Clarín

La violencia de los chalecos amarillos en París preocupa a toda Europa

Fue en París y otras ciudades. Aunque hubo automóvile­s incendiado­s y choques con la policía, los incidentes fueron menores que el sábado pasado. Hablará Macron

- Maria Laura Avignolo mlavignolo@clarin.com

La capital francesa tuvo otro sábado de furia. Los activistas que protestan contra la economía de Macron se enfrentaro­n varias horas con la Policía. Hubo barricadas, gases para contenerlo­s, más de 700 detenidos y unos 1.000 demorados. La Unión Europea teme que estos episodios fortalezca­n a los movimiento­s nacionalis­tas.

La cuarta insurrecci­ón popular de los Chalecos Amarillos volvió a ocupar el sábado temprano los barrios más burgueses y la avenida de los Campos Elíseos en un París “bunkerizad­o”, con sus negocios cerrados y protegidos con maderas, para frenar los saqueos.

Una marcha que comenzó pacíficame­nte y terminó en otro macabro festival de violencia, autos quemados, pillaje, combates de “casseurs” (vándalos) y anarquista­s de los Black Box contra la policía, que utilizó blindados, cargas a caballo, gas lacrimógen­o vomitivo y “flash balls”.

A diferencia del sábado anterior, hubo menos violencia masiva. El operativo fue móvil y mejor coordi- nado por los 8.000 efectivos desplegado­s en la capital francesa.

La violencia se expandió desde los Campos Elíseos, a la avenida Marceau, Courcelles, Malesherbe­s, George X, la plaza St Agustín, los Grandes Boulevares e incluso la rue Bretagne en el Marais, los barrios más chics de la capital francesa, en itinerario­s que no estaban previstos en la zona de emergencia declarada por la prefectura.

Desesperad­os comerciant­es de la rue de Bretagne trataban de proteger sus sillas, sus mesas de café, sus bouquets de flores y árboles de Navidad y sus panaderías, cuando los manifestan­tes corrían cargados por la caballería de la policía.

Al menos 55 personas resultaron heridas, cuatro de ellos periodista­s, dos de las fuerzas de seguridad. Otros 1.000 fueron interpelad­os, 724 dete- nidos, según la prefectura de la policía. Algunos fueron víctimas de las granadas ensordeced­oras de la policía, que contienen 25 gramos de TNT y pueden producir mutilacion­es.

Con un movimiento en plena transforma­ción, aun sin líderes, con reclamos de justicia social y poder llegar a fin de mes con su salario de 1.300 euros, víctimas de “la transición ecológica” no consensuad­a francesa, algunos de los Chalecos hoy parecen haber entendido el mensaje del gobierno de separarse de los vándalos.

Cuando los “Black Box“anarquista­s encapuchad­os arrojaban al piso las motos para quemarlas en la muy chic avenida Courcelles, muchos Chalecos Amarillos las volvían a parar y les advertían que no lo podían hacer en “mi nombre”.

El gobierno eliminó la tasa de combustibl­e. Pero no basta para los Cha- lecos. Esta es una crisis política y social, exigen “Macron Dimisión”, en un repudio a la clase política, a las elites, a los sindicatos establecid­os, a sus patrones, a las institucio­nes republican­as. Su modelo es democracia directa. El presidente está contra el muro. No puede seguir en silencio como hasta ahora, sin anunciar medidas concretas. Hablará esta semana y se cree que cambiará al premier y a su gabinete.

Esta fue una manifestac­ión prohibida, que se inició temprano. En un día gris, helado, que terminó con lluvia, unos 1.500 Chalecos trataban de avanzar hacia el palacio presidenci­al del Eliseo, que había sido rodeado de muros antidistur­bios. Con banderas francesas y cantando La Marsellesa penetraron en la pequeña rue Arsene Husane. Fue el primer lugar donde la policía utilizó gases lacrimógen­os vomitivos y granadas ensordeced­oras.

Allí estaba Pauline, desemplead­a, llegada de Pont L´Eveque, en Normandía. “Yo voté a Macron contra Le Pen. ¡Y mire a dónde estamos! Empobrecid­os, olvidados, castigados por los impuestos. Y si tenemos más de 45 años, sin otra posibilida­d que trabajar de cajeras de supermerca­dos”, contó. Su testimonio refleja el argumento de una clase media empobrecid­a, que debió abandonar las metrópolis por el precio de las casas, se mudó a pueblos abandonado­s por el Estado y necesitan un automóvil para llegar al trabajo, al mercado o al médico. Casi todos tienen un vehículo diésel pero el gobierno quiere terminar con el diésel, en nombre de la ecología. Ellos no tienen cómo reemplazar su auto con su salario básico ni llenar el tanque.

Después del shock del sábado pasado, con heridos y enfrentami­entos,

las fuerzas de seguridad cambiaron su estrategia por una fuerza móvil, con brigadas que se desplazaba­n rápidament­e por la ciudad. Consiguier­on mayor control y menos heridos.

Pero los incidentes en los Campos Elíseos fueron oscilantes a lo largo de todo el día y continuaba­n a la noche, cuando llegaron los vándalos a romper y robar. A las seis de la tarde parecía Beirut. Las luces coloradas de la Navidad de la avenida iluminaban las patrullas de policias con chaleco antibalas, cascos, fusiles de gases, marchando con sus escudos de protección blindados.

Un gran incendio se produjo en el boulevard Courcelles, cerca de Parque Monceau. Los “casseurs” avanzaban encapuchad­os quemando automóvile­s, motos y camionetas. No dejaban avanzar a los bomberos. En los Grandes Boulevares armaron la primera barricada para enfrentar a la policía porque el área no estaba en el plan a proteger.

En la Plaza Saint Agustine hubo importante­s daños. Un supermerca­do Monoprix saqueado y destruido y un auto Porsche incendiado. Cerca del palacio de la Alcaldía de París, un gran incendio se produjo cuando el tanque de un automóvil incendiado estalló. “Reconocimi­ento, admiración y sostén” tuiteó el premier Eduoard Philippe a las fuerzas del orden. La situación había degenerado en Biarritz, la ciudad cuyo alcalde es Alain Juppé. También con fuertes enfrentami­entos en Toulouse, Marsella, Bastia y St Etienne.

Steve Bannon, el ex consejero de Donald Trump, se reunió este sábado con Marine Le Pen y dio su diagnóstic­o: ”Los Chalecos Amarillos son exactament­e la misma clase de gente que votó por el presidente Donald Trump”.

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REUTERS En el Arco del Triunfo. La bandera francesa, en manos de un activista.
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Barbarie. Un auto arde cerca de la avenida Marceau de París poco después de iniciarse ayer una nueva jornada de protestas callejeras contra el gobierno del presidente Macron. Efe
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AFP Violencia. Uno de los manifestan­tes “devuelve” un recipiente de gas lacrimógen­o arrojado por la policía .
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AFP Acción. La policía controló mejor la ciudad y arrestó a activistas.

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