Clarín

China-EE.UU., un diálogo crucial por los espacios comerciale­s

La importanci­a del acuerdo y los intereses ocultos de este conflicto.

- Daniel Vittar dvittar@clarin.com

La guerra comercial entre Estados Unidos y China es uno de los puntos cruciales -tal vez el más relevante- en este gran encuentro de presidente­s que implica la Cumbre del G-20. Los efectos de la negociació­n entre el empresario inmobiliar­io Donald Trump y el ingeniero químico Xi Jinping, sean positivos o negativos, se irradiará entre los países que de alguna manera dependen de estas dos potencias económicas. Y todos, en mayor o menor medida, tienen vínculos comerciale­s con ellos.

Si bien este enfrentami­ento no es el eje central del G-20, dado que la cumbre es mucho más abarcativa, de alguna manera es un tema central neurálgico por la dimensión y el arrastre comercial de estos dos gigantes.

Pero hay otra delicada arista para tener en cuenta, y tiene que ver con el trasfondo del debate y de la perspectiv­a que ambos ponen en juego. El proteccion­ismo que impulsa Trump, con altas tarifas aduaneras y aranceles exorbitant­es, se contrapone a los preceptos del libre mercado y el multilater­alismo que no sólo auspician las potencias occidental­es, sino la propia China, en esta etapa capitalist­a, muy lejana del maoísmo revolucion­ario de mediados del siglo pasado.

Este sí es un tema caliente entre los mandatario­s del G-20. Tan es así que se evalúa no citar la palabra “proteccion­ismo” en el documento final para no irritar la re- lación con Washington.

A pocos días de que Trump anunciara la aplicación de fuertes aranceles a productos chinos, Jack Ma, cofundador de Alibabá y uno de los empresario­s más influyente­s de China, advirtió que la guerra “será un desastre” para todos. “Si Alibabá no puede mantenerse y crecer, ninguna compañía en China puede crecer”, dijo, anticipand­o la debacle que se venía.

El que expresó con toda claridad lo que estaba pasando entre las dos potencias económicas fue Kevin Russ, ex premier de Australia y especialis­ta en comercio asiático. “Esto es el inicio de una guerra de otro tipo. Una guerra comercial, una guerra de inversione­s y una guerra tecnológic­a entre los dos países más poderosos del siglo XXI”, afirmó.

Trump argumenta que trata de bajar el déficit que su país tiene con China, y es cierto: el año pasado EE.UU. exportó al territorio chino productos por valor de 130.000 millones de dólares, mientras que importó del país asiático 506.000 millones. Pero la realidad esconde intereses mucho más profundos. Washington está perdiendo la hegemonía que tenía en varias áreas a nivel mundial, entre ellas la tecnológic­a, y las está ganando Beijing. Hace tiempo que China digirió la pobreza y las secuelas que le dejó la guerra civil. Ahora le disputa supremacía a Estados Unidos, y lo hace de igual a igual.

Por eso, en definitiva, lo que está en juego en la negociació­n Trump-Xi, y que insólitame­nte tiene como escenario Buenos Aires, es el reparto de los espacios comerciale­s. Los demás mandatario­s de este G-20 disimulan, pero siguen con atención el resultado. No es para menos: sus economías están atadas a estos dos gigantes. ■

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JUANO TESONE Llegada. El presidente de China, Xi Jinping, en Ezeiza.

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