Los buzos de los “egresades”
LENGUAJE INCLUSIVO
Hay alumnos que eligen la “e”, la “x” o el signo @ en la ropa típica del último año de estudios.
El 7 de diciembre, en el acto que les servirá de capítulo final a 138 adolescentes que cursaron sus estudios secundarios en la escuela Mariano Acosta, un cartel dirá “Egresades 2018”. El cartel en cuestión no está impreso, pero la decisión está tomada: el lenguaje inclusivo les servirá de bandera. “Fue una decisión que tomaron en conjunto los estudiantes, que a la vez lo discutieron con los padres: hubo un debate al respecto y llegaron a esa definición”, cuenta Andrea Berman, rectora de esa escuela de Balvanera y, con esfuerzo, afirma: “Este año tenemos 138 egresades”.
Ese cartel, que tradicionalmente habría dicho “Egresados 2018”, es una de las grietas por las que se filtra una manera de expresarse que ha cobrado especial notoriedad en el último tiempo, sobre todo entre adolescentes y jóvenes, y contra la que se han manifestado públicamente personas como Jorge Lanata y Eduardo Feinmann, además de la Real Academia Española (RAE). La institución, de hecho, asegura en el primer capítulo del manual de estilo de la lengua castellana que presentó el lunes en España que el lenguaje inclusivo, a través de formas como “todes”, “todos y todas”, “todxs” o “tod@s”, resulta “innecesario” porque el género masculino “por ser el no marcado, puede abarcar el femenino en ciertos contextos”.
Pero las negativas protocolares que llegan desde la Península Ibérica no fueron suficientes para que, por ejemplo, madres, padres y estudiantes de una escuela primaria de Palermo sometieran a debate qué iban a estampar en el buzo que servirá de despedida para quienes hoy cursan sexto grado pero ya están tomando decisiones para el año de egreso.
“Hubo mucho debate: hubo mucha resistencia, también muchos padres de acuerdo con el inclusivo, y docentes que hasta lo impulsaban. Decidimos que cada chico elegirá qué va a decir su buzo”, cuenta Florencia, mamá de Camila, que tiene 11 años y hará imprimir “Egresad@s” en su buzo. Dice que eso la hace sentir más representada que ‘egresades’ y que es un cruce entre la a y la o”.
Tamara, que trabaja en una empresa que se dedica a estampar buzos de egresados en Belgrano, cuenta: “Aproximadamente en el 30% de los casos nos están consultando si se puede poner la x o ‘egresades’ en el buzo; el año pasado esa pregunta no existía”. En otra empresa de Villa Ballester esa consulta no existe: “Nadie pidió poner ‘egresades’, pero muchas chicas quieren poner el símbolo femenino al lado de su nombre”, explica Martín, encargado del lugar.
“El lenguaje inclusivo es un fenómeno retórico y político, y no lingüístico, pero eso no es un indicador de que sea poco relevante: es extremadamente relevante”, sostiene Santiago Kalinowski, director del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la Academia Argentina de Letras. Y suma: “Es una discusión que se está dando también en el inglés, el alemán, el italiano o el francés, porque la desigualdad entre el hombre y la mujer es universal. La codificación de la lengua es resultado de la configuración social histórica, y el acaparamiento de espacios por parte del hombre se da en casi todas las lenguas”. Para el especialista, “la RAE se resiste a este cambio porque lo mira como si fuera una cuestión lingüística y gramatical, y es una cuestión retórica y política”.
Karina Galperín es doctora en Letras y docente en la Universidad Torcuato Di Tella: “La Real Academia Española en general llega al final de los procesos, y este es uno muy largo que recién está empezando. Es el uso que se haga del lenguaje inclusivo lo que va a determinar su vigencia o no, y aún estamos muy lejos de que ese uso se establezca de forma muy amplia”, sostiene. ■