Siguen los ecos por la Superfinal que no fue
• Tengo 60 años y crecí escuchando los partidos de River. De chico lo hacía en una radio de madera que tenía mi padre. Crecí sufriendo los 18 años de espera para salir campeón en 1975 y con la idea de que cuando yo fuese a ver a River al Monumental, el equipo saldría campeón, cosa que ocurrió (fui con mi hermano al River-Estudiantes de la 1ª fecha). Dos años más tarde, me tocó el servicio militar en la ESMA y pude ver a mi equipo favorito cuando quería.
Pero hoy estoy dispuesto a renunciar a seguir a River si no tiene un gesto de grandeza. Este gesto sería el de renunciar a la segunda final de la Libertadores. Me motiva la vergüenza de ver a River preso de delincuentes. ¿Acaso no sabían los dirigentes lo de la reven-
ta de entradas? ¿Cómo puede ser que dos barrabravas tengan en su poder tanto dinero y 300 entradas? ¿Cómo llegaron a sus manos?
River, no eres la institución que amé desde siempre. D’Onofrio y Comisión Directiva, ¿se dan cuenta la imagen que están transmitiendo? Te desconozco, River, y siento que pierdo mi identidad. Dicho gesto de grandeza puede ser un nuevo amanecer para el fútbol argentino, desterrando la violencia. • Los incidentes antes de la Superfinal debería postergar la intención del Presidente de hacer de la Argentina un país parecido a alguno de Europa. Se deberían revisar algunas de las importantes diferencias que nos separan.
Pero para facilitar el análisis me remito simplemente a mencionar la baja calidad de nues- tra educación como el principal factor que ha producido la destrucción del entramado social y político que en la actualidad nos ubica entre los países con menores posibilidades para atraer las tan necesarias inversiones para nuestro desarrollo. El fin de semana nos hemos mostrado al mundo como realmente somos, generando una inexplicable violencia que no nos convierte en individuos pasionales, sino en seres irracionales que tienen al vandalismo como único medio para expresar sus desacuerdos.
Ante las próximas elecciones y como recomendación para toda la clase política, me permito expresar la necesidad de privilegiar la asignatura pendiente de educar al soberano como el medio más importante para alcanzar el desarrollo que deseamos.