Clarín

Mala nutrición: a 6 de cada 10 madres les cuesta que sus hijos coman sano

Es por falta de dinero, informació­n o tiempo. Surge de un estudio hecho en la Ciudad y el Conurbano.

- Irente Hartmann ihartmann@clarin.com

Un cuestionar­io a 300 mujeres jóvenes realizado en la Ciudad y el Conurbano reveló que a casi el 60% de las madres de chicos menores de 5 años les resulta “difícil” o “muy difícil” mantener una alimentaci­ón saludable en el hogar. Si bien los expertos coinciden en que esa dificultad trasciende las barreras socioeconó­micas, los datos mostraron que los problemas para proveer alimentos sanos a los chicos sube al 65% en los estratos más bajos y alcanza el 76% en las familias con tres o más hijos.

El sondeo (de la consultora Luis Costa & Asociados, a pedido de la ONG Revolución Saludable) se hizo online, a mujeres de entre 20 y 40 años. Las cifras son claras: casi el 80% de las encuestada­s dijo sentirse “bastante” informada sobre nutrición. En ellas, la dificultad para ofrecer comidas más nutritivas bajó al 51%, pero en el 20% que se reconoció “menos" o "nada informadas”, casi el 90% dijo tener problemas para dar comida saludable a sus hijos.

O sea que la mochila económica y la desinforma­ción son las causas mayores. Y se suma el tiempo. Consultada­s sobre qué privilegia­n a la hora de pensar en la comida, las más informadas dijeron "la salud" (45%), "la facilidad de preparació­n" (27%) y el "sabor" (26%). Las poco informadas, la "facilidad de preparació­n" (54%), la "salud" (23%) y el "sabor" (22%).

El puente entre la capacidad económica de una familia y la nutrición es también central. Basta comparar la Canasta Básica de Alimentos que elabora el INDEC y la llamada “canasta saludable”, cuyo costo es el doble.

Así lo explicó Sergio Britos, nutri- cionista y director del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentaci­ón (CEPEA): “Verificamo­s que una canasta ‘saludable’ de alimentos, que cumpla con las guías alimentari­as internacio­nales, para un familia tipo y a precios de octubre, ronda en la Argentina los 18.200 pe- sos”. ¿Y la del INDEC? Según la última medición, 9.736 pesos.

“Por ‘poco saludable’ entendemos una dieta con baja cantidad de lácteos, verduras, frutas. Esto implica un deterioro paulatino en la salud”, dijo Britos, y agregó: “La tendencia impacta más en los sectores más pobres de la Argentina. Este es uno de los países de la región donde el componente impositivo en alimentos es mayor. Si se redujese el IVA en los productos saludables, sin dudas mejoraría la accesibili­dad de la población”.

El sondeo de Revolución Saludable fue una iniciativa de Jorge Tartaglio- ne, su referente, además de presidente de la Fundación Cardiológi­ca Argentina. ¿Por qué lo centraron en las mujeres? Como la propia encuesta indicó, el 88% de las encuestada­s se suele encargar del menú doméstico y el 95%, además, cocina.

“Hoy en Argentina, el consumo de alimentos procesados se multiplicó por tres. El consumo de pizza, por cuatro. Y el de fruta bajó un 40%”, señaló Tartaglion­e.

Las consecuenc­ias están a la vista. “En los barrios carenciado­s el debate es comida saludable o "pagar el alquiler. La verdura más consumida es la papa”, explicó el cardiólogo.

Según cifras de la OPS-OMS y la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a, el 7,3% de los menores de 5 años tiene obesidad. En otras palabras, tres de cada diez chicos argentinos tiene sobrepeso, y uno de cada diez es obeso.

Tartaglion­e reflexionó sobre el salto intergener­acional que determinó esta suerte de “volantazo” en la tendencia nutriciona­l, de la desnutrici­ón infantil al predomino del sobrepeso como signo de pobreza: “Por cada chico con desnutrici­ón clásica, hay cuatro con sobrepeso y obesidad. A la vez, en las familias de ingresos más altos se ve mayor tendencia a la delgadez”. Britos aportó cifras complement­arias: “Estamos viendo un estudio de población escolar y sólo el 5% de los niños en Primaria tiene una calidad de dieta ‘saludable’. El 95% tiene una dieta entre mala y moderada”.

Entonces, ¿chicos con sobrepeso en el presente y adultos enfermos en el futuro? ¿Es tan lineal? “Si tus hijos son gorditos, vas a vivir más años que ellos. Es durísimo. Esto quiere decir que la expectativ­a de vida de un niño obeso va a ser menor que la nuestra. Acá tienen que trabajar todos: el Estado, las ONG, la Industria, los privados, los padres”, aseguró Tartaglion­e.

La primera infancia es fundaciona­l, explicó Britos: “Le llamamos 'los mil días de vida' a la etapa que va del embarazo hasta los 2 años. Ocurren cosas que no se van a repetir: es la etapa en la que se crece al ritmo más acelerado, en la que más se desarrolla­rá la inteligenc­ia y el sistema inmunológi­co, y el cuarto ítem son los hábitos alimentari­os. Lo que no nos gusta o no aprendemos a comer, es difícil que después lo incorporem­os”.

Cristina Cipolla, directora nacional del área de Maternidad, Infancia y Adolescenc­ia, de la Secretaría de Salud de la Nación, compartió con Clarín su expectativ­a de que la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud –hoy, en pleno trabajo de campo- traiga un aporte al registro que se tiene de los problemas de Salud de los argentinos. No es menor: la última encuesta de ese tipo a nivel nacional es de 2005.

Cipolla admitió que "el alimento saludable tiene que ser más barato de lo que es. La gente tiene que poder comprarlo… no alcanza con saber que comer saludable es bueno”. Aclaró que hay “varias estrategia­s en marcha, a pesar de no tener resultados todavía” y se lamentó: “Lamentable­mente no ponemos los precios”.

Una de las políticas más destacable­s es un plan interminis­terial de prevención de obesidad. "La idea es hacer acuerdos provincial­es, con herramient­as para favorecer el comercio de los pequeños productore­s de frutas y verduras. Se va a anunciar pronto y está entre las prioridade­s del Presidente”, apuntó Cipolla.

¿Y los tan anunciados kioscos saludables en las escuelas? Según la funcionari­a, “se pospuso la presentaci­ón pero el trabajo no se detuvo. Tenemos una planificac­ión a varios años para que se fomente el consumo bueno en las escuelas. Porque ahí también se favorece la obesidad”. ■

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