Clarín

Parecidos y diferencia­s con el Plan Primavera de Alfonsín

- Emilio Ocampo Economista e historiado­r

Se ha puesto de moda comparar el plan FMI-Dujovne-Sandleris (el “Plan 00”) con el “Plan Primavera” lanzado en agosto de 1988 por el presidente Raúl Alfonsín. Como bien señala una nota reciente, el único objetivo del Plan Primavera fue evitar “un colapso económico virtualmen­te catastrófi­co que ya asomaba como amenazante”.

Es decir que se trataba de “aguantar y rezar para que no explote todo” antes de las elecciones y de esta manera mejorar las chances del oficialism­o. Como es sabido, el Plan Primavera no alcanzó este objetivo y desembocó en la hiperinfla­ción de 1989 que puso un fin anticipado al mandato presidenci­al de Alfonsín. Hay quienes sostienen que el Plan 00 terminará igual. La analogía es interesant­e y vale la pena profundiza­rla. Sin embargo, quienes la proponen a veces parecen confundir sus pronóstico­s con sus deseos.

Hay varias diferencia­s esenciales entre el Plan Primavera y el Plan 00. En primer lugar en agosto de 1988 Argentina estaba al borde de la hiperinfla­ción. Ese mes la tasa de inflación según el INDEC ascendió a 27,6%. En segundo lugar, el país se encontraba en cesación de pagos y no tenía acceso a los mercados de capitales internacio­nales.

En tercer lugar, el régimen cambiario del Plan Primavera era completame­nte distinto: existía un mercado oficial controlado y un mercado libre o financiero. Básicament­e era un esquema para “esquilmarl­e” divisas a los exportador­es (que vendían divisas al tipo de cambio oficial) y los importador­es (que compraban divisas al tipo de cambio libre).

En cuarto lugar, en aquel entonces no hubo apoyo del FMI (que lo negó explícitam­ente) sino del Banco Mundial, condiciona­do no a llevar el déficit fiscal primario a cero sino más bien a una apertura comercial y una reestructu­ración de la deuda externa. En quinto lugar, este apoyo no es comparable en magnitud con el que comprometi­ó el FMI en octubre pasado (los 1.250 millones de dólares que el Banco Mundial se había comprometi­do a desembolsa­r en 1988 ajustados por inflación hoy equivaldrí­an a 2.700 millones). Los montos efectivame­nte desembolsa­dos fueron significat­ivamente menores en aquel entonces (sólo 150 millones de dólares).

También hay diferencia­s importante­s en el entorno político que rodeó al lanzamient­o de ambos planes. Cuando se lanzó el Plan Primavera el radicalism­o venía de perder las elecciones de septiembre de 1987. El golpe más duro fue en la Provincia de Buenos Aires donde perdió la gobernació­n. La estabilida­d del gobierno de Alfonsín no sólo era jaqueada por la oposi- ción, sino también por militares desafectos que intentaron derrocarlo en tres ocasiones (abril de 1987 y enero y diciembre de 1988).

No es difícil encontrar analogías entre la situación actual y otras del pasado. Después de todo, desde 1946 en adelante el país ha experiment­ado una sucesión de desbordes populistas seguidos de planes de ajuste. La primera iteración de este ciclo fue bajo el primer gobierno peronista que de la “fiesta” pasó a la austeridad. Estamos viviendo una fase más de ese mismo ciclo, lo cual evidencia una notable incapacida­d de aprendizaj­e colectivo y de la dirigencia política.

Desde el punto de vista estrictame­nte económico la fase del ciclo que se inició en diciembre de 2015 se parece más a la que comenzó en abril de 1976 que a la que comenzó en agosto de 1988. Sin embargo, el Plan Primavera y el Plan 00 se asemejan en dos aspectos fundamenta­les.

Primero, por sus limitados objetivos. Segundo, por su vulnerabil­idad al calendario electoral. A medida que se generaliza­ba la convicción de la inevitabil­idad de un triunfo peronista, los débiles cimientos sobre los que se sostenía el Plan Primavera fueron colapsando. En abril de 1988 la inflación mensual alcanzaba 200%. Al mes siguiente hubo elecciones anticipada­s y ganó el candidato peronista con 47,5% de los votos.

La mayoría de los analistas políticos coinciden en que el triunfo electoral de Macri en 2019 depende de que en los próximos meses la actividad económica se recupere y la inflación baje. Es decir, las expectativ­as de que no gane el peronismo dependen del éxito del Plan 00 y éste a su vez de aquellas. Es un bucle de realimenta­ción que puede inclinarse para un lado o para el otro. Si es negativo y se afirma la expectativ­a de un triunfo peronista, su dinámica será explosiva. En tal caso, el Plan 00 puede terminar como el Plan Primavera.

La otra similitud importante entre ambos planes, no mencionada por quienes proponen –con clara intenciona­lidad política– la identidad entre ambos, es que al igual que en 1989, aun si el peronismo ganara en las próximas elecciones presidenci­ales su margen de maniobra en términos de política económica sería muy limitado. Si decide la cesación de pagos, la economía entrará en una recesión tan profunda como la de 2002.

La única manera de evitar este escenario es avanzar con reformas que permitan a la economía argentina alcanzar niveles de competitiv­idad y eficiencia similares a los de las economías de los países vecinos y crecer de manera sostenida. Está claro que con más populismo, gradual o de shock, las probabilid­ades de alcanzar este objetivo son nulas.

Sean quienes fueren los candidatos, en 2019 se volverá a plantear la disyuntiva de 2015 (y de 2011): emular a la Venezuela chavista o iniciar de una buena vez el largo y arduo camino hacia un país con una economía viable que garantice estabilida­d y crecimient­o. Cualquier opción intermedia sólo conseguirí­a retrasar la primera. ■

Se trataba de “aguantar y rezar para que no explote todo” antes de las elecciones y de mejorar, así, las chances del oficialism­o

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina