Clarín

Ahora el que habla de “guardia alta” es Boca

La frase de Gallardo cambió de vereda: creen que la Conmebol los viene perjudican­do. Y temen por la final.

- Matías Bustos Milla mbmilla@clarin.com

Aun antes de conocer el fallo de la Unidad Disciplina­ria, y con más razón tras concoerlo, en Boca estaban convencido­s de la necesidad de subir la guardia de cara al partido ante River que definirá la Copa Libertador­es. Y así se lo hicieron jugadores y cuerpo al presidente Daniel Angelici en la charla que mantuviero­n ayer en Casa Amarilla.

Es que todo este caos alrededor de la final de la Copa dejó mil incógnitas, pero en Brandsen 805 -por lo bajo- consideran que la Conmebol está en contra de Boca. O al menos es lo que perciben después de todo lo que vivieron desde el sábado hasta ahora. Incluso el armado del Tribunal para definir el fallo que excluyó al brasileño Antonio Meccia le hizo poner sospechas sobre la Confederac­ión. En el club hablan de un fallo político y que traerá consecuenc­ias en Conmebol con directivos de varias Federacion­es.

Los aprietes para jugar a cualquier precio tras sufrir la agresión en Núñez, la exigencia constante de que entraran al campo de juego pese a que tenían a compañeros en el hospital, el duro cruce con el delegado que terminó informando a Pablo Pérez, Carlos Tevez y Ramón Ábila luego de intercambi­ar insultos, la presión de Alejandro Domínguez para interferir en el fallo de la Unidad Disciplina­ria y la venta de la sede de la Superfinal sin antes dar a conocer la resolución del Tribunal pusieron a todo Boca alerta. Al margen del enojo, también hay preocupaci­ón. Dudas con una final que tendrá VAR, árbitros bajo la lupa ( ¿ se pensó en poner jueces europeos?) y futbolista­s emocionalm­ente sobrepasad­os.

“¿Cómo vamos a creer que van a ser imparciale­s con todo lo que nos hicieron hasta ahora? Es una final desvirtuad­a, con gente que recibió mucha presión para jugarla sin importarle nada, con una terna arbitral que entró al campo de juego con los jugadores de Boca en el hospital. No confiamos en esta Conmebol”, le confiaron a Clarín desde la intimidad del vestuario de Boca. La misma mirada le transmitie­ron al presidente.

En realidad, no empezó con esta final la Guardia Alta en Conmebol para Boca. Primero se sospechó de la entidad sudamerica­na cuando le sugirieron al club que Ramón Ábila estaba habilitado para jugar ante Libertad de Paraguay, por octavos de final, pese a que no se había hecho una notificaci­ón oficial ni de la sanción ni de las fechas adeudadas. El cuerpo técnico de Boca desconfió y no lo utilizó. Una semana después, Conmebol confirmó que Ábila debía dos jornadas. Si Boca hubiese confiado en lo que le decían, bien pudo haber perdido la serie.

Después ocurrió otra situación atípica con la expulsión de Dedé en la llave ante Cruzeiro, ya en cuartos de final. El jugador fracturó al arquero Esteban Andrada, pero después recibió el indulto del Tribunal de Disciplina para poder jugar la vuelta, en un fallo inédito. Ese mismo Tribunal le había negado a Boca la reducción de la sanción de Nahitan Nandez, quien debió cumplir con tres jornadas de una suspensión que arrastraba de la Copa 2017. Nunca se falló a favor de Boca, y todo el escándalo tras la salvaje agresión en Núñez volvió a poner en escena que Boca y la entidad de Sudamérica son enemigos. Así las cosas, en Boca creen que el equipo de Guillermo deberá saltar a la cancha para ganarle a dos rivales. Uno es River.

Plantel y cuerpo técnico le habían hecho saber por la mañana a Angelici su voluntad de jugar la final en caso de que el fallo fuera desfavorab­le, tal como finalmente ocurrió, independie­ntemente de la estrategia que eligiera el club ante un eventual revés. Boca ya había avisado que apelaría el fallo y hasta recurriría al TAS. Y eso hará, parece. ■

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