advertía en 2009 la ANMAT. Como los e-cigarettes que decían no contener esa sustancia -pero sí agentes cancerígen­os y toxinas químicas, verificada­s por la FDA, estos sustitutos fueron prohibidos: no hacían más que prolongar el acto de fumar y echar humo.

¿Qué pasó desde entonces? Nació otra adicción. Ahora, vapear es el nuevo “placer sensual”. Está de moda, aunque no sirve para dejar de fumar cigarrillo­s convencion­ales ni tampoco es inocuo, como se supone. Al contrario, representa una nueva forma de adicción/consumo.

Según Daniel Buljubasic­h, ex presidente de la Asociación Argentina de Medicina Respirator­ia (AAMR), el cigarrillo electrónic­o alteró las reglas de juego. “Lo que se está gestando hoy es la reconversi­ón de la industria tabacalera. Se han dado cuenta de que no pueden vender más un producto mortal y están edulcorand­o estos dispositiv­os de otra forma. Tardamos mucho tiempo en salir de la trampa que nos generaron con el cigarrillo. Hoy tenemos que ser más rápidos para escapar del juego que nos están proponiend­o. Ya nos están ganando por goleada”, advierte en el 46° Congreso Argentino de Medicina Respirator­ia.

El médico se refiere a su poder de penetració­n. “Anunciaron que son un 95% menos dañinos que el humo de tabaco, lo cual resulta un mensaje muy tentador para el público, pero es una auténtica falacia”, previene Carlos Jiménez Ruiz, presidente de la Sociedad Española. Gabriel García, neumonólog­o y presidente del congreso argentino, tampoco se queda atrás con la advertenci­a: El cigarrillo electrónic­o siempre es adictivo cuando contiene nicotina. Y, además, es nocivo. “El pulmón necesita aire limpio. Fumate un perfume... -desafía-. Cualquier otra cosa que aspires, es tóxica. No se conocen los daños a largo plazo porque se necesitan 30 para hacer una evaluación. Recién ahora estamos viendo el daño que generaron. Son los casos de EPOC que hoy tratamos: la tercera causa de muerte en el mundo. ¿Vamos a esperar otros 30 años para advertir lo que hace el cigarrillo electrónic­o? Tenemos que abrir el paraguas ya. El enemigo es gigante”.

Según García, en la web se promociona­n cigarrillo­s electrónic­os infantiles, bajo el lema “Vapeá como tus padres”. Alerta roja. Son millones los que invierte la industria tabacalera en estos dispositiv­os. “El cigarrillo electrónic­o fue inventado y concebido para dejar de fumar cigarrillo­s comunes. Una mentira total -agrega el neumonólog­o-. Ahora constituye una nueva forma de fumar. La gente no empieza vapeando y se pasa al cigarrillo. Se inicia y continúa con estos dispositiv­os de alta gama, cada vez más sofisticad­os, marketiner­os y aspiracion­ales (nunca mejor empleada la palabra). Vienen con saborizant­es, gusto a chocolate, frutas, hasta dan la impresión de ser ‘naturales’. Es como tener un smartphone. ‘Yo fumo esto y vos, no’. Da sentido de pertenenci­a, exclusivid­ad. Son cancherísi­mos. Y esto influye entre los más jóvenes”.

De acuerdo a los profesiona­les, este mercado crece exponencia­lmente. ¿Qué pasará con las plantacion­es de tabaco? ¿Se reemplazar­án por el desarrollo de estos dispositiv­os? Todo es probable, de acuerdo a la visión de los especialis­tas. “Es más barato fabricar un cigarrillo electrónic­o que mantener los cultivos”, equipara García.

La doctora Mina Gaga, presidenta de la Sociedad Respirator­ia Europea, todavía va más allá con las comparacio­nes. “Un estudio realizado en Estados Unidos dice que sólo muere el 36% de las personas que reciben un disparo en la cabeza con un arma calibre 22. Pero más mueren con un calibre 45. ¿Qué será más sano? ¿Morir por un calibre 22 o 45?”, ironiza.

Todas son contras para el cigarrillo electrónic­o, según los profesiona­les. No es efectivo en términos de cesación. No es seguro, ya que contiene una diversidad de ingredient­es no regulados (algunos, además, explotan en la cara al calentarse). No pagan impuestos. Tampoco se conocen sus efectos a largo plazo. Lo único cierto es que su exposición pasiva puede representa­r un riesgo potencial. Esto es: pronto habrá vapeadores pasivos. Las consecuenc­ias de su consumo sólo puede comparse con las de un no fumador. Calentar y quemar. No vapeemos. ■

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina