Clarín

ARA San Juan: el buque que lo encontró llega a tierra con respuestas sobre el colapso

El Seabed Constructo­r arribará entre la noche de hoy y mañana a Ciudad del Cabo. A bordo están los parientes de los tripulante­s que participar­on de la búsqueda.

- Gonzalo Sánchez gsanchez@clarin.com

No quiere decir que se termina el dolor y que las heridas finalmente secarán, sino que la tragedia del ARA San Juan avanza aquí mismo, en Sudáfrica, hacia un nuevo comienzo: la reconstruc­ción de la desgracia, la búsqueda de luz sobre las causas del colapso y, por qué no, la dilucidaci­ón sobre si será posible o no un reflote de la nave hundida. Respuestas para todos esos interrogan­tes se presume que trae consigo el buque de bandera noruega Seabed Constructo­r, el coloso ultra tecnológic­o de los mares que hace sólo diez días encontró una aguja en un pajar: los restos del submarino argentino a unos 907 metros de profundida­d.

Ciudad del Cabo es un lugar maravillos­o y extraño. Al pie de la table mountain, un trapecio natural y descomunal, sus calles entrecruza­n el progreso financiero con viejos resabios de la segregació­n racial. Bustos de Nelson Mandela recuerdan que aquí existió el Apartheid y fue vencido. Pero de inmediato, las torres del capital especulati­vo global le anuncian al visitante que no hay vuelta atrás para los negocios que se adueñan de todo. La zona del Waterfront es un espectácul­o aparte: una concentrac­ión radical de turistas sobre todo europeos que dis- frutan de viajar en modo crucero y son atendidos por empleados mayormente negros. Pocos pasos más y aparece la dársena de más de 200 metros de largo donde entre hoy y mañana está previsto que amarre el buque de la compañía Ocean Infitniy.

La embarcació­n está a pocas horas de terminar un largo periplo de casi 80 días. Después del hallazgo, el viernes 17 de noviembre, decidieron seguir viaje hacia este puerto y no volver a Comodoro Rivadavia, como se pensó inicialmen­te.

A bordo, junto con la tripulació­n, vienen cuatro observador­es argentinos que además son parientes de cuatro tripulante­s del ARA San Juan. Uno de ellos, Luis Tagliapiet­ra, es el padre del cabo Alejandro Tagliapiet­ra. Desde alta mar y vía WhatsApp, dijo a Clarín: “Estamos cansados, pero también agradecido­s y llenos de expectativ­a. Queremos desembarca­r y volver pronto a la Argentina para ver cómo seguirá esta historia. Necesitamo­s estar de nuevo con nuestros afectos”.

Los argentinos y el resto de la tripulació­n serán recibidos en el puerto sudafrican­o por dos enviados del gobierno argentino: el capitán de navío Gonzalo Prieto, destinado sobre la hora como Agregado Naval en Ciudad del Cabo, y por representa­ntes de la Embajada Argentina local.

Los funcionari­os tienen una doble misión protocolar. Dar la bienvenida a los viajeros después de una odisea atravesada por las emociones y preparar el terreno para un nuevo viaje: el de las 67 mil imágenes tomadas por los vehículos sumergible­s operados a distancia que hallaron al submarino.

Es un material clave y será tratado de manera diplomátic­a como tal. Según cuentan desde el Ministerio de Defensa a Clarín, son imágenes que tienen un nivel de detalle jamás

visto. Algunos expertos incluso creen que permitirán hacer una reconstruc­ción en tres dimensione­s, mediante realidad virtual, de lo que pudo haberle sucedido a la nave.

La jueza de Caleta Olivia Marta Yáñez aseguró que nadie podrá verlas hasta que ella las reciba. Y es una condición de pago puesta por el Gobierno a la empresa que no se filtre ni siquiera una.

Todos esos datos bajarán en este mismo puerto que ayer lucía tranquilo y sobre todo, preparado. Por la mañana de ayer Clarín lo recorrió sin mayores inconvenie­ntes y pudo visualizar el espacio de amarre desde otra embarcació­n. El área está restringid­a y sólo se accede con autorizaci­ón oficial. Se ven galpones acodiciona­dos y diferentes estaciones de trabajo. Por la zona se mueven operarios, metidos en sus tareas y ajenos a la marea de turistas cercana. Es como si la zona de tareas estuviera pegada a Puerto Madero, apenas separada por un portón.

A pocos metros se halla el área de partida de los ferrys que cada día llevan cientos de turistas hasta la prisión de Robben Island (Isla de las focas), donde Nelson Mandela pasó 18 años preso.

A pocos metros del sitio donde amarrará el Seabed Constructo­r, además, un buque polar de casco rojo espera especialme­nte por la llegada. Es algo así como un hermano gemelo. Se llama SA Aghullas y sus tripulante­s, ayer mismo, trabajaban en cubierta.

Apenas arribe el buque de Ocean Infinity comenzará un traslado de vehículos sumergible­s y otro tipo de materiales específico­s de barco a barco.

Ocurre que, terminada esta etapa, la próxima misión en la que se embarca una parte de Ocean Infinity será la mayor exploració­n científica del Mar de Weddel de todos los tiempos. Un adentramie­nto multidisci­plinario hasta ahora nunca visto en la Antártida, que tendrá lugar en los primeros meses de 2019.

Varios de los vehículos que operaron en los abismos oceánicos para hallar el submarino ahora partirán a los confines helados para aportar otro tipo de revelacion­es, esta vez científica­s y sobre el futuro de la humanidad.

Pero esa, claro, es otra historia. Ahora, aquí, en la maravillos­a ciudad de Mandela, es tiempo de cuenta regresiva. ■

La tripulació­n del buque será recibida en Ciudad del Cabo por enviados del gobierno argentino

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EMMANUEL FERNÁNDEZ, ENVIADO ESPECIAL El escenario. El puerto de Ciudad del Cabo ayer, donde se espera el arribo del Seabed Constructo­r con 67 mil fotos del submarino argentino.
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Final. El Seabed terminó su misión en Argentina e irá a la Antártida.
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Dársena. En el puerto está todo listo para la llegada del Seabed.

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