Clarín

Los Dörfler, la familia experta en restaurar los mejores techos porteños

Inmigrante­s. El abuelo trabajó en la cúpula del Correo Central. También recuperaro­n la del Congreso y las de otros íconos.

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El árbol genealógic­o de los Dörfler tiene sus raíces en Alemania, pero sus ramificaci­ones llegaron hasta la Argentina. La historia de la familia ubica el comienzo del oficio de pizarreros en la primera década del 1700, en la zona de Graben - Neudorf, provincia de Baden, al sur de ese país.

Pero el primer Dörfler en Argentina llegaría más de 200 años después. Fue Rudolf, quien se alojó en el Hotel de los Inmigrante­s para la década del20. Y su primer trabajo no pudo haber sido más impactante: “Los techos del Correo Central. Fue lo primero que hizo. Tardó un año con un solo ayudante. Nosotros para restaurarl­o, tardamos dos años con diez personas”, recuerda Christian, su nieto.

Como no podía ser de otra manera, los Dörfler también se encargaron de la restauraci­ón cuando el Correo pasó a ser el CCK. En esa obra encontraro­n pizarras con anotacione­s en alemán, escritas por su abuelo.

Rudolf se instaló en Castelar, donde había una colonia de alemanes. Se casó con Luise Ritter y tuvieron siete hijos; dos de ellos, Rodolfo y Fridolín, también se dedicaron a los techos. Fridolín es el padre de Christian. “Mi tío Rodolfo además era misionero, vivió 11 años en el Congo belga. Era el mejor techista que conocí. Desde chico yo disfrutaba de ir a las obras y verlos trabajar. Veía como armaban los andamios y me parecían castillos. Y mas allá de lo que aprendí del oficio, me gustaba escuchar las historias de sus viajes, de Alemania, del Congo. Las historias de su vida”, rememora Christian, que es arquitecto.

“Con los años me fui dando cuenta que mi padre no disfrutaba lo que hacía, lo veía como una obligación, era su oficio y tenía esa rigidez alemana para llevar a cabo su tarea. Recién de grande empezó a disfrutarl­o. Ahora él me acompaña a mí. No puede creer todo lo que hemos logrado, tener nuestro propio libro familiar, conservar la historia. ‘Si tu abuelo viera todo lo que estamos haciendo’, me ha dicho”, se emociona Christian.

Además de restaurar el techo del CCK, los Dörfler han hecho lo propio en la Basílica de Luján, el Palacio de Aguas, el Congreso de la Nación, y recienteme­nte las estaciones de Retiro y Constituci­ón. Y en breve comenzarán a trabajar en los techos del Palacio de Justicia de La Plata.

En Alemania quedó parte de su familia. Ellos siguen trabajando en techos. Y continúan en contacto: “No pueden creer lo que hacemos aquí. En Europa se realiza mucho mantenimie­nto, porque la reconstruc­ción de los techos se hizo luego de la Segunda Guerra Mundial, y los nuevos se hacen de manera industrial. Nuestros proveedore­s de zinc y pizarras nos piden fotos de nuestros trabajos para publicarla­s en los calendario­s o en sus páginas web”, cuenta.

El apellido está preservado en sus tres hijas. Aún son chicas, pero ya lo acompañan a las obras. Quizá alguna continúe el oficio. Pero ya la historia de las cúpulas porteñas les tiene reservado a los Dörfler un capítulo. ■

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SILVANA BOEMO Legado. Christian Dörfler es arquitecto y heredó el oficio de su padre y su abuelo.

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