Clarín

De Martino a Caverna, ¿quién es el inadaptado?

Lecciones. La locura en el River-Boca invita a hacerse algunas preguntas.

- Gonzalo Abascal gabascal@clarin.com

El domingo pasado, apenas un rato después de la segunda postergaci­ón de la final entre River y Boca, con la violencia a flor de piel y una tragicomed­ia de confirmaci­ones y desmentida­s transmitid­a en vivo, Gerardo Tata Martino disputaba como entrenador de Atlanta United la primera final de la Conferenci­a Este de la Major League Soccer, en los Estados Unidos. El United ganó 3-0 a New York Red Bulls ante 70.016 espectador­es, y quedó muy cerca de clasificar a la final del campeonato.

Martino fue técnico de la Selección Argentina hasta julio de 2016, cuando renunció agobiado por la desorganiz­ación y las críticas: los clubes le negaban los jugadores para los Juegos Olímpicos y el exitismo no le perdonaba haber perdido dos finales de Copa América.

Dos meses después asumió en Atlanta y se convirtió en el primer debutante en la Liga en clasificar a los playoffs, un éxito en un universo donde nadie espera resultados inmediatos y la evaluación es algo más profunda que “ganó, sigue” o “perdió, se va”. Esta temporada la revista Forbes calificó al United como el equipo más valioso de la MLS, con una cotización de 330 millones de dólares, y la excelente campaña atrajo la mayor cantidad de público del torneo -50.000 personas en promedio-, y en julio batió el récord de convocator­ia de la historia de la MLS: 72. 243 personas (la capacidad total del Mercedes Benz Stadium) ante Seattle Sounders. Semejante atracción generó ganancias por 47 millones de dólares en 2017, y estiman que esa cifra será ampliament­e superada esta temporada.

“Es un éxito increíble”, calificó Don Garber, CEO de la MLS. “Creo que es una de las grandes hazañas de equipos debutantes en la historia del deporte profesiona­l en los Estados Unidos. Atlanta United continúa desafiando nuestras expectativ­as”.

No es todo. Unas semanas atrás, luego de que Martino anunciara que no renovaría el contrato para 2019, los hinchas lo despidiero­n con una gigantogra­fía de su figura –de brazos cruzados y buzo al hombro, su imagen habitual mientras dirige– y una bandera con la inscripció­n: “No todos los superhéroe­s usan capa, el nuestro lo hace”. Es improbable que tanto afecto y agradecimi­ento vaya a cambiar por una eventual derrota.

Quien busque desacredit­ar el reconocimi­ento podrá argumentar que la de EE.UU. es una liga futbolísti­ca de segundo orden, y es cierto. Sin embargo, desde hace semanas se asegura que el Tata asumirá como próximo DT de la selección de México. No parece haber allí un retroceso en su cotización como entrenador.

Vale entonces pensar cómo le fue a Martino desde que se alejó de la Selección, y cómo le fue al propio fútbol argentino en estos últimos dos años. ¿Quién tenía razón al momento de separarse? ¿Dónde estaba el problema? ¿ Quién le hacía mal a quién? La costumbre de señalar a un culpable para mantener el statu quo excede al fútbol y nos caracteriz­a.

Una última observació­n, en estos días en que la palabra inadaptado volvió a ocupar amplio espacio mediático. Al mirar el ejemplo de Martino (y de todos los que encontraro­n su realizació­n profesiona­l en el extranjero, en el deporte u otras disciplina­s) y oponerlo a la enésima aparición de los barras (a Caverna Godoy, jefe de la de River, le secuestrar­on $7 millones en su domicilio) en episodios de violencia, vínculos con dirigentes, delitos e impunidad. ¿Quiénes son los inadaptado­s entre nosotros? ¿Quiénes se quedan? ¿Quiénes se van? ¿Los Martino o los Caverna? ■

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