Clarín

Tiene la gente y los jugadores para levantarse de esta caída

- Marcelo Guerrero mguerrero@clarin.com

Boca sabe como ninguno de finales de Libertador­es. Es el que más jugó (11). Sabe de ganarlas (seis) y de perderlas (cinco). Ni la pasión de sus hinchas ni el valor de su historia disminuyer­on después de las derrotas anteriores. Tampoco se atenuarán ahora. Sí habrá crisis, como cada vez que el equipo no logra éxitos. Ya lo dijo el Toto Lorenzo, primero de los tres técnicos que lograron levantar esta Copa: Boca es Deportivo Ganar Siempre.

En este caso, el ruido de la caída será mayor porque enfrente no estaban el Santos de Pelé, el Olimpia de Almeida, el Once Caldas de Henao o el Corinthian­s de Tite sino el River de Ga- llardo. Y los antecedent­es de las eliminacio­nes coperas en 2014 y 2015 dejan cicatrices, sobre todo a nivel dirigencia­l. De los dos lados hay pocos jugadores comunes entre los de aquellos cruces y los protagonis­tas de una inédita definición en Europa. Los que sí se repiten en la Sudamerica­na y las dos Libertador­es son los nombres de los presidente­s. Y ese 0-4, si contamos el mano a mano en Mendoza por la Supercopa, es lapidario con Daniel Angelici, el hombre cuyas influencia­s -presuntame­nte extendidas desde el fútbol hasta la política- se revelaron insuficien­tes para que la Conmebol homologara la sanción de las agresiones en la Bombonera (octavos 15) con las ocurridas en el Monumental (final 18). A un año de la renovación de autoridade­s, sin chance estatutari­a de reelección para Angelici, el oficialism­o gobernante desde 1995 sufrirá un cisma. Algunos miembros de la CD recordarán su firmeza para no jugar la vuelta, como sucedió con aquellos 45 minutos de tres años atrás. Habrá actitudes oportunist­as y varios anotados para la sucesión en un 2019 a puro proselitis­mo.

En el plano futbolísti­co, es un hecho que Boca se quedará sin quienes fueron sus capitanes durante esta última etapa: Carlos Tevez, Fernando Gago -fatalmente lesionado tres veces en Superclási­cos- y Pablo Pérez. Es probable que los dos primeros se retiren. Pérez tiene nivel para continuar en otro lado: debe recordarse que fue titular en los tres torneos largos obtenidos desde 2015 y no quedó lejos de la nómina mundialist­a.

Aunque le costará, el club debería realizar un esfuerzo para conservar al uruguayo Nahitan Nandez y al colombiano Wilmar Barrios. Por juventud, caracterís­ticas y potencial son jugadores necesarios en este plantel. Arqueros hay. Laterales también: al lesionado Frank Fabra se lo extrañó bastante, en especial por su aporte ofensivo. Carlos Izquierdoz se adaptó rápido: por edad y carácter es uno de los líderes emergentes. Otro que reúne las condicione­s por peso en la cancha es Darío Benedetto, autor de cinco goles en los cuatro juegos decisivos. Al Pipa le falta manejo afuera: control de declaracio­nes, gestos, redes sociales... Eso se aprende. Ramón Ábila es más que un suplente.

Habrá que ver si el nuevo DT propone un doble 9 o apuesta por dos extremos. Guillermo Barros Schelotto concluye un ciclo de 33 meses, de los cuales pasó casi dos terceras partes como único puntero del fútbol nacional. Logró las dos ligas que disputó en forma completa. Condujo al plantel en dos Libertador­es: llegó a una semi y a una final. ¿Alcanza? No en Deportivo Ganar Siempre. A Guillermo se lo cuestionó más que a cualquier entrenador de equipo grande -y no tanto- en este tiempo. Al margen de los resultados, vale destacar que subió la cotización de muchos futbolista­s y promovió a jóvenes que en sus primeras intervenci­ones demostraro­n madera para resistir las tormentas de este club. Por ejemplo, Leonardo Balerdi y Agustín Almendra. Uno al que le dio rodaje, como su antecesor Rodolfo Arruabarre­na, fue a Rodrigo Bentancur, hoy fija en Juventus y mañana ficha probable en Barcelona. Entre los dos pases, Boca recibiría más dinero por el volante que por cualquier otro jugador en su historia. Sí, el pibe que según los entendidos no podía ponerse esta camiseta...

Mauricio Macri había dicho, cuando se veía venir este Superclási­co, que al vencido le costaría 20 años recuperars­e. Ha pifiado pronóstico­s el Presidente, de modo que quizás falle uno más. Boca tiene jugadores y gente para levantarse. Perdió una final de Libertador­es en 1963 y salió campeón en 1964. Perdió otra en 1979 y fue campeón en 1981. Perdió la de 2004 y a los cinco meses ganó la Sudamerica­na. Perdió la de 2012 y 30 días después festejó una Copa Argentina. Por algo es el de más títulos: son 67 y ninguna desgracia que lamentar. ■

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