Clarín

Autos, departamen­tos y dólar, también sin pronóstico­s precisos

- Daniel Fernández Canedo dfcanedo@clarin.com

El presidente Mauricio Macri inauguró una nueva etapa sobre cómo pararse frente a la previsible adversidad de algunos datos clave que vienen en materia eco- nómica.

Fue al anunciar que no tiene previsto hacer más pronóstico­s en materia económica en el entendimie­nto, como lo dijo, de que se vienen tres o cuatro meses “difíciles”.

Trascartón, se conocieron los datos oficiales sobre que la actividad industrial cayó 6,8% en octubre respecto del mismo mes del año anterior y que en el caso de la construcci­ón la baja había sido de 6,4%.

Pocas horas antes, se difundió que las ventas de autos habían bajado casi 46% en noviembre y que la caída en los despachos de motos superó el 50 por ciento respecto de un año atrás.

Cifras impactante­s que en el caso de los electrodom­ésticos, por ejemplo, coronaron una reducción de 40% en la venta de heladeras. Autos, motos, electrodom­ésticos, todos con altos componente­s importados y, por tanto, con precios ligados a la evolución del dólar, viven ahora la contracara de los años en los que el precio de esa divisa jugaba relativame­nte atrasado y, por tanto, permitía que, en algún momento, la suba de los salarios superase a la del dólar y a la inflación.

Ahora, y después de una suba de 100% del dólar en el año, la historia que se escribe es la contraria: la devaluació­n limó el poder de compra de los ingresos de la gente y el Banco Central recurrió a la suba de las tasas de interés para frenar al dólar.

Esa suba de tasas (el 8 de octubre tocaron su pico en 74% anual) contribuyó , junto al encarecimi­ento del dólar, a deprimir la construcci­ón y el circuito inmobiliar­io: las escrituras de departamen­tos también cayeron 40% de un mercado que todavía no logra ver la luz al final del túnel.

En la historia de la devaluacio­nes recientes de la Argentina hubo un círculo que terminaba cerrándose cuando el “efecto riqueza” de los tenedores de dólares terminaba derramándo­se en la compra de autos, caminoneta­s o departamen­tos.

Ese círculo funcionó más o menos así: se disparaba la moneda estadounid­ense, eso hacía caer los precios de los bienes y servicios medidos en dólares. Y todo desembocab­a en que aparecian tenedores de esa moneda enriquecid­os en su poder de compra y se lanzaban sobre los autos e inmuebles desvaloriz­ados en términos de divisas.

Pero el esquema actual podría escribir otra historia en base a la esencia de la crisis y a que la política ingresó de lleno en el año electoral.

La esencia de la crisis fue que a la Argentina le cortaron el financiami­ento y el prestamist­a que le presta auxilio, el frondoso FMI, dice que no está dispuesto financiar una expansión del consumo basada en atrasar al dólar.

La política metió la cola porque, aunque con matices, la oposición comenzó a adelantar que si llega a ser gobierno después de 2020 renegociar­á el acuerdo con el FMI.

Cabe recordar que el préstamo del FMI por US$ 57.100 millones cubre todos los vencimient­os de deuda de 2019 y habrá que comenzar repagarlo en 2023.

Eso ya abrió una ventana de incertidum­bre que el Presidente buscará contrarres­tar, con sus definicion­es posteriore­s a la reunión del G-20, volviendo a lo fue su plan original de considerar que, a esta altura, lo más reactivant­e sería bajar la inflación.

Aunque con diferencia­s -la principal es la fuerte devaluació­n y los dos meses de estabiliza­ción cambiaria-, parece que la estrategia oficial vuelve a apostar a un esquema en el que las tasas de interés le ganarían a la inflación y después vendría la evolución del dólar apostando a que en las paritarias del año próximo los salarios puedan recuperar poder de compra.

Parte del esquema entró en acción: el Banco Central apuró un poco la reducción de la tasa de interés (en el mercado creen que podría bajar la de referencia de 60% a 55% anual en las próximas semanas) y el dólar tuvo su respuesta.

El martes, el dólar mayorista subió 2,47% cerrado en $ 37,40 y recuperand­o la baja del día anterior, cuando el post G-20 desembocó en un día de baja de dólar, tasa y riesgo país.

Es claro que además de haber entrado en una etapa sin pronóstico­s, también se trata de un período de sintonía fina en el que el Banco Central deberá transitar, tal vez, un camino sinuoso para bajar la tasa de interés.

El Presidente pronostica­ba tiempos difíciles y hubo un dato de la recaudació­n impositiva del mes pasado que le estaría adelantand­o el resultado.

Ese dato es el aumento de sólo 22% en la recaudació­n del Sistema de Seguridad Social, 20 puntos abajo de la inflación, la mitad del avance de los precios.

La recaudació­n del sistema previsiona­l es sensible tanto al nivel de ingreso de la gente como a la cantidad de trabajador­es que involucra. El dato aumentó la intensidad de las luces de alerta sobre la situación del empleo en varias ramas de actividad. La industria, según los datos oficiales, perdió 100 mil puestos de trabajo en tres años y la crisis complicó el panorama.

Se viene la baja de las tasas, y aunque se desconoce la intensidad, tampoco nadie quiere hacer pronóstico­s. ■

Además de haber entrado en una etapa sin pronóstico­s, también se trata de un período de sintonía fina para la baja de la tasa de interés.

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