Clarín

Lejos de la sustentabi­lidad climática

- Enrique Maurtua Konstantin­idis Director de cambio climático de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN)

Argentina comunica desde hace unos años la búsqueda de su “reinserció­n” en el mundo, lluvias de inversione­s y consecuent­e desarrollo de la economía, reducción de la pobreza y mejor calidad de vida para todos los argentinos.

Con varios años del siglo XXI transcurri­dos, es impensable plantear estos objetivos sin atender la lucha contra el cambio climático. Un fenómeno que influirá en todas esas aspiracion­es, y que ya está dando claras muestras gratis de lo que puede ser el futuro (sequías, inundacion­es, cosechas perdidas).

Desde temprano en su gestión, el gobierno actual decidió poner atención en la acción climática. A tan sólo dos días de asumir, Argentina se comprometí­a a mejorar su compromiso climático, desde Energía se avanzó con planes de eficiencia y energías renovables, y se consiguier­on avances sobre algunas áreas protegidas.

Sin embargo, ya pasados tres años de gestión, empezamos a ver que el rumbo de las decisiones del gobierno actual no siguen tan alineadas con la sustentabi­lidad climática como aquellas promesas iniciales.

El “Brown To Green Report” realizado por “Climate Transparen­cy”, un consorcio internacio­nal de Think Tanks especializ­ados en la performanc­e climática de los países de G-20 refleja claramente esta tendencia: Argentina dio pasos iniciales en algunos temas positivos con las energías renovables, pero está apostando sus fichas fuertement­e a ideas del siglo pasado, como los hidrocarbu­ros de Vaca Muerta, para planificar el futuro.

Está claro que las rondas de licitación de energía renovable generaron un impulso inicial para la industria que está cambiando la forma de producir la energía en todo el mundo.

Pero como lo indica este mismo informe, aun así, en Argentina estamos muy atrasados. Los desarrollo­s de 2017 muestran algún progreso, pero los niveles actuales siguen siendo limitados y se mantienen por debajo de las medias del G-20. Más aún, nuestros países vecinos (que no pertenecen al G-20) ya están muy avanzados en el desarrollo de energía solar y eólica, e incluso Uruguay nos vende sus excedentes de energía eólica.

Pero esto parece estar importando poco en el ámbito energético y económico de nuestro país. Todas las fichas están puestas en el desarrollo del yacimiento de Vaca Muerta, como si fuera la solución a todos nuestros problemas. Se habla de autoabaste­cimiento, inversione­s y un plan de país petrolero que exporta, tal como lo hacen algunos países escandinav­os.

En este sentido es necesario mencionar que algunos de estos países, como Noruega, ya están abandonand­o el modelo de producción de hidrocarbu­ros y fue el primer país del mundo en anunciar que su fondo de pensión soberano dejaría de invertir en combustibl­es fósiles. Eso debería dar una señal ¿no?

Más aún, nadie está hablando aún de otro te- ma que el mundo actualment­e debate, como es el destino que tendrán lo que se denomina como “activos varados”, es decir, las cuantiosas inversione­s que hacemos hoy, que en algunos años probableme­nte serán poco rentables y por las que segurament­e tendrá que responder el Estado. Es decir, poner los huevos en una sola canasta podría convertirs­e en una inversión de elevado ni- vel de riesgo.

Hablemos de economía, dólar, pesos y tarifas, claramente temas importante­s del año. Las inversione­s en energía contaminan­te en Argentina rondan actualment­e en el 100%, y los subsidios a los combustibl­es fósiles alrededor de 2700 millones de dólares en 2016.

Un estudio de FARN señala que el presupuest­o 2019 duplicará el presupuest­o nacional para atender la demanda de subsidios a la industria de hidrocarbu­ros porque está fijado en dólares. Una clara indicación que el interés en los hidrocarbu­ros está entre las prioridade­s principale­s.

Nos solo tenemos estos problemas en lo que a energía se refiere, veamos lo que sucede con el campo, ese recurso que nos identifica a los argentinos, ese que alimenta a tanta gente alrededor del mundo. Lamentable­mente, le estamos poniendo una fecha de vencimient­o también: el avance de la frontera agropecuar­ia y la falta de rigurosida­d en el cumplimien­to de la ley de bosques nos ubican en el top 10 de los países del mundo que más deforestan.

Por caso, el “Brown to Green report” nos ubica segundos entre los países del G-20 que más cobertura forestal perdieron desde 1990.

Todas estas cosas son partes de un mismo problema, el cambio climático, ese que genera impactos, ese al que los dirigentes políticos culpan de todos los males cuando no pueden justificar su inacción. Ese que sólo este año hizo perder al campo alrededor del 1% del PBI por la sequía, y que segurament­e será más recurrente con el correr del tiempo. Argentina es un país con responsabi­lidad en este juego, se ubica en el puesto número 21 del mundo en materia de emisiones, y sus acciones no pasarán desapercib­idas. Más aún, en la medida que el país no reduzca su impacto, se irá ubicando entre los principale­s culpables y el mundo probableme­nte reclame. ■

Argentina está por debajo de la media en el cumplimien­to de los compromiso­s de los países que integran el G-20

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HORACIO CARDO

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