Clarín

El raro look de los futbolista­s modernos

- Horacio Convertini hconvertin­i@clarin.com

Tres Mundiales atrás, era bastante difícil encontrar un futbolista con barba. No hablo de capilarida­des gauchescas, como las del Checho Batista en México 86 o Ricardo Villa en Argentina 78, que tampoco abundaban, sino de las que campean hoy, que requieren champú especial, aceite hidratante, cepillo de cerdas vegetales y ceras de fijación.

Los cuidados del estilo hipster incluyen, co- mo mínimo, un paso semanal por coloridas barberías que sirven tragos o cervezas artesanale­s, y que tienen la musicaliza­ción propia de una discoteca.

No es extraño que Leonel Messi, en ocasión de su recordada boda en Rosario con Antonella Roccuzzo, haya previsto un barbero para él y sus invitados, entre los que figuraban varios de los mejores jugadores del planeta. Las chivas modernas pueden combinarse o no con cortes de pelo al rape y rayas exóticas, que hacen lucir las cabezas de sus dueños como las líneas de Nazca.

Frente a tanta metrosexua­lidad desatada, uno termina reconocien­do a la distancia que la maravillos­a melena al viento del Pájaro Caniggia, sostenida apenas por un piolín, era en verdad un monumento al desaliño.

Y, sobre todo, uno termina lamentando (como se llora el fin de una era histórica) el ocaso de Andrés Iniesta, aquel petiso de pelo ralo y con sombrita en la cara del que es vago para afeitarse, pero que metía unos pases geniales en Barcelona. Un look, el del Cerebro Iniesta, más de almacenero que despacha cien gramos de paleta sanguchera que de campeón mundial, pero que nos habilitaba el milagro de la empatía. ■

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