“Es un orgullo enorme que muchos me llamen la ‘Che Guevara’ yemení”
Ganadora del Nobel de la Paz
La mujer de ojos negros, grandes y profundos está cansada de hablar. Nació a miles de kilómetros, hace años vive escondida, pero ahora está sentada en la sala de un hotel rosarino dando una entrevista tras otra. En la calle pega el sol y hay 33 grados. Tawakkul Karman, con su hijab a flores, su vestido que la cubre entera y sus botas de gamuza, luce agotada y quiere irse.
Cuando se le recuerda que algunos la han llamado “la Che Guevara yemení”, sonríe: "¡Sí! Estoy sumamente feliz de estar donde nació el Che Guevara, y es un orgullo que me digan la Che Guevara yemení. Aunque yo apoyo métodos no violentos de lucha, el Che ha sido y es una inspiración para rechazar al imperialismo y todo aquello que no tiene que ver con la libertad".
-¿Se puede hacer una revolución sin violencia?
-Sí, por supuesto, nosotros lo hicimos. Se puede combatir la violencia sin violencia.
Yemen es uno de los países más pobres del mundo, y el más pobre entre los árabes. En 2011, las protestas que reclamaban no sólo alimentos y empleo sino también democracia y respeto por los derechos humanos, terminaron con 21 años de dictadura de Ali Abdullah Saleh. Entonces Karman era una periodista de 32 años que luchaba contra la represión y por la libertad del pueblo sometido y en gran parte analfabeto. Su activismo la llevó a la cárcel varias veces y terminó por condenarla al exilio. En 2012, Ali Abdullah Saleh fue expulsado del poder. Meses después, Tawakkul Karman recibió el Premio Nobel de la Paz.
Esta mujer -que en 2005 formó la agrupación "Periodistas sin cadena" contra la censura- fue clave en la Primavera Árabe, que terminó con los gobiernos totalitarios de Zine El Abidine Ben Ali en Túnez, Hosni Mubarak en Egipto y Muamar el Gadafi en Libia. Karman, inspirada en la Revolución de los Jazmines de Túnez, usaba cintas rosas como mensaje contra la violencia. Su lucha animó a otras mujeres a unirse a las protestas cada semana en la Plaza de la Libertad de Saná, la capital del país. A pesar de la caída de Saleh, la paz no llegó a Yemen, que vive una guerra sin fin.
Tawakkul Karman no puede decir dónde vive. Sí que tiene tres hijos y que sigue militando por la libertad para su país. En esa militancia levanta la voz de las mujeres, las más vulneradas. Yemen sufrió un retroceso cuando se unieron Norte y Sur en 1990. El Norte era conservador y, al unirse, mujeres del Sur que habían estudiado y tenían carreras vieron desaparecer su independencia y volvieron a sus hogares, con normas muy rígidas: la esposa le debe obediencia a su esposo, no puede divorciarse sin permiso de la Corte, debe tolerar la poligamia y que se casen las niñas.
-¿Cuál es hoy la situación de las mujeres árabes?
-Siguen peleando contra los regímenes autoritarios, la corrupción, el terrorismo y los superpoderes que respaldan a las dictaduras. Pelean por la libertad, se sacrifican por un mejor futuro, sin corrupción ni violencia. -Usted empezó su militancia siendo periodista. ¿Se puede ser periodista y activista al mismo tiempo?
-Por supuesto. El periodismo tiene que decir la verdad, ser la voz de los que sufren injusticias y buscan una mejor vida. Su papel es estar siempre expresando la voz de los que luchan, porque, si no, pasa a ser la voz de la dictadura y eso es ausencia de periodismo. Hay un mensaje muy importante que debe dar el periodismo, y es decir la verdad, siempre.
-¿Qué opina del movimiento NiUnaMenos de Argentina?
-Estoy completamente a favor. Creo que Argentina tiene mucho por delante para terminar con los femicidios, la corrupción y el tráfico de drogas, el tráfico humano. Argentina lleva 35 años libre del autoritarismo militar, se merece más.
-¿Cuál es el papel de los y las jóvenes en estas revoluciones?
-Creo que los jóvenes, hombres y mujeres, son quienes van a liderar el cambio y generar un nuevo futuro. En la Primavera Árabe fueron los jóvenes los que lideraron las revoluciones. Todo el deterioro y toda la tristeza que se ve ahora en el mundo va a cambiar por el trabajo de los jóvenes. Soy optimista. En Yemen, en América Latina, en Canadá, los jóvenes rechazan la dictadura, rechazan el odio y van a generar el cambio para un mejor futuro.
-¿Cree entonces que hombres y mujeres tendrán los mismos derechos en algún momento?
-Sí, la igualdad va a generar una sociedad mucho más fuerte. Pero esta igualdad debe lograrse bajo la democracia. Los hombres y las mujeres tienen que conseguir esta igualdad y nunca lo van a hacer bajo un régimen autoritario. No se debería permitir bajo ningún concepto que ningún dictador hable de derechos humanos y hable de igualdad, porque usan esos términos para cubrir sus crímenes. Las mujeres tienen que liderar esta lucha por la igualdad. ■