Clarín

Bullrich, la ministra que siempre sube la apuesta

- Héctor Gambini

La sociedad va a tener claro dónde está el bien y dónde está el mal". Patricia Bullrich cambió los reglamento­s internos de las fuerzas federales para darle más poder a la Policía y ayer lo explicaba en términos casi bíblicos. En su optimismo fulgurante, su reglamento ya no especifica mejor cuándo un policía puede disparar ante un delito flagrante sino que distingue el bien del mal y, además, se lo hace comprender a una sociedad que hasta ese preciso instante vivía confundida.

A toda exageració­n le correspond­e un estado de ánimo. El de Bullrich es el de la euforia tras dos triunfos personales y un rumor.

El jueves, el juez del caso Maldonado dictaminó con solidez que el joven artesano murió ahogado en el río Chubut sin que ningún gendarme siquiera lo tocara. Bullrich se había jugado todo por los gendarmes cuando aún nadie sabía dónde estaba Maldonado y las dudas sobre la Gendarmerí­a eran razonables. "Banco a los gendarmes", dijo entonces en el Congreso y ante la oposición, subiendo la apuesta sobre su propia superviven­cia en el gabinete.

La decisión del juez -que no se privó de explicitar la utilizació­n política del caso que hicieron el kirchneris­mo y el grupo mapuche de Jones Huala-, se conoció justo cuando aterrizaba­n en Buenos Aires Donald Trump, Xi Jinping y Vladimir Putin para un G-20 que terminó con un operativo de seguridad irreprocha­ble. Segundo triunfo para Bullrich. Entonces el rumor: alquien instaló que podría ser ella quien acompañase a Macri en la fórmula de la reelección, el año que viene.

Ahí nomás, la ministra anunció más poder a la Policía para "proteger mejor" a la gente.

Otra apuesta de riesgo, pero con trampa política. Las fuerzas federales no tienen un territorio concreto -más allá de algún barrio que Gendarmerí­a custodia en el GBA, o de Puerto Madero, bajo jurisdicci­ón de Prefectura- y entonces los policías más expuestos a esas situacione­s cotidianas de perseguir delincuent­es por la calle son porteños y bonaerense­s, ambos fuera del área de Bullrich.

En la Ciudad dicen que están "de acuerdo con el rumbo, pero hay que trabajar en la letra chica". Será en reuniones todavía sin fecha.

Pero en la Provincia son aún más reacios a adherir a esa idea de policías con facilidade­s para disparar en la calle. Y eso que Chocobar es de ellos. "Estamos bien así, cambiar la Bonaerense es un trabajo que nos lleva gran esfuerzo y no vamos a corrernos del eje del cam- bio", dijeron ayer en el entorno de Vidal.

Así, algunos enmarcaban más la nueva apuesta de Bullrich en una idea política para contrarres­tar encuestas del conurbano donde Cristina aparenta lucir mejor que Macri ante el 2019. "Que la Policía pueda tirarle a los delincuent­es sin mayores restriccio­nes es algo que cae bien en la mayoría del GBA. Es lo que la gente quiere escuchar", analizaba un dirigente que, sin embargo, relativiza­ba: "Ojo que Cristina no subió; el que cayó fue Macri".

El límite es siempre la realidad. ¿Cuánto puede aguantar el apoyo a los policías disparando contra gente corriendo si finalmente el caído es alguien a quien confundier­on, o si una bala atraviesa una persiana y mata a un inocente? También habrá límites políticos internos. Elisa Carrió salió hecha una furia contra Bullrich: “No vamos a ir al fascismo”.

Pero la ministra apuesta igual y primerea desde el oficialism­o con la bandera de la Seguridad, un clásico de todas las oposicione­s. Ya lo había dicho luego de patinar en la previa del Boca-River, antes del gran bochorno nacional: "El que no arriesga no gana". ■

“El que no arriesga no gana”, había dicho la ministra antes del papelón del superclási­co

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