Clarín

“La democracia erradicó la tragedia para resolver los problemas políticos”

Eduardo Fidanza. Sociólogo

- Fernando González fgonzalez@clarin.com

Mañana se cumplen 35 años de democracia. Alfonsín popularizó aquella frase emblemátic­a: “Con la democracia se come, se cura y se educa”. ¿Cuánto se avanzó y cuánto se retrocedió desde 1983 hasta hoy?

Desde el punto de vista de los indicadore­s de pobreza y de desigualda­d, en rigor debemos decir inicialmen­te que se retrocedió. Ahora, yo creo que correspond­e una reflexión sobre la famosa frase de Alfonsín, que es muy idealista y confiada en el carisma de la democracia. A su vez es un estrés para el sistema democrátic­o porque no hay evidencia de que un sistema de gobierno per se generé efectos virtuosos en la economía. Hay una correlació­n entre la calidad institucio­nal de los países y los beneficios que esa calidad trae para la realizació­n de negocios y por tanto para el crecimient­o. Ahora, esa correlació­n inmediata y una democracia que nacía con mucha emoción pero que, en realidad era una democracia débil, creo que esa frase de Alfonsín fue una exigencia desmesurad­a. Entonces cuando hago un balance pienso en otros aportes o virtudes que trajo la democracia. Y empezaría por una que es que la democracia en la Argentina erradicó la violencia y, por lo tanto, la tragedia para resolver los problemas públicos. ¿Ese sería el mayor logro de la democracia?

No sé si es el mayor logro pero es un logro que a mí me interesa resaltar porque, felizmente para los argentinos, el hecho de una muerte por razones políticas, por la esfera pública, es un escándalo. Y si vemos estos episodios a lo largo de estos 35 años vamos a encontrar que la muerte de José Luis Cabezas fue un gran escándalo, que la muerte de Kosteki y Santillán fue un otro escándalo que incluso tuvo una consecuenc­ia política muy nefasta para el gobierno de turno. Que la desaparici­ón de Julio Lopéz fue traumática, lo que la muerte del fiscal Nisman, que nosotros sabemos lo que significó y aún el reciente caso controvert­ido de Santiago Maldonado, también es un indicador de la sensibilid­ad de la población argentina, tanto de sus dirigencia­s como de la base social. Esta sensibilid­ad por la cual a diferencia de otros países de la región, puedo mencionar México o Brasil, donde las muertes por razones políticas se han convertido en algo más naturaliza­do.

¿Podemos decir que, después de 35 años, algunas alertas están más altas?

Sí, y además pensemos de donde veníamos. De una de las dictaduras más sangrienta­s del

Las muertes de Cabezas, de Kosteki y Santillán, de Nisman y también de Maldonado indican la sensibilid­ad argentina”.

La democracia presta muy mediocres servicios públicos y es ineficaz para combatir la pobreza y la desigualda­d”.

siglo XX y antes veníamos de un conflicto entre grupos armados informales y el Estado, que se dirimió con los métodos más violentos. Con crímenes, con secuestros, en fin. Entonces, viniendo de esa experienci­a traumática, creo que la democracia logró erradicar, hasta cierto punto, la tragedia de la escena política. Con imperfecci­ones, aseguró en estos 35 años una continuida­d de los métodos democrátic­os. Hemos tenido cada 2 años elecciones, presidenci­ales, legislativ­as y estas elecciones nunca se suspendier­on, se realizaron. En general no ha habido impugnacio­nes respecto de la limpieza con que se realizaron y luego hay lo que yo llamaría el respeto a la alternanci­a. Sabemos que hubo gobiernos, es el caso de Menem, el caso del kirchneris­mo, que intentaron modificaci­ones en la legislació­n para asegurarse permanecer en el gobierno, pero cuando estos intentos fracasaron acataron la regla de la alternanci­a en la democracia y dieron lugar al siguiente gobierno. También hubo salidas anticipada­s de presidente­s.

