Gustavo Garzón, actor
“Al que está enfermo le diría que revise sus zonas de odio y crispación”
"Es mucho lo que se aprende cuando te pasan estas cosas. Un psico-oncólogo con el que me traté me deslizó: 'El cáncer es una enfermedad que te brinda una oportunidad para cambiar, para dar un volantazo'. Y lo tomé al pie de la letra", recuerda el actor Gustavo Garzón, sobre el cáncer que tuvo que enfrentar primero y derrotar seis meses después durante 2009.
Garzón (63) se aferró a los afectos y se propuso, en primera medida, dejar de hacerse malasangre por cualquier pavada, "porque los inconvenientes penetran el cuerpo. Decidí cambiar de ver- dad, empezando por promover el diálogo, más allá del disenso, sin imponer verdades y a decir que no con dulce de leche". Recuerda que el cáncer de lengua que tuvo lo causaron el tabaco y el factor emocional. "Tal vez el tabaco sin lo emocional, o lo emocional sin el tabaco hubiera podido zafar, pero unidas son indigeribles". Todo empezó cuando empezó a sentir lo que parecía una inocua molestia, "un poco desconocida", en la garganta. Podían ser anginas o una ampolla. Preocupado, fue un otorrinolaringólogo que le hizo un tacto, le pidió hacer una biopsia y empezó este viaje penumbroso a lo auténticamente desconocido.
"Miraba el futuro y aparecían la angustia y el desconcierto. Duró un tiempo hasta que empezó el tratamiento de 6 meses; todo se fue acomodando y yo también, empecé a predisponerme de otra manera. Y esa mejoría nunca se detuvo", hace memoria.
Se le pide a Garzón unas palabras para quien debe afrontar la enfermedad: "Sólo decirle que confíe en el tratamiento, que sea optimista y que se permita revisar interiormente para entender dónde están las zonas del odio, de la crispación y de lo no dicho, que es lo que enferma".