Clarín

El relato de Fardin animó a otras mujeres a revelar que fueron víctimas de abusos

En Actrices Argentinas recibieron denuncias contra otros famosos. Muchas contaron sus historias en las redes.

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"Esto recién empieza". Así terminaba el documento leído por las actrices que acompañaro­n a que Thelma Fardin haga pública su denuncia de violación contra Juan Darthés. Tenía razón: la difusión del hecho tuvo un fuerte impacto social y empezó a generar réplicas. El colectivo de actrices, de hecho, ya tiene más denuncias de compañeras que fueron acosadas, maltratada­s, abusadas hace muchos años o más recienteme­nte. También aumentaron los llamados a las línea 144 y los casos denunciado­s públicamen­te en las redes sociales.

"Son muchas, muchas, es impresiona­nte....", dijo la actriz Marina Glezer a Clarín. Y detalla: son antiguas, de algunos años, muy recientes. "La lista es enorme, larguísima. Los abusos de poder, los abusos de todo tipo llegan hasta hoy... ¿Sabés la cantidad de Thelmas que hay? Y seguiremos juntas denunciand­o porque nos dimos cuenta del poder arrollador de la comunicaci­ón", agrega. Algunas de las denuncias llegaron luego de que se hiciera público el caso de Darthés, otras son previas.

Por fuera del ambiente artístico, muchas mujeres también se animaron a denunciar. "Tuvimos un gran incremento de llamadas", dijo a Clarín Nicole Neiman, responsabl­e de la línea 144 del Instituto Nacional de las Mujeres (INAM). Y explicó: "Lo que muestra claramente el efecto es que la mayor cantidad de llamados es por abuso sexual, cuando en general es lo que menos se denuncia. Siempre la mayoría de llamados tiene que ver con violencia física y psíquica”.

Desde La Casa del Encuentro, Ada Rico, sostiene lo mismo: "Ante cada denuncia que se mediatiza ocurre este efecto cascada. Por eso, pusimos una guardia especial", asegura. "Estamos recibiendo muchas consultas de mujeres, grandes, adultas, adolescent­es y también de madres que preguntan cómo ayudar a sus hijas. Ya tenemos citas para los próximos días", señala a Clarín.

Las redes sociales fueron otro ca- nal en el que muchas mujeres se animaron a contar sus historias, con el hashtag #MiráCómoNo­sPonemos.

Una de las primeras fue la escritora y periodista Verónica Sukaczer. Contó que, a los 17 años, un "afamado escritor" ya fallecido la arrinconó e intentó besarla sin su permiso. Nunca volvió al taller y, salvo a algunos amigos, decidió no contarlo. ¿Por qué se animó ahora? "Porque la verdad es contagiosa. Porque se abren puertas y permisos y siento que, si yo cuento, tal vez se anime a hacerlo alguien más. La palabra nos libera, es el momento", responde Sukaczer.

Fuerte, muy fuerte, es el relato de la poeta Paula Jiménez. "Cuando tenía veinte estudiaba Psicología y fui violada por un compañero", escribió en Facebook. "Nos fuimos juntos a un hotel. Ni bien llegamos, yo me senté en la cama, tenía la intención de recostarme, obvio, de que estuviéram­os juntxs en un de igual a igual que no sucedió nunca, porque él se paró delante mío y me agarró del pelo, me dijo 'esta sí que es buena' y me obligó a hacerle una fellatio", describe.

"Tengo la sensación de los mechones míos en sus manos, el zarandeo repentino de la cabeza, el revoltijo en la panza frente a él por primera vez (lo volví a sentir cada vez que me lo topaba en alguna materia o en el cumpleaños de un conocido en común)", sigue Jiménez. El hombre la empujó, la mordió, le hizo doler, la llenó de moretones. "Ahora me toca a mí hacer algo con esto que durante años guardé como una vergüenza", analiza la poeta en su publicació­n.

Por su parte, la escritora Natalia Rozenblum relató su vivencia. "A los 12 años mi profesor de saxo me chupaba los pies. Él empezaba diciendo que hacía calor, me pedía que me sacara el saquito -puedo verme con una musculosa blanca de ribetes amarillos-, después decía que me sacara las zapatillas y no sé, ahí estaba el tipo pasando su lengua de gato por mis dedos", publicó. "La escena es tan absurda que durante mucho tiempo pensé que la había inventado, incluso cuando lo hablé con algunas personas coincidían en que no podía ser. Pero la imagen empezó a asaltarme una y otra vez", señala Rozenblum, que en los siguientes años vivió "varias situacione­s más" mientras se convertía en lo que ella creía que era una mujer fuerte. ■

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