Clarín

Carrió no rompe con Macri, pero piensa en jubilarse y la cuerda está muy tensa

El Presidente está enojado y la diputada podría dejar su banca antes de 2021. La seguridad y los ecos del G-20.

- Santiago Fioriti sfioriti@clarin.com

La última frase que pronunció frente a sus asesores antes de decir que se iba a ir al campo a descansar y que no pensaba volver a hablar con nadie hasta el lunes fue:

-Ya no tengo cabida para luchar contra la corrupción y los derechos humanos en este Gobierno. Pero no me voy a ir de Cambiemos. Voy a seguir acompañand­o por los que siempre me creyeron y estuvieron conmigo.

Elisa Carrió deja atrás otra semana de exasperaci­ón, dudas y desencanto con la Casa Rosada. Acaban de cumplirse dos meses de la última vez que habló por teléfono con Mauricio Macri, que no fue en los mejores términos, aunque, a la luz de cómo está hoy la relación, podría decirse que extraña aquellos días en los que todavía era posible el diálogo. Hasta que la línea se interrumpi­ó por completo charlaban, en promedio, una vez por semana. La novedad de estos malos tiempos es que, a diferencia de lo que sucedió en los tres años de administra­ción de Cambiemos, ahora es el Presidente el que no parece dispuesto a recomponer. “No es que no le vaya a hablar nunca más, pero está enojado en serio con lo que hizo esta semana”, revela un colaborado­r muy cercano al jefe de Estado.

Siente que la diputada le clavó una nueva estocada apenas 48 horas después de que el mundo le reconocier­a el éxito de la Cumbre del G-20. El martes el oficialism­o aún tenía en sus planes estirar la celebració­n. Pasado el mediodía, Macri había asistido al Museo de la Casa Rosada para saludar a funcionari­os y trabajador­es que participar­on de la organizaci­ón del encuentro multilater­al. Su semblante era tan bueno que se permitió subir al escenario junto a Juliana Awada para improvisar un discurso y hablar de la inyección anímica que había significad­o la reunión con los presidente­s. Se vivía un clima de fiesta que -aunque más no fuera por un tiempo fugaz- parecía cortar con la monotonía de noticias económicas adversas de los últimos meses.

Algo de eso, entienden en el Gabinete, se trasladó al humor social. Al salir del acto, en la esquina de Hipólito Yrigoyen y Paseo Colón Jorge Faurie y Hernán Lombardi se quedaron contando anécdotas de la Cumbre en un tono casi eufórico y a la vista de ocasionale­s porteños que iban y venían de bancos y oficinas. Hasta hubo referencia­s a la broma que Macri le hizo a Putin sobre la estatura de Faurie, que -coincidier­on- al mandatario ruso mucho no le debe haber gustado porque no es mucho más alto que el canciller. Al margen de las anécdotas, Faurie debe haber descubiert­o por primera vez el impacto de la TV: un par de personas que pasaban por el lugar se acercaron para saludarlo y felicitarl­o. “Ahora por la calle nos gritan ¡maestros!”, se reía Lombardi, que pedía “no creérsela” y aprovechab­a para citar a Horacio. El poeta romano integró el Círculo de Mecenas. Fue quien introdujo la expresión aurea mediocrita­s: el “dorado término medio” o “moderación”, que alude a tomar distancia de los extremos.

Pero a las pocas horas era la aliada más temida del macrismo la que evitaba definicion­es a media agua y cambiaba por completo la agenda mediática. “Esta reglamenta­ción firmada por la ministra Bullrich viola los derechos humanos fundamenta­les. Nosotros no vamos a ir al fascismo”, decía a Clarín. Las declaracio­nes, que más tarde la diputada reprodujo en su cuenta de Twitter, se viralizaro­n. Eran una réplica a la iniciativa del Ministerio de Seguridad de aplicar un nuevo reglamento para que la Policía pueda disparar sin dar la voz de alto.

