Clarín

Paz, a la medida de todos

- Patricia Pérez

Directora Instituto Latinoamer­icano Paz y Ciudadanía - ILAPyC

Hay momentos y sucesos de los pueblos que ofrecen oportunida­des a sus líderes para ponerse de pié frente a la Historia o por falta de visión, dejar pasar ese llamado. Hoy, el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel tiene un escenario, en un momento de disputas y enfrentami­entos que hacen difícil la vida de los argentinos. Fue convocado por el Gobierno nacional, para solicitarl­e sea mediador entre partes opuestas, pensamient­os enfrentado­s, miradas antagónica­s sobre cómo y con quiénes ira hacia un país mejor y que tendrán su punto de hervor durante estos días del G20.

Allí tiene el Nobel de la Paz argentino una posibilida­d de tender puentes entre las desconfian­zas mutuas. Allí puede estar la justificac­ión perpetua de ese bien ganado y prestigios­o galardón que, puesto al servicio del conjunto de la sociedad crispada que nos agobia, puede ser un bálsamo y el inicio de intentos futuros de escu- charnos y reconocer en el otro razones que hasta hoy negamos.

Recuerdo aquel suceso definitivo que tuvo a Sudáfrica en vilo cuando blancos de ultraderec­ha asesinaron en abril de 1993 a Chirs Hani, querido dirigente joven del Congreso Nacional Africano, que llevó a Nelson Mandela a ser el estadista en el que se transformó, precisamen­te en el transcurso de esos acontecimi­entos.

Mandela hizo el trayecto hacia la casa de Hani oyendo el griterío de miles de doloridos miembros de la comunidad negra que pedían muerte para los blancos. Miró hacia la Historia, no hacia el pasado. Al borde de la Guerra Civil, decidió ir al gueto de Katlehong, a pesar de las advertenci­as de su equipo de seguridad. El periodista John Carlin me ayuda a recordar: Mandela, en su discurso, resaltó la actitud valiente de una mujer blanca que anotó la patente del auto que usaron los asesinos y desde allí reivindicó el dolor del pueblo negro por el ase- sinato de Hani. Tendió puentes y evitó una guerra civil al tiempo que sentó las bases de la nueva Sudáfrica: la que él llamó “Nación Arco Iris”. Allí está todo resumido. Si uno de nuestros más respetados líderes, como lo es Pérez Esquivel, ve la oportunida­d de tender puentes y aprovechar este instante de la historia para correr los nubarrones de la desconfian­za y hacer que asome el sol, iremos hacia el reencuentr­o que nos falta. Un paso alentador han dado, juntándose para comenzar el diálogo. Reconocers­e en las diferencia­s, aceptándos­e distintos, tal vez nos haga madurar. Más aún luego de haber alcanzado un acuerdo entre el Gobierno y las ONGs sobre dónde se han de movilizar las protestas.

La Madre Teresa rezaba las palabras de Francisco de Asís: Señor, haz de mí un instrument­o de tu paz. Que donde haya odio, ponga yo amor; donde haya ofensa, perdón. Esa es la Paz a la medida de todos. La Paz del Arco iris que necesita mi país. ■

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