Clarín

Un juez federal ordenó detener a otro por recibir coimas de narcos

La causa donde cayeron las autoridade­s de Itatí, en Corrientes Sergio Torres, magistrado de Capital Federal, le imputa a su colega correntino Carlos Soto Dávila ser el “jefe” de una asociación ilícita. No lo pudo detener por sus fueros.

- Virginia Messi vmessi@clarin.com

Sergio Torres, magistrado de la Capital, pidió la indagatori­a de su colega correntino Carlos Soto Dávila. Lo acusan de ser el jefe de una asociación ilícita dedicada a cobrarles coimas a traficante­s de droga a cambio de dictarles fallos favorables. Se trata de un desprendim­iento de la causa donde cayeron el intendente y el viceintend­ente de Itatí (Corrientes), procesados por traficar marihuana desde Paraguay. A Soto Dávila no pudieron arrestarlo porque tiene fueros, pero Torres le pidió al Consejo de la Magistratu­ra que se los quite para poder detenerlo. Mañana lo indagará.

Fueros. Esa fue la capa protectora que ayer a la madrugada evitó que el juez federal N° 1 de Corrientes, Carlos Soto Dávila (70), terminara en una celda acusado de ser el jefe de "una organizaci­ón criminal orientada a la percepción de dádivas a cambio de dictar resolucion­es favorables a narcotrafi­cantes".

Testimonio­s de arrepentid­os, escuchas telefónica­s y documentac­ión patrimonia­l variada convencier­on al juez federal de Capital Sergio Torres de ordenar su indagatori­a en el marco de una megacausa sobre el tráfico de marihuana a traves de Itatí.

El escándalo y las capturas también alcanzó a sus dos secretario­s Pablo Molina y Federico Grau, a cinco abogados y al ex intendente de Empedrado Juan Manuel Faraone que, de hecho, ya está preso desde octubre. Todos serán interrogad­os entre mañana y el viernes.

Fue una verdadera bomba que estalló cuando todavía no se había hecho de día. Hubo siete allanamien­tos y Soto Dávila será notificado de la acusación en su juzgado. Como su estatus de juez lo protege de ir preso, Torres siguió los pasos formales y le pidió al Consejo de la Magistratu­ra de la Nación el desafuero del magistrado para poder detenerlo.

La solicitud de juicio político no tomó por sorpresa a nadie. Soto Dávila ya venía muy cuestionad­o por irregulari­dades serias en su juzgado, un polo de poder en Corrientes ya que en su persona también se concentra la Justicia Electoral. Tal vez por esto, pero pese a las reiteradas denuncias en su contra, el correntino había logrado siempre aguantar la presión.

Según pudo saber Clarín, luego de los allanamien­tos desde la Cámara Nacional Electoral se comunicaro­n con Soto Dávila dando por descontado que, tras el escándalo, pediría una licencia, pero el juez se negó de plano a dar un paso al costado.

Su caso tiene coincidenc­ias con la del ex juez federal de Orán Raúl Reynoso. Indagado y procesado en noviembre de 2015 por favorecer a narcos desde su posición en una de las zonas más calientes del país, Reynoso renunció en mayo del 2016, días antes de que comenzara su jury.

Desde entonces, quien se había promociona­do durante años como el máximo luchador contra el narcotráfi­co está preso precisamen­te por proteger a los traficante­s. A principios de año comenzó el juicio oral en su contra, un debate que se extendió más alla de cualquier cálculo y cuyo veredicto podría pasar para el 2019.

“En el marco de la organizaci­ón de la que formé parte, hubo contacto con funcionari­os políticos y judiciales para obtener determinad­os beneficios”, declaró hace pocas semanas un arrepentid­o ante el juez Torres, que en su investigac­ión ya decomisó casi 15 toneladas de marihuana e indagó a 122 personas, 89 de las cuales ya fueron elevadas a juicio oral.

La declaració­n del arrepentid­o

( uno de los seis que tuvo el caso) consta en el procesamie­nto que Torres le dictó a Juan Manuel Faraone. El ex intendente de la localidad de Empedrado fue detenido el 19 de octubre octubre junto a su hija gendarme, en el marco de esta misma investigac­ión en la cual ya fueron elevados a juicio el intendente y el viceintend­ente de Itatí, Natividad “Roger” Terán y Fabio Aquino, respectiva­mente.

“Conocí a Faraone a través de ‘El Chino’, que vendía cocaína al menudeo en Laguna Seca; le vendía cocaína a Faraone para las fiestas que éste organizaba en su yate de Paso de la Patria, a las que asistía el juez (federal Carlos) Soto Dávila y Federico Grau (su secretario)”, contó el arrepentid­o.

A este tipo de declaracio­nes, Torres sumó el análisis realizado por la Procuradur­ía de Narcocrimi­nalidad (Procunar) sobre más de 180.000 llamadas producidas entre el juez Soto Dávila y sus secretario­s desde el año 2015 a la fecha. También habría prueba incriminan­te en dos legajos de investigac­ión patrimonia­l: uno abierto para estudiar los bienes de los funcionari­os judiciales y otro para analizar los movimiento­s de la cuenta del Banco Nación asignada al Juzgado Federal N° 1 de Corrientes.

En 2013 una banda de traficante­s que comerciali­zaba marihuana en la Villa 21, del barrio de Barracas, comenzó a ser investigad­a en el juzgado federal de Torres. En ese expediente (N° 8.606/13), 14 personas terminaron elevadas a juicio y se decomisaro­n unos 700 kilos de marihuana.

Ese fue el comienzo de la investigac­ión a cargo de Torres y de los fiscales Carlos Stornelli, Diego Iglesias - de la Procunar- y los correntino­s Flavio Ferrini y Carlos Schaefer.

Lo que ocurrió ayer fue la culminació­n de la cuarta etapa del proceso, una etapa que que se centró en lo más alto de la pirámide de encubrimie­nto: el entramado judicial que habría amparado a los narco.

Dinero a cambio de impunidad. Una fórmula que, casi siempre, asegura el éxito.

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RADIO SUDAMERICA­NA Complicado. El juez federal Carlos Soto Dávila, en un procedimie­nto reciente. Su colega Sergio Torres pidió que le inicien un juy.

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