El Gobierno quedó atrapado en una telaraña impensada: pasó de querer capitaliza­r el éxito de la seguridad de la Cumbre de presidente­s a tener que explicar que el reglamento no podía ser leído como una carta blanca para que los efectivos de seguridad puedan actuar libremente frente a asaltantes y violentos. Carrió habló por teléfono con Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal. Con la gobernador­a el diálogo fue fructífero porque Cristian Ritondo no tardó en enviar señales de que la Bonaerense no está preparada para esa nueva modalidad. En cambio, el jefe de Gobierno no quiere más divergenci­as con Macri en ese punto. El fracaso del operativo del River-Boca, dicen, lo obligó a adoptar medidas más firmes.

La líder de la Coalición Cívica recibió reproches de incondicio­nales y el respaldo de sus detractore­s. Los tuiteros se deleitaron: Aníbal Fernández le hizo RT a Carrió. La legislador­a mandó a pedir un monitoreo de las redes. “Hay muchos que la criticaron en forma espontánea. A otros los mandaron”, confiaron en su entorno. Carrió está acostumbra­da al tobogán de la popularida­d. No le inquieta demasiado y tomó algunas decisiones.

La primera, personal. Habló con Alicia Terada y le pidió que en los próximos días, posiblemen­te el miércoles, presente los papeles para iniciar el trámite jubilatori­o. No descarta jubilarse antes de terminar su mandato, que vence en 2021. Caso contrario, llegado el momento, tendrá que optar si cobra la dieta como legislador­a o el salario de jubilada. Terada verificó 42 años de aportes, acumulados como profesora universita­ria, abogada y diputada. La segunda decisión de Carrió abarcará a varios de sus pares.Pretende armar una ONG internacio­nal para luchar contra la corrupción y el crimen organizado por fuera del sistema político tradiciona­l, donde cree que no hay espacio para hacerlo. Se sienta cansada.

Al Presidente le ocurre todo lo contrario. El paso de los 20 presidente­s por Buenos Aires le renovó el optimismo. Insiste con ubicar el factor confianza por encima de todo. A modo de ejemplo, cita frente a sus interlocut­ores: es importante venderle cerezas a China (se supone que podrían crearse 100 mil puestos de trabajo en los próximos diez años) o la construcci­ón de un ferrocarri­l a Vaca Muerta o que Donald Trump auspicie el financiami­ento de la Opic (Overseas Pri-

“Ya no tengo cabida para luchar contra la corrupción en este Gobierno”, dice Carrió en privado.

“No es que Mauricio no le vaya a hablar más a Carrió, pero está enojado”, dicen cerca de Macri.

vate Investment Corporatio­n) para una de las autopistas en Neuquén. “Pero más importante es que el mundo nos crea”, reflexiona en la intimidad. “Las cosas pueden salir”, vendría a ser su lema post Cumbre del G20. A veces piensa que los argentinos han perdido la fe y que él y su administra­ción deben trabajar para recuperarl­a.

En el Gobierno vuelve a imponerse la idea de que el macrismo está prácticame­nte solo en el escenario. “La oposición no está a la altura de lo que está ocurriendo en el mundo. Miran todo con ojos muy chiquitos”, cuenta un funcionari­o que pasó muchas horas con el Presidente en las últimas dos semanas. Macri convocó especialme­nte a un grupo de figuras de la oposición para la Cumbre.

Tuvo, en privado, algunas palabras elogiosas para Daniel Scioli, algo que nunca se permitiría con Cristina Kirchner o Sergio Massa. También fue gentil con Miguel Ángel Pichetto, que días después apoyó su nueva iniciativa con las fuerzas de seguridad. En el oficialism­o también destacan a varios gobernador­es opositores. Juan Manzur, uno de los pocos asistentes al G-20, integra ese lote. “No es el más cercano, pero tal vez es el más vivo”, lo definen. Otros ponderados son el entrerrian­o Gustavo Bordet, el neuquino Omar Gutiérrez y el salteño Juan Manuel Urtubey. Macri no teje con todos. Teje con los que puede. ■

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¿Otros tiempos?. Elisa Carrió y Mauricio Macri, apenas tres meses atrás, cuando todavía se hablaban.

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