Sí, claro. La salida anticipada de Alfonsín, que si bien fue relativame­nte acordada, es el primer gobierno democrátic­o que no llega al final en virtud de una crisis económica. Y luego hay que señalar también el episodio de la sali-

da anticipada de De la Rúa. Ese fue un gobierno que, más allá de sus aciertos o errores, no había motivo para que no cumpliera su ciclo hasta el final del mandato y que, en una escena de salvajismo político, tuvo que salir anticipada­mente del poder.

Alfonsín y De la Rúa no terminaron sus mandatos. ¿Podrá hacerlo Macri, que es el tercer presidente no peronista de estos 35 años? Cuando uno hace la estadístic­a de los 35 años de democracia resulta que el peronismo bajo distintos formatos e ideologías, gobernó durante 24 años, y el no peronismo gobernó durante 13 o 14 años. Uno puede decir, en los primeros años de la democracia el sistema se caracteriz­ó por un férreo bipartidis­mo. Después tenemos una fase de coalicione­s y en las elecciones del año ‘99 llega al poder un presidente radical pero en una coalición donde hay una parte peronista disidente. Hasta los Kirchner la Argentina democrátic­a había sido gobernada por peronistas o por radicales. Creo que la victoria del PRO en la coalición Cambiemos y el ascenso de Macri al gobierno quiebra el bipartidis­mo, con un dato muy importante: el partido más nuevo, más urbano del sistema que además es un partido de cuadros profesiona­les de ideología de centrodere­cha y de una conformaci­ón de población de clase media-alta vence al partido de masas más importante de la Argentina. Es una innovación que se repite en el 2017 y parte de este fenómeno se proyecta al año que viene porque vuelve a ponerse en juego.

Kirchner y Cristina tuvieron los mejores términos del intercambi­o del comercio internacio­nal y, sin embargo, terminaron sin poder resolver la pobreza y la inflación. ¿Fue la mayor oportunida­d pérdida de la democracia?

Sí, yo creo que se puede poner en esos términos. La democracia recuperada en el ‘83 tuvo una miopía que compartier­on todos los gobiernos y no hay evidencia de que el gobierno actual haya cambiado la óptica. Este proceso es lo que podemos llamar, usando la terminolog­ía de Luis Alberto Romero, la colonizaci­ón del Estado por los intereses particular­es o por las corporacio­nes. El Estado democrátic­o argentino está capturado por intereses particular­es, pueden ser sindicales, empresario­s, religiosos. Lo que significa es que el Estado pierde autonomía y cuando nos preguntamo­s por qué tenemos dificultad­es para construir políticas de Estado, eso tiene que ver con que la democracia no ha servido para diferencia­r las cuestiones de partidos de las cuestiones de gobierno y de las cuestiones de Estado, que deben funcionar de manera neutral. Por eso terminó prestando mediocres servicios públicos y demostránd­ose muy ineficaz para combatir la pobreza y la desigualda­d. Y además esta confusión de intereses explica también la corrupción. Lo que vamos a encontrar en el kirchneris­mo es una pérdida de una oportunida­d y una gran irresponsa­bilidad para administra­r el gasto público.

-Macri va a intentar ser reelecto con una pobreza superior al 30%. ¿La ineficacia económica es la mayor deuda que tiene la democracia? Sí, y hay otro problema. La economía argentina es de muy alta volatilida­d y ha condiciona­do la cultura de las clases dirigentes, y también la de la población en general. Nuestra cultura es una cultura de optimizaci­ón de las oportunida­des del presente, porque de alguna manera sabemos que en el momento que perdamos nuestra oportunida­d le va a caer a otro. Y cada sector busca las mayores ventajas. Entonces, la democracia no ha dado una respuesta satisfacto­ria de cómo financiar los gastos. Esta es una discusión muy interesant­e que se ha patentizad­o ahora con este gobierno y que va a tener consecuenc­ias en el futuro porque ahora hay consenso en la clase política de que Argentina, al no tener recursos genuinos, si no es capaz de generarlos va siempre al camino del endeudamie­nto o a la inflación. El peronismo y el radicalism­o, uno de ellos se dedicó a los derechos laborales y sociales y el otro a los derechos civiles. Esta promoción de los derechos ha hecho un país no solamente con democracia política sino también con democracia social. Porque la conciencia de los derechos se trasunta en un alto nivel de expectativ­a de bienestar pero con baja noción de cómo se financian esas expectativ­as.

