“Prioridad embarazadas: para respetar, que no cuesta nada”
El embarazo es un regalo de Dios que las mujeres tienen la dicha de vivir. Con el fin de cuidarlas, las legislaciones y las buenas costumbres en casi todo el mundo les otorgan algunos pequeños privilegios que más que merecido tienen. Existen lugares especiales en los estacionamientos; no tienen que hacer fila en el supermercado o en el banco; tienen asientos reservados en trenes, subtes y colectivos, entre otros. Sin embargo y aunque parezca de toda lógica y educación que esto debe cumplirse, pareciera ser que no todos tenemos los mismos patrones de respeto y educación, y como consecuencia de ello, muchas veces esos privilegios que se ganaron parecen no existir.
El caso de los estacionamientos es el que más veces he visto repetirse (por ejemplo, tres veces en 40 minutos antes de escribir esta carta). Lo he visto en mujeres que parecieran no darse cuenta que pueden estar embarazadas en algún tiempo u otras que ya se olvidaron cuán valorada era esa pequeña caricia cuando estaban esperando un hijo. También en hombres, quienes -hasta ahora al menos- no tenemos la posibilidad biológica de engendrar un hijo, con lo cual difícilmente podríamos tener derecho a utilizar ese espacio reservado para futuras mamás.
Es algo tan simple como sencillo: hoy esos lugares, esos pequeños privilegios son de ellas, no de los demás. Son de esas mamás que a su rutina diaria le agregan cuidar a la persona por nacer. Ser educados y respetuosos es una de las primeras cosas que miran nuestros hijos y que como sociedad no tenemos que perder si queremos ser grandes (en todo sentido).
Hagamos un esfuerzo y cuidemos estos detalles. No cuesta nada esperar un poco más en la fila, ceder el asiento en el colectivo o no ocupar los lugares para embarazadas en los estacionamientos. Y si aún así te cuesta, lo lamento, esta vez ellas son las que tienen la prioridad, no vos.