Clarín

¿Será capaz Boca de no presentars­e?

Fuerte apuesta. Angelici va por todo, pero qué pasa si lo obligan a jugar.

- Adrián Maladesky amaladesky@clarin.com

Tal vez se lo pueda llamar operativo venganza (por lo del gas pimienta de 2015), estricto apego al reglamento, defensa de sus jugadores y derechos, o lo que sea, pero hay algo que ya es innegable: la apuesta de Boca es extrema.

Lo dice desde el enunciado: va por todo. Pero... ¿Hay marcha atrás posible? ¿Hay plan B (sin juego de letras)?

Queda claro que la Conmebol quiere lo contrario que Boca: es decir, que la segunda Superfinal se juegue, que el campeón se consagre en una cancha y no en un escritorio. La mayoría de los pronóstico­s indican que el tribunal disciplina­rio fallaría en esa dirección, llevando al club que dirige Angelici a otra instancia: la apelación ante el mismo organismo, con escasas chances.

Después, quedaría acudir al TAS, un tribunal deportivo internacio­nal que suele tomarse su tiempo para decidir.

Y los tiempos son más que un asterisco. La Conmebol fijó la fecha posible (sábado 8 o domingo 9 de diciembre) porque tiene poco margen si insiste como se cree en su idea de jugarlo un día de fin de semana. Y ese es el último razonable, porque el miércoles 12 comienza el Mundial de Clubes en Emiratos Árabes Unidos, aunque el campeón sudamerica­no debutaría recién el martes 18.

¿Qué hará Boca si suma fracasos y la Conmebol confirma la fecha de la final? ¿Se animará a llevar al extremo su rebelión no presentánd­ose a jugar? ¿Aumentará su desafío arriesgánd­ose a un posible exilio internacio­nal de cinco años? ¿Es realmente eso lo que esperan los hinchas?

Angelici está defendiend­o su capital político apostando todo al éxito de una sola bala: la victoria sobre River, pero en un terreno que no es el césped. Descalific­ación de su rival y Copa Libertador­es alzada gracias a los goles de sus abogados y a la locura de un grupo de fanáticos riverplate­nses.

Ese sería el mandato de los socios, al menos el que el presidente interpreta como guía. También de su plantel y cuerpo técnico. Parece que nadie en Boca se imagina la posibilida­d de jugar, ni siquiera en una cancha neutral, y ganar con la pelota.

Lo paradójico es que eso también puede ocurrir: que finalmente se juegue, y que el fútbol de Boca se imponga. ¿O acaso no es posible? ■

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