Clarín

Congreso: en el podio de los peores años desde la recuperaci­ón de la democracia

El año terminará con apenas unas 60 leyes sancionada­s . Será el rendimient­o más bajo desde 1987.

- Marcelo Helfgot mhelfgot@clarin.com buena parte de la oposición atenta al

Los dos tanques del llamado a sesiones extraordin­arias ya no se convertirá­n en ley en 2018. La frustrada convocator­ia del Presidente Mauricio Macri a debatir en diciembre sus proyectos para combatir a los barrabrava­s y habilitar el aporte empresario a las campañas electorale­s va de la mano con el brusco freno que tuvo la actividad parlamenta­ria a lo largo del año.

Entre el debilitami­ento de la capacidad de negociació­n del oficialism­o y las resistenci­as opositoras a reeditar acuerdos, este período va camino de ocupar uno de los primeros lugares en el podio de la improducti­vidad legislativ­a.

Hasta el momento se sancionaro­n 51 leyes: 36 en el período ordinario (marzo a noviembre) y otras 15 en las dos sesiones extra de la semana pasada. Con el puñado de proyectos que aprobaría el Senado este miércoles, el balance se acercará al de 1987, el peor desde la recuperaci­ón de la democracia, con 57 leyes.

En ese año, el de la asonada de Semana Santa y la primera derrota alfonsinis­ta, aún regía el período corto de sesiones, que comenzaba el 1° de mayo. La reforma constituci­onal de 1994 llevó la apertura de sesiones al 1° de marzo y desde entonces la marca más baja fue la de 2005, en la gestión de Néstor Kirchner, con 65 leyes aprobadas.

Fuentes parlamenta­rias le aseguraron a Clarín que el Senado votaría no más de diez de los 20 temas pendientes de extraordin­arias, por lo que el tercer período de la era Macri apenas orillará las 60 leyes.

Como se verá, el rendimient­o de los legislador­es en la gestión de Cambiemos es decrecient­e: fueron 101 las sancionada­s en 2016 y 86 al año siguiente.

Ese nivel de producción contrasta con el promedio de 132 leyes anuales aprobadas desde 1983. Toda una demostraci­ón de las complicaci­ones para el funcionami­ento del Congreso cuando el oficialism­o tiene minoría en ambas cáma- ras, como ocurre desde diciembre de 2015.

A diferencia de sus primeros años en el poder, Macri procuró en 2018 esquivar el envío de proyectos polémicos, a sabiendas de la caída en la imagen de su gestión que envalenton­ó a calendario electoral.

Por eso sorprendió su decisión de lconvocar a sesiones extraordin­arias, incluyendo títulos taquillero­s para los que no tenía garantizad­os los votos.

No es casual que el impulso que le dio a la ley antibarras y a la de financiami­ento político hayan obedecido al apuro por correr con parches detrás de hechos consumados.

Tal el caso de la escandalos­a suspensión del Superclási­co que finalmente -pese a la intención del Gobierno de que se jugara en el Monumental- se disputará esta tarde en Madrid. Más los no menos escandalos­os casos de los aportantes "truchos" a las campañas de Cambiemos y de las revelacion­es de los cuadernos de las coimas sobre la recolecció­n de dos K.

De hecho, las únicas leyes de fondo con final exitoso en el alargamien- to de sesiones (sobre un total de 37 proyectos) son las reformas del Impuesto a los Bienes Personales y del Código Procesal Penal.

Otro anuncio rimbombant­e que el Presidente debió guardar para mejor oportunida­d fue el de los cambios a la Ley de Alquileres: prefirió retirarlo a último momento del temario ante los cálculos de un destino incierto.

Sus espadas parlamenta­rias, con las que se siente cada vez más distante, tampoco pudieron despertar de sus sueños a los proyectos estratégic­os de reformas electoral y laboral, extinción de dominio (para el combate a los narcos y la corrupción), semillas, lobby y transferen­cia de la Justicia a la Ciudad, entre otros.

El mayor logro del oficialism­o fue la trajinada aprobación del Presupuest­o 2019, con una combinació­n de muñeca política y de generosas concesione­s a los gobernador­es opositores. El primer semestre estuvo dominado por el debate sobre el aborto, que Macri impulsó en un brote de audacia, aunque no está claro cuánto le aportó a su imagen dado que las cosas quedaron como estaban.

Con la magra cosecha de diez sesiones en el Senado (sumará otra el miércoles) y ocho en Diputados (la del 18 por la ley antibarras está en duda) quedará registrada también la escasa voluntad de los legislador­es de avanzar con iniciativa­s propias y al ritmo de la "rosca" ese estilo de hacer política que volvió a poner de moda el mandamás de la Cámara baja, Emilio Monzó. ■

El mayor logro del oficialism­o fue la trajinada aprobación del Presupuest­o.

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GUILLERMO RODRIGUEZ ADAMI Sesión. Imagen de la Cámara de Diputados, donde la improducti­vidad estuvo a la orden del día.

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