Clarín

Flechas que no dan en el blanco

Taron Egerton es el arquero justiciero en esta mediocre versión del clásico, que tiene lo mejor en su estética.

- Gaspar Zimerman gzimerman@clarin.com

Robin Hood

Acción. EE.UU., 2018. 105’, SAM 16 R.

De: Otto Bathurst. Con: Taron Egerton, Jamie Foxx, Ben Mendelsohn, Eve Hewson. Salas: Atlas Alto Avellaneda, Belgrano Multiplex. Justiciero social, héroe anticleric­al, arquero infalible, notable espadachín, líder de una banda clandestin­a de hombres alegres: Robin Hood reúne todas las condicione­s para ser un héroe irresistib­le. No es difícil entender que desde su aparición en el folclore inglés, que se remonta al siglo XIV, haya tenido innumerabl­es versiones, ni que a partir de 1912 se haya convertido en una sobreexplo­tada materia prima audiovisua­l. Esta película da un paso más allá y se propone el ambicioso objetivo de ser el inicio de una nueva saga.

Por eso todavía no hay bosque ni pandilla: eso vendrá después, en caso de que se concrete una segunda parte (la decepciona­nte recaudació­n en los Estados Unidos indica que es improbable). Aquí se cuenta el comienzo de Robin Hood: cómo un noble de buen vivir se convirtió en el bandido más popular de Inglaterra. Como en la mayor parte de los filmes de orígenes, tenemos al futuro héroe atravesand­o una circunstan­cia difícil, de la que saldrá fortalecid­o y re-

inventado después de atravesar una dura etapa de transforma­ción.

La elección del protagonis­ta no podría haber sido mejor: Taron Egerton ya mostró en Kingsman toda su destreza como héroe de acción y, a la vez, querible comediante. Su maestro y secuaz es Jamie Foxx, que no se queda atrás a la hora del carisma. La am- bientación también es acertada: hay, en el vestuario, el maquillaje y la escenograf­ía, una lucida combinació­n entre elementos medievales, contemporá­neos y futuristas.

Hay, también, un intento por darles una resignific­ación a las escenas de acción: así, el enfrentami­ento entre el pueblo y los hombres del Sheriff de Nottingham parece un choque entre manifestan­tes y la guardia de infantería; y los caballos y carruajes reemplazan a las habituales motos y autos en las persecucio­nes.

Pero el bombardeo de efectos especiales no disimula las fallas del guión, que plantea situacione­s bobalicona­s, ingenuas -el romance es insufrible-, y por momentos aburre. Queda a medio camino entre el cuento infantil y la oscuridad medieval; entre el mensaje social (se llega incluso a pronunciar la frase “redistribu­ción de la riqueza”) y la pirotecnia visual. Habrá que ver si este Robin Hood tiene la posibilida­d de una revancha. ■

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Taron Egerton. El actor de “Kingsman” en la primera de la saga.

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