Diego Luna: el mexicano que se adueñó del nuevo cartel de “Narcos”
Es la principal figura de la cuarta temporada. Interpreta a Félix Gallardo, creador del cartel de Guadalajara. Cuenta por qué decidió hacer su primera serie, los conflictos que le trajo y qué piensa del éxito de las ficciones sobre narcotráfico.
El encuentro con Diego Luna es en su ciudad natal, Ciudad de México. El motivo es Narcos: México, la nueva temporada de la ficción éxito de Netflix, que tiene un nuevo comienzo con la historia de Miguel Ángel Félix Gallardo, el capo narco de los '80 que supo crear el poderoso Cartel de Guadalajara.
Al verlo, se nota que está bien predispuesto. De traje, impecable, entra con una sonrisa y al notar el acento argentino saca el tema de Diego Maradona y la gran performance que tuvo en los Dorados de Sinaloa (llegó a la final del torneo por el ascenso, aunque la perdió). “Le estuvo yendo muy bien. Es uno de mis grandes ídolos”, cuenta quien supo dirigir un documental sobre el boxeador Julio César Chávez, e interpretó a un arquero (algo que a Diego no le debe gustar mucho) en Rudo y Cursi (2008), esa película que inició el cambio de perfil como actor de Guillermo Francella.
Justamente en Sinaloa se inicia esta nueva historia de Narcos, que se mete de lleno con el nacimiento del narcotráfico a gran escala en México. Allí nació Félix Gallardo, el papel de Luna en esta historia. Asegura que se interiorizó en el tema, leyó libros y vio documentales, pero evitó un encuentro con el capo, que en la ficción se muestra diferente a otros patrones narcos que últimamente coparon la pantalla.
“Un ser que le hace mucho daño a una sociedad no necesariamente deja de sentir amor, pasión, tener ideales y una moral. Para mí es importante humanizar a los personajes, sino seguimos en un videojuego de buenos y malos”, asegura. Y aclara: “Humanizar a los personajes no quiere decir justificarlos. Pero tampoco enjuiciarlos. Yo tengo que entender de dónde vienen sus acciones. Y sus acciones no pueden ser todo el tiempo de un hombre malo, porque sino estaría haciendo al villano de Austin Powers, ¿Cómo es que se llama?”.
-Dr. Evil...
-Claro, ése. ¡No! El chiste es encontrar cuáles podrían haber sido los motivos de sus acciones. Seguro me estoy equivocando y capaz también los escritores, pero es nuestra búsqueda, nuestra interpretación.
Apenas se conoció su incorporación a la serie de Netflix, el actor fue atacado públicamente vía Twitter por políticos aliados al saliente presidente Enrique Peña Nieto. Señala-
Un ser que le hace mucho daño a una sociedad no deja necesariamente de sentir amor, ideales y de tener una moral”.
Yo respeto las opiniones de todos, menos de los que dicen que lo que hay que hacer es dejar de contar estas historias”.
ron cierta contradicción al mostrarse firmemente en contra de la Ley de Seguridad Interior (que involucra a las fuerzas armadas en la lucha contra la delincuencia), y luego participar en una ficción que hace apología de las drogas. “Esas son agresiones típicas de las altas esferas del poder. Aclaro, no fueron todos, fueron unos tantos que esta- ban hasta la madre de que nos quejáramos de esa ley que querían aprobar a toda costa”.
-Más allá de esta polémica, ¿entendés a quienes critican la realización de películas o series sobre el narcotráfico? -Yo respeto las opiniones de todos, menos de aquellos que dicen que lo que hay que hacer es dejar de contar estas historias, y hablar de cosas bonitas. Porque si sales a la calle, casi todo el mundo tiene una historia de éstas, de cercanía con esta violencia que ha crecido de forma desbordada, con sensación de inseguridad y falta de presencia del Estado. Los números de muertos en México son alarmantes, sobrepasan cualquier dictadura en América latina o incluso los caídos estadounidenses en Vietnam, que se considera una gran pérdida. Es brutal que aceptemos estar dónde estamos.
A pura verborragia, Luna se muestra conocedor en la problemática del narcotráfico en su país, destaca cómo la clase política, el ejército y la Policía contribuyeron en esta historia; cuestiona el rol de la DEA y la indiferencia de un mercado de consumidores frente a sus actos. Por eso considera fundamental hablar de este tema: “Creo que es muy importante entender de dónde venimos para ver dónde estamos”. Y deja en claro que esta serie apenas puede ser un disparador para lograrlo. “Ojalá detone el interés de aquellos que hoy no son sensibles a estos temas”, se ilusiona, y acto seguido hace mención al juicio al Chapo Guzmán que se está llevando a cabo en estos días: “No alcanza con meter a un güey a la cárcel. Hay que tratar esto como un tema de salud pública, porque mientras esté este mercado voraz, va a haber alguien alimentándolo”.
Diego Luna remarca que él sólo responde por esta temporada de la serie, evita hablar de las anteriores y deja en claro que él sólo actúa, que no estuvo ligado a la producción (una constante en sus trabajos), aunque sí pudo opinar y modificar ciertas cosas. “Me han dejado tener participación, pero mi labor llega hasta cierto punto”, aclara. Y destierra cualquier factor de alabanza de la ficción para con el mundo narco: “Lo que a mí sí me pasa es que cuando la serie acaba digo ‘yo no quiero ser ninguno de estos hombres’. Yo en ese mundo no quiero vivir, no me interesa”.
-¿Por qué creés que en el último tiempo son tan populares estas ficciones basadas en capos de las drogas?
-En la historia de la humanidad fue así. A quién no le gustaban las películas de la mafia, como las de Joe Pesci. Mi generación vio El Padrino, las películas de Clint Eastwood... Nunca nos ha interesado sino aquél que tiene un debate moral constante, que explora la perversidad y que vive en los matices de lo tremendo, así ha sido siempre. Pero bueno, también una vez que reconoces eso puedes hacer comentarios. Y está la diferencia entre aquellos proyectos que desean hacer un comentario, invitar a una reflexión o generar un debate, y los que no, que deciden quedarse sólo en la superficie. Y Narcos tiene esos dos potenciales. Tiene un potencial de presentarse por todo el mundo, y a la vez de decir ‘cabrón, no hemos estado persiguiendo a los equivocados, porque muchos de los involucrados en este negocio siguen gobernando o en conexión con el Gobierno’.
-Casi 20 años después regresás a un proyecto pensado para la televisión...
-¡Mi primera serie! Regreso a la pantalla chica, que es en donde nos vamos a quedar. Igual, esto es una serie que no tiene el ritmo de las telenovelas. Aquí hacemos un capítulo en dos semanas. En las telenovelas, en mi época, hacíamos una hora y veinte al día. Imagínate la diferencia, el nivel de trabajo que puedes hacer. Yo no siento que esté haciendo esa tele que alguna vez hice. Pero sí es tele, porque son 10 capítulos. Para comparar me voy a un extremo, Rogue One (de la saga de Star Wars), que dura dos horas, la hicimos en siete meses. Es otra labor. Por eso me costó un poco agarrar el ritmo. A veces sentía que me estaban presionando, y yo quería volver a pensar una escena o rehacerla. Pero no había tiempo. Pero después me acostumbré y cuando le entras, es muy divertido.
-¿Buscabas estar involucrado en una serie?
-Quien no está desarrollando cosas para estas plataformas es porque está pensando en el retiro. ■