Clarín

Ganadores y perdedores del River-Boca

- Ricardo Roa

En lo deportivo ganó, qué duda hay, River. En lo económico ganó el fisco español, aunque todavía falten los números finales. Y en el negocio del marketing ganó la Conmebol: colocó la final de la Libertador­es, su producto estrella, en Madrid y desde allí la proyectó a una audiencia potencial de unos 300 millones de personas.

Lo que no todos querrán reconocer es que la exportació­n del River-Boca nos vino mal y muy mal, pero en esta parte, la del marketing, fue al revés: pasó de ser un partido con repercusió­n internacio­nal a ser un partido totalmente internacio­nal, en vivo y en directo. Como esas finales que los europeos venden al mundo para beneficio de su fútbol.

Los dirigentes de River y Boca no pudieron o no quisieron, habría que decir, dejar de lado desconfian­zas y mezquindad­es y acordar jugar acá. El de ellos es un conflicto que viene de lejos y que en la AFA tomó forma de escándalo en la elección para reemplazar a Grondona con aquel histórico empate en 38 de 75 votantes. Aritmética AFA.

La Conmebol aprovechó el nuevo capítulo de la pelea para subastar la final fuera de la Argentina. Si los dos clubes hubieran actuado juntos o se hubieran plantado juntos, la historia hubiera sido diferente.

¿Qué dicen en la Conmebol sobre los números de Madrid? Que les fue mejor en marketing que en plata aunque marketing es plata futura. Vendieron entradas por más de 10 millones de dólares, pero casi la mitad se la lleva el fisco español: 45% de toda la recaudació­n por el IVA y el Impuesto a la Renta. También se quedan en España el alquiler del estadio y los gastos de seguridad.

River y Boca sólo recibieron dinero para los costos del viaje: cada uno US$ 320.000 para el charter. La Conmebol se hizo cargo además de otros gastos como hotelería, comidas y el transporte. No hubo dinero adicional por la televisaci­ón. La Conmebol termina su contrato con Fox y adjudicó los derechos de la Libertador­es y la Sudamerica­na a IMG y Perform, que prometen más plata desde 2019 y la transmisió­n de algunos partidos por Facebook.

A River le quedan la gloria, los US$ 6 millones del campeón y la cosecha que le deje el Mundial de Clubes. Del otro lado, la factura del partido dos veces suspendido: $16 millones que le salió abrir el estadio más los eventuales juicios de los espectador­es y la devolución de las entradas.

River como Boca también sacan provecho de la exposición global. Después de Madrid, valen o pueden valer sus camisetas, léase marcas. Con la retirada del BBVA, los dos equipos se quedaron sin publicidad en ellas. Los de Boca lograron atraer a Qatar. Y River puede ahora conseguir lo que no pudo conseguir: un sponsor que pague lo que pretende.

Hay un lugar donde seguro tendrá problemas: el de la relación entre los dirigentes y la barra brava. La cara visible hasta hoy es Héctor Caverna Godoy, el jefe de los barras de River al que le secuestrar­on en su casa unos $ 10 millones, US$ 1.500 y 300 entradas originales. Tenía todo eso más una vida vinculada a River, a la violencia en River y a la reventa. Fue empleado del club, apuñalado en el club en una pelea por la reventa y procesado junto con Passarella. Como si nada de todo eso hubiera pasado, el fiscal Brotto sólo lo acusa por una contravenc­ión y avanza en la investigac­ión más lento que aquel general Alais camino a Campo de Mayo. Se supone que el fiscal no hará lo que Alais, que nunca llegó adonde debía llegar. ■

La exportació­n del RiverBoca nos vino mal y muy mal, pero en la parte del marketing fue al revés.

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