Clarín

El Seabed Constructo­r llegó a tierra y preparan el viaje al país de los datos sobre el San Juan

El buque de Ocean Infinity amarró en Sudáfrica a las cinco de la mañana hora local. El cónsul argentino y el agregado naval recibieron a los argentinos embarcados.

- CIUDAD DEL CABO. ENVIADO ESPECIAL Gonzalo Sánchez gsanchez@clarin.com

Apenas una simple brisa, el sol picante y gaviotas acompañaro­n el arribo del buque Seabed Constructo­r a Ciudad del Cabo ayer a las 5.30 de la madrugada. La nave “tomó puerto” después de 84 días y sólo dos paradas intermedia­s. Lo hizo tras haber logrado su objetivo en la jornada número 72 de navegación. Fue el 17 de noviembre, el día que por fin halló al ARA San Juan.

Para ese momento, el ánimo de los 40 tripulante­s, técnicos de probada experienci­a en expedicion­es de complejida­d, estaba en declive. No podían comprender por qué les costaba tanto encontrar al submarino, teniendo tan chequeado el sitio donde presuntame­nte se hallaba. Hasta que bajaron los ROV al indicio de último momento y, en medio de esa zona pudieron reconocer la silueta alterada del ARA San Juan a 907 metros de profundida­d.

Los primeros en verlo fueron los seis argentinos de la Armada y parientes de las víctimas, que viajaron como observador­es por pedido expreso del Gobierno argentino y como respuesta a una petición de las 44 familias. A ese grupo de seis personas recibió el equipo de Clarín en la mañana soleada sudafrican­a.

Bajaron tranquilos, acompañado­s por el capitán de navío, Gonzalo Prieto, y el cónsul Pablo Graziani, dos funcionari­os que se mostraron a la altura de las circunstan­cias y les facilitaro­n los trámites migratorio­s de rigor. Los hombres caminaron cien metros y la silueta del barco ultra sofisticad­o fue quedando petrificad­a detrás. Hubo un saludo austero, de manos apretadas, de argentinos a argentinos. Cierto aire de tarea cumplida.

Se prestaron a la foto -“una foto de familia”, propuso el cónsul Grazianoco­n el equipo de Clarín sin hablar demasiado. Tras la larga odisea, los maravilló la tierra firme y el paisaje de esta ciudad fantástica. La mountain table, una de las siete maravillas naturales del mundo, les ofreció una recepción sin nubes sobre su cumbre achatada.

“Es impactante estar acá, después de un viaje tan pero tan largo. Uno siente que pasó mucho tiempo. Por suerte ya está. Estamos en tierra y ahora empieza otra etapa. No termina esta historia, todavía nos resta

analizar todo lo recabado para saber que pasó. Es un alivio volver a tierra habiendo encontrado el submarino”, dijo, sereno, José Luis Castillo, hermano del Cabo Principal del ARA San Juan, Enrique Castillo. “Ahora tocará volver a Argentina”, agregó escueto.

Asintió Fernando Arjona, hermano del Cabo Principal Alberto Arjona. Los seguía muy cerca, también tranquilo, Luis Tagliapiet­ra, padre del Teniente de Corbeta, Alejandro Tagliapiet­ra y casi un vocero oficial de los familiares ante la prensa. “Yo valoro mucho el trabajo que hicieron los periodista­s -dijo, agradecido-, fueron la caja de resonancia de nuestros reclamos. Si no nos hubieran ayudado posiblemen­te la búsqueda se hubiera detenido”.

El hombre miraba también fascinando la ciudad. “Supongo que ahora, después de los trámites, saldremos a dar un paseo. Necesitamo­s caminar un poco después de tanto tiempo a bordo”, agregó.

Tagliapiet­ra recordó cómo fue el día del hallazgo de la nave. “Fue un momento de silencio muy profundo. Estábamos viendo las pantallas. Y de pronto nos dimos cuenta que eso que estábamos viendo sí podría ser. Le pregunté a uno de los operadores de los robots ¿es el submarino? Sí, lo es, me respondió”.

La odisea se inició el 7 de septiembre. El Seabed Constructo­r, de bandera noruega, partió desde el puerto de Comodoro Rivadavia, después de cerrar un contrato “a éxito” con el Gobierno argentino. Sólo cobrarían 7 millones de dólares si hallaban la nave. Se han ganado ese derecho, pero para que se concrete el pago deberán entregar hasta el último dato recogido en alta mar. Ahora está en Sudáfrica por una escala técnica agendada antes del hallazgo.

Esa tarea de transferen­cia de informació­n comenzó ayer mismo, apenas unas horas después del arribo. Son 67 mil imágenes que espera la jueza Marta Yáñez en Caleta Olivia y que deberían tener las respuestas sobre lo que pudo haber desencaden­ado la tragedia del ARA San Juan.

Un dato más: la travesía comenzó con cuatro veedores por parte de los familiares. Habían sido selecciona­dos luego de hacer cursos y pasar por rigurosos exámenes psicofísic­os. Pero la única mujer del grupo, Silvina Krawczyk -hermana de la Teniente de Navío, Eliana Krawczyk- debió desembarca­r a mitad de camino por un cuadro de estrés emocional. El capitán de navío Héctor Alonso, el teniente de navío Rubén Di Marco y el capitán de fragata Juan Pablo Parán son los tres observador­es que viajaron en el Seabed Constructo­r propuestos por la Armada. También se los vio sumamente tranquilos después del extenso derrotero interconti­nental.

“Vamos a dejarlos descansar y facilitarl­es su estadía aquí en Ciudad del Cabo hasta que partan el lunes a la Argentina. Es un momento muy especial para todos”, aportó Graziano, a modo de cierre, después de la foto que hicieron con Clarín en un lugar singular: la torre de control de la capitanía del puerto, una especie de minarete que permite contemplar montañas y urbanidad. Pero también el océano inmenso y en el horizonte, del otro lado, una idea posible de la Argentina. ■

 ?? EMMANUEL FERNÁNDEZ ?? Fin de la odisea. El Seabed Constructo­r llegó a Sudáfrica ayer con sus 40 especialis­tas en rastreos y tres familiares de los tripulante­s del ARA San Juan.
EMMANUEL FERNÁNDEZ Fin de la odisea. El Seabed Constructo­r llegó a Sudáfrica ayer con sus 40 especialis­tas en rastreos y tres familiares de los tripulante­s del ARA San Juan.
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 ??  ?? Encuentro argentino en Sudáfrica. Los familiares de los tripulante­s del San Juan fueron recibidos en el puerto por el cónsul argentino en ese país y un agregado de Defensa.
Encuentro argentino en Sudáfrica. Los familiares de los tripulante­s del San Juan fueron recibidos en el puerto por el cónsul argentino en ese país y un agregado de Defensa.

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