Clarín

El angelito que cuidaba a gente muy especial

- Héctor García Blanco hgblanco@clarin.com

Vito el angelito era un ángel de la guarda. Como todo ángel de la guarda, debía cuidar a la gente durante su paso por este mundo. Pero su verdadero objetivo era ganar el Premio a Mejor Angelito del Año, distinción que se le negaba por distintos motivos.

En cierto aspecto, Vito tenía mala suerte. Tuvo a su cargo a Jimmy Boncks, un texano adicto a las apuestas que solía poner su vida en riesgo. Cierta tarde, y pese a los esfuerzos de Vito, el insensato de Jimmy apostó un puñado de dólares a que podría trepar a una torre de alta tensión con las manos mojadas. Medio estado de Texas se quedó sin suministro eléctrico, y el angelito sin su galardón.

Meses después de semejante infortunio, a Vito le tocó en suerte el señor César Ahumada, un costarrice­nse con ansias de ser famoso. Un día, César escapó a la profesiona­l mirada del angelito y fue al encuentro de su esquiva popularida­d: asistió a un programa de televisión y se fumó, en vivo, un cartucho de dinamita. Si bien logró mediana trascenden­cia en los periódicos locales, Vito perdió la oportunida­d de siquiera postularse al premio.

Mucho tiempo le llevó al ángel superar su depresión. Sin embargo, al retomar su actividad, todo pareció encaminars­e al éxito. Por fin, tras tantos sinsabores, la persona a su cargo resultó ser racional y pacífica, una garantía. Así llegó diciembre de aquel buen año. El señor comenzó con los arreglos navideños y el angelito tuvo su ansiado premio al alcance de la mano.

La última vez que se lo vio a Vito fue saliendo del Edificio Dakota, acompañand­o a John Lennon, una noche de diciembre de 1980. ■

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