“Películas que cambian la mirada sobre la Luna”
Fui al cine a ver “First man”, la película que cuenta la historia de Neil Armstrong, el hombre que después de varios experimentos de la NASA pisó la Luna por primera vez. Como el tema era muy trillado y da la sensación de que ahora hasta se pueden comprar pasajes a la vuelta de la esquina para conocer ese globo blanco, dudé en gastar dinero, energía de fin de año (queda poca), pero acepté la invitación de mi marido y hacia allí fuimos. Nos sentamos, yo tomé café, él comió masticables. Así de simple es nuestra vida a los 50 años.
A la ciencia ficción digo un no rotundo, así de inflexible y determinante. No hay nada mejor que la realidad y cuanto más profunda mejor. En cambio lo surrealista es maravilloso porque confunde la idea que se suele tener sobre lo que se percibe, ¿acaso Cortázar no mezclaba Cronopios y Famas, bichos de una índole extraña, que vuelan en la imaginación de los lectores más raros y ávidos de confusión para poder no entender nada de un mundo lunático, blanco, vacío y frágil que nos circunda y atormenta? Mi especialidad literaria: irme por las ramas, en este caso sería irme a la Luna.
Mientras sorbía mi capuchino express al tiempo que saboreaba el caramelo de café que compré en el kiosco de al lado del cine -y que me cobraron el triple porque debo ser rara como el cuarto menguante: desdibujado, hipócrita y estafador de luna llena-, una escena de la peli me invadió. Algo que jamás esperaba ver, una de las sorpresas más inexplicables de esta vida terrestre: una niñita de tres años, la hija de Armstrong, a upa de su piloto progenitor, se desvanece, llora y sufre los efectos secundarios de la quimioterapia por un cáncer cerebral que la maltrata. Le di un codazo al de al lado, mi cónyuge. “Che, ¿esto es verdad? ¿pasó?”. Sabe que detesto los golpes bajos. “No sabía” respondió. La chiquita es enterrada en un pequeño cajoncito de madera en la toma siguiente. Verdad cruel y pura, blanca como luna llena. La muerte persigue a los de acá abajo, no es ciencia ficción ni efecto cinematográfico.
Neil se muestra en el resto del film con una mirada lejana, sin sentido, mirada de haberlo perdido todo. El tipo se encapricha en volar al más allá en una lata. Muchos pierden la vida en el intento, él no lo consiguió. Llegó a la Luna.