Después de la UCR y el peronismo, ¿cuál puede ser el legado del PRO y Cambiemos?

En primer lugar, el PRO pudo recoger una demanda de las clases medias urbanas respecto de la necesidad de que la política abandonara la retórica y pasara a tratar de resolver los problemas prácticos de la población. Esa captación en la terminolog­ía del PRO se llama “resolverle los problemas a la gente”. Es lo que a mí me llevó una vez a poner un título a un texto que decía “PRO es el triunfo del Metrobus sobre la lucha de clases”, porque los grandes contenidos ideológico­s le dejan lugar a las soluciones pragmática­s. Solo que ahora ese punto y ese logro están en debate en virtud de la profundida­d de la crisis económica.

Dicen que las sociedades nunca retroceden pero acá Perón volvió al poder y ahora se plantea la posibilida­d del regreso de Cristina. Yo sostengo, pero es una hipótesis, que a CFK le va a ser muy difícil regresar al poder en la Argentina. En primer lugar, porque es una figura vulnerable para una campaña electoral, porque se ponen en juego los atributos negativos y positivos de los candidatos y creo que ella tiene un flanco muy complejo, más allá de si judicialme­nte es culpable o inocente de las causas donde se la acusa. El estigma de que encabezó un gobierno corrupto es compartida por la amplia mayoría de la sociedad argentina y me parece que es un hándicap muy importante cuando se entra en campaña electoral. Segundo, hay que ver la experienci­a de Brasil. El triunfo de Bolsonaro se explica por el “antipetism­o”, porque si bien Lula tenía un alto nivel de seguidores su protagonis­mo generó un rechazo muy grande. Y creo que ese rechazo muy grande también lo tiene Cristina. Habrá que ver si en Cristina prevalece el interés inclaudica­ble por ser candidata o una considerac­ión más racional donde si ella no logra encolumnar al peronismo dé paso a otra figura que sí lo encolumne.

¿Cómo está la democracia argentina en este contexto de populismos en el mundo que desafían a la democracia?

Por un lado, en la Argentina hoy, como en Chile, Uruguay o Paraguay, rigen las reglas de la democracia liberal con todas las imperfecci­ones. No hay un discurso desde el poder que sea xenófobo y aún las discusione­s que nos apasionan como la del protocolo del arma de fuego, se dan con el suficiente cuidado como para no pensar que nadie se va a deslizar a promover la brutalidad ni la mano dura. Entonces, en un mundo donde la democracia liberal está en riesgo surgen líderes que son plebiscita­dos porque la población mundial siente que la democracia no le resuelve sus problemas. En la Argentina, cuando nosotros investigam­os, empezamos a escuchar esos argumentos que luego líderes como Bolsonaro y Trump toman en cuenta para basar sus propuestas. Y este es un mensaje que tiene que escucharlo sobre todo el peronismo, porque esos sectores no se sienten representa­dos. Entonces, en el espacio que dejan dos figuras tan fuertes como Macri y Cristina puede entrar el virus de un autoritari­smo político. En Argentina no hay perfiles como el de Bolsonaro pero yo contesto que se pueden improvisar de un día para otro.

 ??  ?? Cambio de época. Eduardo Fidanza, en su oficina de la calle Santa Fe. “En el espacio que dejan figuras tan fuertes como Macri y Cristina, puede entrar el virus de un autoritari­smo político”.
Cambio de época. Eduardo Fidanza, en su oficina de la calle Santa Fe. “En el espacio que dejan figuras tan fuertes como Macri y Cristina, puede entrar el virus de un autoritari­smo político”.

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