Libros, poesía y el sueño de una agenda de Estado

Eduardo Fidanza recibió a Clarín el 7 de diciembre, el día de su cumpleaños. Un sagitariano de ley igual que la democracia, que mañana cumple 35 años. En una oficina con pisos laqueados de un edificio impecable y aristocrático de la avenida Santa Fe al 700, se larga a hablar de la Argentina, su gran pasión. Y del impacto de la democracia en las diferentes generaciones: “Estuve haciendo unos cálculos mínimos, los que tenían 18 años y votaron por primera vez en el año ‘83, hoy son argentinas y argentinos que tienen 53 años. Un tercio de su vida ocurrió cuando en la Argentina existían las dictaduras. Luego, un argentino o argentina que hoy tiene 70 años, la mitad de su vida transcurrió bajo el régimen de alternancia de dictaduras con democracias. Y el argentino que hoy tiene 35 años vivió siempre en democracia, quiere decir que cuando pensamos en la democracia también tenemos que pensar en las biografías de los argentinos porque mientras que los más jóvenes consideran la democracia un hecho natural, para los argentinos de más edad la democracia fue en un momento la posibilidad de poderse reunir en libertad, de poder emitir sus opiniones, de poder votar, algo que hoy felizmente se considera completamente salvaguardado”.

Fidanza no será hoy uno de los argentinos preocupados por la Superfinal entre River y Boca. El fútbol lo tiene sin cuidado. Sus horas libres de trabajo las dedica básicamente a leer literatura y poesía. Los escritores, los sociólogos y los filósofos de entreguerras son sus predilectos y sigue las huellas de Stefan Zweig, de Joseph Roth y de su querido Max Weber, el clásico que enseñó en la universidad durante 25 años. En la Argentina sigue a Pablo Gerchunoff, a Juan Carlos Torre y a Luis Alberto Romero. Su esposa, con la que tuvo dos hijos, a veces le pide que se suba a su bicicleta y descanse un poco de tanta lectura. Pero desde que se recibió de sociólogo en la Universidad de Buenos Aires el centro de su vida gira sobre esos conceptos y esos autores.

Sueña, como muchos, con una Argentina más sólida en sus instituciones y en su entramado social. Y describe esos deseos a su manera. “Voy a hacer una cita de memoria, a lo mejor me equivoco. En el pequeño libro ‘El uno y el universo´, de Ernesto Sabato, creo que él dice ‘hasta que los argentinos no podamos poner en una misma plaza un busto de Sarmiento y uno de Juan Manuel de Rosas no vamos a poder resolver los problemas. Yo creo que, los argentinos se tienen que sentar y deponer un poco sus ideologías tradicionales. La Argentina lleva décadas de una polémica irresuelta entre lo que hoy se llama populismo y lo que podemos llamar republicanismo, como si fueran visiones o ideologías excluyentes para el país. La Argentina tiene que definir políticas de Estado y resolver problemas estructurales que es muy difícil que lo resuelva un partido solo. Tiene que haber alguna forma de mediación. Para mi generación, el Pacto de la Moncloa fue un ejemplo”.