López Obrador asume hoy como nuevo presidente de los mexicanos
El ex alcalde de la capital promete una fuerte lucha contra la corrupción y la delincuencia.
El ex alcalde de Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, se convertirá hoy en presidente de México, la segunda mayor economía de América Latina, con un proyecto nacionalista, de centroizquierda, y con la promesa de una transformación radical y pacífica del país.
López Obrador, de 65 años, recibirá la banda presidencial que porta desde 2012 Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI, centro) en el Palacio Legislativo de San Lázaro para un periodo de seis años.
Más conocido por sus iniciales AMLO, es el primer presidente desde la Revolución Mexicana que ganó popularidad como líder activista, y ve su llegada al poder como la “cuarta transformación” del país, luego de la independencia mexicana de España, las reformas liberales que acabaron con el dominio de la Iglesia en 1850 y la revolución (1910-1917).
El nuevo presidente busca desmarcarse de la clase política que ha gobernado México durante ca- si un siglo y se presenta como un adalid en la lucha contra la corrupción.
Como prueba, quiere vender el avión reservado a presidentes y abrir al público hoy la famosa residencia presidencial de Los Pinos para convertirla más adelante en un centro cultural. Ya ha anunciado que bajará su salario de poco más de 13.000 dólares mensuales que ganaba Peña Nieto a 5.000 dólares. Esa lucha contra la corrupción caló muy hondo entre los mexicanos, hartos de los excesos de las élites políticas y de los escándalos del gobierno saliente.
“Que se acabe la historia trágica, horrenda, de corrupción, de impunidad, que se acabe la política antipopular, entreguista, y que comencemos una etapa nueva, que ya inicie una nueva historia”, declaró el fundador del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Aunque hasta ahora ha sido poco claro en las medidas que adoptará para hacer frente a los carteles del narcotráfico, secuestradores y extorsionadores que incrementaron la tasa de homicidios en México a niveles históricos, con unos 29.000 asesinatos anuales.
AMLO ganó la presidencia en julio pasado con un 53% de los votos y logró además mayoría en ambas cámaras del Congreso. Fue su tercer intento tras las derrotas de 2006 y 2012.
Pero lo cierto es que entre sus votantes hay ahora una mezcla de esperanza y dudas después de la larga transición de cinco meses en la que ya tomó algunas decisiones, como anunciar la cancelación del proyec- to para un nuevo aeropuerto en Ciudad de México a partir del resultado de una consulta popular informal.
Una agencia de calificación redujo la perspectiva de México a “negativa” y el peso y las Bolsas cayeron en las últimas semanas por las señales contradictorias del equipo de López Obrador, que forzaron al próximo mandatario a ofrecer un mensaje conciliador. “Se va a dar mucha confianza a los inversionistas. Los que inviertan en empresas, acciones, en el mercado financiero van a tener aseguradas esas inversiones y van a obtener buenos rendimientos porque va a haber un auténtico estado de derecho”, explicó en un mensaje grabado hace cuatro días.
López Obrador recibe un país con una economía estable pero con un
modesto crecimiento económico -2% anual- y una gigantesca desigualdad. Y quiere desmontar varias de las reformas estructurales y proyectos de su antecesor, como la apertura del sector energético al capital privado o una reforma educativa que considera “neoliberal”. Apunta en cambio a una economía centrada en el mercado interno, a desarrollar el sureste pobre con programas de infraestructura y a programas sociales.
Entre sus principales desafíos está la relación con el presidente estadounidense Donald Trump, sobre todo en temas migratorios y fronterizos. El más inmediato: los miles de empobrecidos migrantes centroamericanos que acampan en condiciones precarias en la frontera con EE.UU. y los miles más que van en camino. ■